Días 26-02. Lectura continuada de Las Moradas de Santa Teresa

26 de noviembre

«Pareceros ha, hermanas, que hablo fuera de propósito y no con vosotras, porque estas cosas no las hay acá, que ni tenemos hacienda ni la queremos ni procuramos, ni tampoco nos injuria nadie. Por eso las comparaciones no es lo que pasa; mas sácase de ellas otras muchas cosas que pueden pasar, que ni sería bien señalarlas ni hay para qué. Por éstas entenderéis si estáis bien desnudas de lo que dejasteis; porque cosillas se ofrecen, aunque no de esta suerte, en que os podéis muy bien probar y entender si estáis señoras de vuestras pasiones. Y creedme que no está el negocio en tener hábito de religión o no, sino en procurar ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga nuestra voluntad, sino la suya. Ya que no hayamos llegado aquí como he dicho humildad, que es el ungüento de nuestras heridas; porque, si la hay de veras, aunque tarde algún tiempo, vendrá el cirujano, que es Dios, a sanarnos» (3M 2,6).

  • Dios, que solo sabe amar, no pretende otra cosa sino que aprendamos a amar. En amar está nuestra felicidad.
  • El problema está en que nuestra libertad está herida y es incapaz de amar; las pruebas de la vida nos lo dicen con claridad. La humildad de reconocer esto ya es un paso muy importante, pero no basta.
  • Necesitamos dejar que Dios se acerque a nuestra vida. Él sana con su ungüento nuestras heridas y nos capacita para decir como María: «Hágase en mí según tu Palabra».

27 de noviembre

«Las penitencias que hacen estas almas son tan concertadas como su vida; quiérenla mucho para servir a nuestro Señor con ella, que todo esto no es malo, y así tienen gran discreción en hacerlas porque no dañen a la salud. No hayáis miedo que se maten, porque su razón está muy en sí; no está aún el amor para sacar de razón; mas querría yo que la tuviésemos para no nos contentar con esta manera de servir a Dios, siempre a un paso paso, que nunca acabaremos de andar este camino. Y como a nuestro parecer siempre andamos y nos cansamos (porque creed que es un camino abrumador), harto bien será que no nos perdamos. Mas ¿paréceos, hijas, si yendo a una tierra desde otra pudiésemos llegar en ocho días, que sería bueno andarlo en un año por ventas y nieves y aguas y malos caminos? ¿No valdría más pasarlo de una vez? Porque todo esto hay y peligros de serpientes. ¡Oh, qué buenas señas podré yo dar de esto! Y plega a Dios que haya pasado de aquí, que hartas veces me parece que no» (3M 2,7).

  • Las vidas concertadas, muy razonables, muy perfectas, lejos de ser una ayuda para el camino, pueden llegar a ser una dificultad.
  • ¿Por qué ir paso a paso cuando se nos han dado alas para volar?
  • Necesitamos ir más allá de un estilo de vida razonablemente correcto y entrar en una locura de amor, en una pasión, en un fuego.
  • Tenemos que aprender a amar como Dios quiere ser amado y entrar en la sorpresa de lo desconocido. Dios rompe nuestros esquemas.

28 de noviembre

«Como vamos con tanto seso, todo nos ofende, porque todo lo tememos; y así no osamos pasar adelante, como si pudiésemos nosotras llegar a estas moradas y que otros anduviesen el camino. Pues no es esto posible, esforcémonos, hermanas mías, por amor del Señor; dejemos nuestra razón y temores en sus manos; olvidemos esta flaqueza natural, que nos puede ocupar mucho. El cuidado de estos cuerpos ténganle los prelados; allá se avengan; nosotras de sólo caminar a prisa para ver este Señor; que, aunque el regalo que tenéis es poco o ninguno, el cuidado de la salud nos podría engañar; cuánto más que no se tendrá más por esto, yo lo sé; y también sé que no está el negocio en lo que toca al cuerpo, que esto es lo menos; que el caminar que digo es con una grande humildad; que si habéis entendido, aquí creo está el daño de las que no van adelante; sino que nos parezca que hemos andado pocos pasos y lo creamos así, y los que andan nuestras hermanas nos parezcan muy presurosos, y no sólo deseemos sino que procuremos nos tengan por la más ruin de todas» (3M 2,8).

  • No se puede llegar a la meta sin andar el camino.
  • Dejemos nuestras razones, temores, flaquezas en manos de Jesús. Pretender llegar a la experiencia del amor sin un cambio de mentalidad es imposible.
  • Jesús nos busca mucho más de lo que le buscamos nosotros a Él. Caminemos de prisa para verle, sin mirar atrás, con las canciones en los labios y en el corazón.

29 de noviembre

«Y con esto este estado es excelentísimo; y si no, toda nuestra vida nos estaremos en él y con mil penas y miserias. Porque, como no hemos dejado a nosotras mismas, es muy trabajoso y pesado; porque vamos muy cargadas de esta tierra de nuestra miseria, lo que no van los que suben a los aposentos que faltan. En éstos no deja el Señor de pagar como justo, y aun como misericordioso, que siempre da mucho más que merecemos, con darnos ‘contentos’ harto mayores que los podemos tener en los que dan los regalos y distraimientos de la vida; mas no pienso que da muchos ‘gustos’ si no es alguna vez, para convidarlos con ver lo que pasa en las demás moradas, porque se dispongan para entrar en ellas» (3M 2,9).

  • Para subir a la montaña y ver al Señor necesitamos dejar peso. El peso mayor somos nosotros mismos.
  • Estamos atados a nuestros esquemas, a nuestros gustos y contentos. Dejarlos a un lado cuesta, pero merece la pena. Cuando, conociéndonos, queremos tornar a su amistad, Dios nos abre la puerta.
  • Hemos nacido para un consentimiento: dejar paso al amor de Dios en nuestra vida.
  • Dios nos espera. Sus contentos valen más que los contentos que nos procuramos nosotros. Dios nos dispone y anima para que realicemos un viaje interior, en libertad, como la más apasionante de las aventuras.

30 de noviembre

«Pareceros ha que contentos y gustos todo es uno, que para qué hago esta diferencia en los nombres. A mí paréceme que la hay muy grande; ya me puedo engañar. Diré lo que en esto entendiere en las moradas cuartas que vienen tras éstas; porque como se habrá de declarar algo de los gustos que allí da el Señor, viene mejor, y aunque parece sin provecho, podrá ser de alguno, para que, entendiendo lo que es cada cosa, podáis esforzaros a seguir lo mejor; y es mucho consuelo para las almas que Dios llega allí y confusión para las que les parece que lo tienen todo, y si son humildes moverse han a hacimiento de gracias; si hay alguna falta de esto, darles ha un desabrimiento interior y sin propósito; pues no está la perfección en los gustos, sino en quien ama más, y el premio lo mismo, y en quien mejor obrare con justicia y verdad» (3M 2,10).

  • La alegría verdadera está en el amor. Lo que Dios nos ha preparado no es otra cosa que amor a manos llenas. El camino lo hacemos atraídos por el amor, porque Dios nos busca.
  • El amor nos hace volvernos a Jesús con la alegría de la fe, para estar y vivir con Él.
  • De Dios no se alcanza nada si no es por amor. Podemos optar por amar, por entregar nuestra vida.
  • El amor nos hace vivir en justicia y verdad. La justicia es el amor que corrige todo lo que va contra el amor. El amor no se impone desde fuera con la fuerza y el poder, con la injusticia y la mentira. El amor se abre camino en el corazón y se hace presente como un perfume de alegría, como un destello de verdad.

1 de diciembre

«Pareceros ha que de qué sirve tratar de estas mercedes interiores y dar a entender cómo son, si es esto verdad, como lo es.Yo no lo sé; pregúntese a quien me lo manda escribir, que yo no soy obligada a disputar con los superiores, sino a obedecer, ni sería bien hecho. Lo que os puedo decir con verdad es que, cuando yo no tenía ni aún sabía por experiencia ni pensaba saberlo en mi vida (y con razón, que harto contento fuera para mí saber o por conjeturas entender que agradaba a Dios en algo), cuando leía en los libros de estas mercedes y consuelos que hace el Señor a las almas que le sirven, me le daba grandísimo y era motivo para que mi alma diese grandes alabanzas a Dios. Pues si la mía, con ser tan ruin, hacía esto, las que son buenas y humildes le alabarán mucho más; y por sola una que le alabe una vez, es muy bien que se diga, a mi parecer, y que entendamos el contento y deleites que perdemos por nuestra culpa. Cuánto más que si son de Dios, vienen cargados de amor y fortaleza, con que se puede caminar más sin trabajo e ir creciendo en las obras y virtudes. No penséis que importa poco que no quede por nosotros, que cuando no es nuestra la falta, justo es el Señor, y Su Majestad os dará por otros caminos lo que os quita por éste por lo que Su Majestad sabe, que son muy ocultos sus secretos; al menos será lo que más nos conviene, sin duda ninguna» (3M 2,11).

  • Dios es el dador de la alegría. Que llamados a tanto, no nos quedemos en tan poco. Las alegrías, si vienen de Dios, vienen cargadas de amor y fortaleza.
  • Cuando descubrimos los dones que el Espíritu ha concedido a las personas que nos rodean, podemos entrar en un grandísimo gozo y en la alabanza.
  • Acercarnos a nuestra vida, aceptar el momento presente y decir amén, es la mejor forma de alabar al Señor y de prepararnos para entrar en la interior bodega donde Dios es amigo de dar y de darse por entero.

2 de diciembre

«Lo que me parece nos haría mucho provecho a las que por la bondad del Señor están en este estado (que, como he dicho, no les hace poca misericordia, porque están muy cerca de subir a más), es estudiar mucho en la prontitud de la obediencia; y aunque no sean religiosos, seria gran cosa como lo hacen muchas personas tener a quien acudir para no hacer en nada su voluntad, que es lo ordinario en que nos dañamos; y no buscar otro de su humor, como dicen, que vaya con tanto tiento en todo, sino procurar quien esté con mucho desengaño de las cosas del mundo, que en gran manera aprovecha tratar con quien ya le conoce para conocernos, y porque algunas cosas que nos parecen imposibles, viéndolas en otros tan posibles y con la suavidad que las llevan, anima mucho y parece que con su vuelo nos atrevemos a volar, como hacen los hijos de las aves cuando se enseñan, que aunque no es de presto dar un gran vuelo, poco a poco imitan a sus padres. En gran manera aprovecha esto, yo lo sé.

Acertarán, por determinadas que estén en no ofender al Señor personas semejantes, no se meter en ocasiones de ofenderle; porque como están cerca de las primeras moradas, con facilidad se podrán tornar a ellas; porque su fortaleza no está fundada en tierra firme, como los que están ya ejercitados en padecer, que conocen las tempestades del mundo, cuán poco hay que temerlas ni que desear sus contentos y sería posible con una persecución grande volverse a ellos, que sabe bien urdirlas el demonio para hacernos mal, y que yendo con buen celo, queriendo quitar pecados ajenos, no pudiese resistir lo que sobre esto se le podría suceder» (3M 2,12).

  • Este camino de aprender a amar no es fácil, nuestra fortaleza no está fundada en tierra firme y podemos retroceder. Necesitamos un guía, que no sea ciego, que haya hecho el camino, que participe de la locura del amor de Jesús, que nos ame en la verdad.
  • Siempre es bueno mirar a los demás. Algunas cosas que nos parecen imposibles, nos parecen posibles cuando vemos la suavidad con que otros las llevan a cabo.
  • Para orar gran mal es un alma sola y gran bien encontrar testimonios vivos, presencias alentadoras, personas que saben lo que es amar y darse por entero.

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