Es impensable recorrer la vida y la obra de Francisco Palau sin percibir que sus búsquedas y encuentros, sus logros y fracasos (que los tuvo), sus dudas y certezas, sus luchas y sus victorias… todo en él está impregnado por una intensa experiencia y una irrevocable convicción: la FE.
Porque la fe, que se recibe como don, enciende siempre en el interior una pequeña llama que reclama procesos: tiempo, noche, iluminación, crecimiento, abandono… y finalmente ENTREGA INCONDICIONAL.
Esa es la radiografía interior de Francisco Palau Y de ahí emerge una incontestable evidencia: cuanto más ahonda en la fe, más dinámico se le hace el amor.
No es casual que siglo y medio después y en un contexto social y religioso tan diferente del que vivió Palau, Benedicto XVI nos recuerde en su Porta Fidei, que la coherencia de la fe pasa por el compromiso del amor. “La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino” (P.F.14)
Del abanico de afirmaciones que forman el cuerpo del Credo Eclesial Palautiano, destacamos una expresión que, a nuestro entender,sintetiza perfectamente esa armoniosa simbiosis del CREER y el AMAR.
“Creo que tu Iglesia, eres Dios y los Prójimos”.
Este es el hilo conductor
- de su pensamiento interior, que le lleva a consecuencias radicales y coherentes.
- del enfoque de sus acciones, contemplativas y apostólicas
- del sentido de su “paternidad” en la Iglesia y de su magisterio fundacional
Porque de esa convicción de fe le nace no sólo la acogida contemplativa del misterio de Dios, sino la pasión por los miembros vivos de ese cuerpo total de su Amada, del que Cristo es Cabeza.
Es la doctrina paulina del Cuerpo Místico, comprendida y vivida como amor comprometido para aliviar sus dolencias. Es un pasear la mirada por los miembros de ese Cuerpo Amado, dejándose afectar por sus carencias y sufrimientos e intuyendo posibilidades de dignificación y “embellecimiento”.
Pocos como Palau han expresado, en su predicación y en sus escritos, esa apasionada obsesión por la BELLEZA de la Iglesia.Y esa “belleza” que percibe por la FE y admira por el AMOR, esa “belleza” que él quiere anunciar y de lo que hace su misión y su proyecto,supone un reto y una implicación personal y fundacional, a favor de todo aquello que necesita y reclama “salvación”.
De ahí parte su obra y su compromiso: predicación, formación, orientación espiritual, defensa de la verdad,denuncia de la injusticia, alivio del sufrimiento…Todo ello vivido con libertad y traducido en gestos tan concretos como apostar por la regeneración moral de las costumbres, por la promoción cultural y religiosa, por animar la coherencia del clero, por impulsar la asistencia docente y sanitaria, por acoger a los excluidos, (en su época especialmente a los endemoniados).Tenemos numerosos ejemplos de este modo de proceder de Francisco Palau a lo largo de su vida y ministerio; sobre todo es significativa esta línea de actuación como fruto de sus misiones apostólicas en Ibiza.
Incluso sus escritos más reivindicativos en defensa de la Escuela de la Virtud y de sus primeros intentos fundacionales, nacen de esa coherencia, fruto de la Fe y exigencia del Amor. Así lo vive y así lo enseña a las primeras Hermanas. “Unida tú hace años con Dios en fe, esperanza y amor, no pueden estas virtudes estar ociosas. Se les ha de designar y marcar sus propios objetivos y hacia éstos han de tomar vuelo los actos que les son propios”. (Ct.74,4)
Palau nos sorprende también con otra expresión clara-oscura, que deja entrever la profundidad de su mirada interior y la transparencia de su búsqueda. “Creer es ver para el entendimiento”,leemos en el nº 4,8 de Mis Relaciones.
Pero realmente,¿qué significa ese “VER”?.
Para él significó VER indistintamente y en una mirada unificada y global:
- a la Iglesia amada en su belleza infinita…
- a la Iglesia amada en sus carencias y necesidades…
Lo primero le impulsa a predicar que la amen; lo segundo lo lanza a aliviarla y hacer por ella “cuanto esté en su mano”.
La fe en esa Iglesia -triunfante en el cielo y peregrina-militante en la tierra- le permite mirar comprendiendo. Y es de esa mirada “comprensiva” de donde le nace el impulso unificado para contemplarla y servirla.
Francisco Palau, curtido en la oscuridad de la Fe y en la luminosidad del Amor, sabe que es condición indispensable para la fidelidad, vivir abierto a Dios y al entorno, porque es ahí, en lo cotidiano, donde se va descubriendo y realizando el proyecto de Dios.
“Marcha, yo te envío… y en medio del choque te diré lo que tienes que hacer” (MR 8,31).
¿Cabe más coherencia entre la Fe acogida y el Amor comprometido?. ¿Cabe más estímulo para aquellos a quienes nos toca vivir HOY la FE, batiéndonos entre el realismo y la utopía?. Francisco Palau, desde su manera de vivirla, abre un camino sin retorno en el quepasosy meta se dan la mano en cada gesto de amor contemplativo y solidario.
LA FE: ALAS PARA EL AMOR. EXPERIENCIA EN FRANCISCO PALAU