En esta oración de Adviento, como catequistas, con los ojos fijos en la Virgen, Madre de la esperanza y de la mano de Santa Teresa de Jesús, en el V Centenario de su nacimiento, en este último «palomarcico», como a ella le gustaba llamar a los conventos que fundaba, nos ponemos en la presencia del Señor para llenarnos de Él y decir con Teresa: ¡Sólo Dios basta!.
La Iglesia en oración, vigilante, despierta, con la llama de la fe bien encendida en la noche de los tiempos y, cada tiempo tiene sus noches, de guerras, violencia, enfermedades, paro, crisis, y nosotros, con ella,hijos de la Iglesia confesamos que Cristo es nuestra Luz. Desde el faro luminoso de su Palabra y de su Cuerpo entregado brilla Cristo para el mundo entero.
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