¿Cómo acercarnos?
Cuando salimos a pasear por el campo nos sorprende una y otra vez el canto de los pájaros. ¡Son los trovadores del amor! Cuando caminamos entre la gente nos sorprende el rostro tan serio que llevamos por la vida. ¿Por qué no cantamos? ¿Por qué no sonreímos? Hoy el salmista nos regala una canción, la canción que cantaron los profetas, la que cantó José, al contemplar de cerca el amor de Jesús y de María, la que canta la Iglesia. Cantémosla, aunque no lo hagamos del todo bien. Aprendamos a vivir jubilosamente. «Basta que nos sintamos amados incondicionalmente por una sola persona para que nos brote la música;¡ cuánto más si quien nos ama es Dios!».
Leerlo
Cantaré eternamente
las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad
por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia
es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.»
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.
¿Cómo orarlo?
- Canta hoy al Señor por su misericordia, su fidelidad, su amor. Dios es alegre y joven, y le agradan las canciones.
- Canta al Señor, porque su presencia en tu vida nunca te va a fallar.
- Canta al Señor, porque ha hecho una alianza contigo en el bautismo para siempre.
- Canta al Señor y llámale Padre, Esposo, Amigo, mi Dios, mi Roca salvadora.
¿Cómo vivirlo?
Sea noche o sea día, nos vayan mejor o peor las cosas, acostumbrémonos a poner en el viaje de la vida un canto de amor.
«Los pájaros en la rama, los lirios en el campo, el ciervo en el bosque, el pez en el mar e innumerables gentes felices están cantando en este momento: ¡Dios es amor! Pero a la misma hora está también sonando la voz de los que sufren y son sacrificados, y esa voz, en tono más bajo, repite igualmente: ¡Dios es amor!» (Kierkegaard).