18 de junio de 1575
Rubeo y Teresa. Se conocieron en Ávila (abril 1567). Ella le compartió su proyecto y él quedó fascinado por esa aventura de vida nueva en el Carmelo. Le manda fundar conventos. Pero surgieron malentendidos, la cizaña por medio, también dificultades de comunicación, pérdida de cartas, y Rubeo se enojó con Teresa y con los descalzos. La carta, valiente, lúcida, leal, intenta que las aguas de la confianza y de la amistad vuelvan a su cauce. Es una filigrana, un modelo de relación.
Orar por la salud. Prólogo precioso. «Deseo llegue la carta a sus manos… Me consolé con ellas muy mucho y con saber tenía vuestra señoría salud… Cada día se hace particular oración en el coro… como saben lo que yo a vuestra señoría amo y no conocen otro padre, tienen a vuestra señoría gran amor» (C 83,1).
Finalidad de la carta. «Plega a nuestro Señor que el fin, que es allanar estas cosas de estos descalzos para que no den enojo a vuestra señoría, me haga Dios merced que yo lo vea» (C 83,2). ¿Por qué motivos se ha enojado el P. General? Con amor y verdad comienza Teresa a desenredar el enredo.
Sigue el texto en F. 9: CARTA AL PADRE RUBEO