F. 4: Jesús: Hermosura que excede a todas las hermosuras

Teresa de Jesús confiesa no ser poeta y, sin embargo, siente a veces una presencia de Dios que la vuelve loca de amor y desencadena el torrente milagroso de los versos, haciéndola poéticamente provocativa. Sin la poesía, el vergel del Carmelo pierde flor y aroma. La poesía aúna y relaciona a unos con otros; permite darnos la mano en la hondura. Cuando tiene cincuenta años, nos hace esta confidencia. «¡Válgame Dios, cuál está un alma cuando está así! Toda ella querría fuese lenguas para alabar al Señor. Dice mil desatinos santos, atinando siempre a contentar a quien la tiene así. Yo sé de persona que, con no ser poeta, le acaecía hacer de presto coplas muy sentidas» (V 16,4). «Esto me parece debía sentir el profeta David, cuando tañía y cantaba con el arpa en alabanzas de Dios» (V 16,3).

Sigue el texto en F. 4: JESÚS: HERMOSURA QUE EXCEDE A TODAS LAS HERMOSURAS. (Poesía 6).

F. 4: JESÚS: HERMOSURA QUE EXCEDE A TODAS LAS HERMOSURAS. (POESÍA 6).

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