Vigilia de oración: reliquias de Luis y Celia

VIGILIA DE ORACIÓN CON MOTIVO DE LA VENIDA A BURGOS DE LAS RELIQUIAS DE LOS BEATOS LUIS Y CELIA, PADRES DE SANTA TERESITA

Iglesia del Carmen 24-I-2009

Ambientación

La Urna de las reliquias de los Beatos Luis y Celia está colocada en un lugar bien visible.

Acogida y bienvenida a los participantes en la Vigilia

Bienvenidos a esta vigilia de oración. La visita a Burgos de las reliquias de Celia y Luis se lo merece. Nuestra presencia aquí es una presencia agradecida, muy agradecida a Dios, porque la santidad de unos es un regalo para todos. Nuestra vida concreta, de dolor y de gozo, de trabajo y familia, y, sobre todo, nuestra fe puede verse fortalecida al entrar en contacto con estos esposos que vivieron siempre con Dios las realidades pequeñas de cada día.

Sacerdote que preside: En el nombre del Padre… El Señor que nos bendice en sus santos esté con vosotros…

1 UNA HISTORIA EXTRAORDINARIA DE AMOR EN LO ORDINARIO DE LA VIDA

Música de fondo. La Iglesia está en penumbra. Dos personas, que representan a Celia y Luis,avanzan despacio con dos cirios desde el fondo de la iglesia, por pasillos diferentes, hacia la Urna. El animador/a recuerda algunas pinceladas de Luis Martin y Celia Guerin.

Luis Martin

  • Nacido en una familia profundamente cristiana. Por ser hijo de militares, pasa sus primeros años en los campamentos militares.
  • Cuando su padre se jubila, se traslada con su familia a Alençon. Prosigue su sólida formación cristiana en el colegio de los hermanos de la Salle.
  • De temperamento tranquilo, amigo de gustar la belleza de la naturaleza.
  • Su búsqueda apasionada de Dios y su deseo de una vida contemplativa le llevan a pedir el ingreso en la comunidad de San Bernardo. No es admitido por su escaso conocimiento del latín.
  • Así que con 23 años, con Dios siempre en el horizonte, sigue buscando su puesto en la vida. Recorre varias ciudades para aprender el oficio de relojero y joyero; abre una tienda en la calle del Puente Nuevo.
  • Y a eso dedica su vida: a trabajar, a relacionarse con sus amigos, que lo valoran mucho por sus cualidades, y a buscar a Dios, frecuentemente en la eucaristía, en la adoración nocturna, como peregrino de santuarios famosos, y otras veces en la soledad de una casa que se ha comprado en el campo, donde tiene una imagen de la Virgen, que se llamará en el futuro Virgen de la Sonrisa, por haber sonreído a Teresita cuando estaba muy enferma.
  • Ha conocido a varias jóvenes, pero con ninguna ha querido casarse. Tiene treinta y cuatro años. El Dios, a quien tanto ama, tiene para él designios de un amor vivido en el matrimonio con una joven que se cruza con él en el puente donde tiene la tienda.

Celia Guerin

  • Nacida y criada en ambientes militares. No tuvo una infancia feliz. Su madre era demasiado severa para ella. En una carta le escribe a su hermano: «A pesar de ser muy buena, no sabía llevarme. Por eso sufrió mucho mi corazón».
  • Inteligente, de pluma fácil, era también una trabajadora infatigable. Dotada de un gran sentido común y una gran capacidad de comunicación, que concretó en numerosas y deliciosas cartas.
  • Su gran deseo es llegar a ser santa. Así escribe: «Quiero ser santa. No va a ser fácil. Hay mucho que desbastar, y el tronco es duro como la piedra».
  • En su juventud desea ser hija de la Caridad, para atender y cuidar a los enfermos. No sabemos por qué no es admitida. Con una lógica decepción reemprende el camino de la vida, sin venirse abajo.
  • Ora sin cesar, pide luz al Espíritu para saber por dónde caminar en la vida. Estando en oración, se siente empujada a trabajar como bordadora. Llega a ser tan habilidosa en este arte, que a los veinte años ya abre por su cuenta un taller en su ciudad. En repetidas ocasiones recibió premios por la belleza y exquisitez de sus bordados. Siempre trabajó en esperanza.
  • Un puente, que une orillas, será providencial en su vida. Un día, cruzándolo, se topa con un joven de noble fisonomía, semblante reservado y dignos modales, se siente fuertemente impresionada y oye interiormente que ése es el hombre elegido para ella. En poco tiempo los dos jóvenes llegan a apreciarse y amarse, y el entendimiento es tan rápido que contraen matrimonio el 13 de julio de 1858, tres meses después de su primer encuentro. Así comienzan una vida matrimonial ejemplar: misa diaria, oración personal y comunitaria, confesión frecuente, participación en la vida parroquial, y, sobre todo, muy abiertos a la vida, manifiestada en sus nueve hijos.

Se colocan los dos cirios junto a la Urna.

2 EL MATRIMONIO CRISTIANO: SACRAMENTO DEL AMOR

Animador/a:

No estamos habituados a pensar en la santidad de un matrimonio, porque nuestra experiencia nos lleva a unir la santidad a un individuo. Juan Pablo II se atrevió a ir más allá de los esquemas, beatificando a un matrimonio italiano. Ahora, el Papa Benedicto XVI ha decidido añadir a ellos a los cónyuges Martin, a fin de mostrar a los padres y madres de familia de todo el mundo la grandeza de la vocación a la vida conyugal. Así se concreta la invitación de Juan Pablo II: «Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este «alto grado» de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección» (NMI, 31). Así se concretan las palabras luminosas del concilio Vaticano II: «Todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Lumen gentium, 40).

¿Qué es lo que fascina de los esposos Martin? Hay una belleza que emana de su trabajo artesanal emprendedor: Esta belleza se convierte en el día a día en una historia de solidaridad hacia los más pobres. Su casa no fue una isla feliz en medio de la miseria, sino un espacio de acogida, comenzando por sus obreros. «Da, tú da siempre, haz felices a los otros», dirá Luis a una de sus hijas. Pero toda esta belleza nace del amor, espacio de intimidad donde Dios se hace presente fecundándolo todo. El matrimonio Martin se amó con un amor que emociona, un amor que es signo de la Trinidad. El compromiso eclesial de los esposos Martin recuerda que «la futura evangelización depende, en gran parte, de la iglesia doméstica» (FC, 52), y tiene el sabor de la ternura y de un amor que se teje despacio en el corazón del hogar. En situaciones difíciles, en su hogar nació una llama de amor que sigue creciendo hasta nuestros días, dando calor y ánimo a muchas familias.

Desde el fondo de la Iglesia el sacerdote trae en procesión la Palabra de Dios, la Palabra del Amor. Todos se ponen de pie para acogerla. El ambón está adornado. Se proclama desde el ambón. Otra persona acompaña la Palabra con un cirio. En el camino se canta repetidas veces::

LAMPARA ES TU PALABRA PARA MIS PASOS,LUZ EN MI SENDERO.

«El amor es paciente, afable;

no tiene envidia;

no presume ni se engríe;

no es mal educado ni egoísta;

no se irrita; no lleva cuentas del mal;

no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El amor no pasa nunca» (1Cor 13).

El sacerdote muestra la Palabra a todos. Se vuelve a cantar la canción anterior. Tras una pausa de silencio, los que hacen de Celia y Luis vuelven a leer juntos la Palabra.

Animador/a:

De la fuente de Dios nace el amor. Cuando se dicen Luis y Celia el amor, se están comunicando el uno a otro a Dios. Su amor extiende el perfume Dios a su alrededor (el P. Simeón, postulador de la causa de Luis y Celia echa pétalos de rosas sobre la Urna de las reliquias). Así se escriben Celia y Luis:

«Soy siempre muy feliz con él. Me hace la vida muy dulce. ¡Qué santo hombre que es mi marido! A todas las mujeres les deseo uno igual» (Celia, 1 ° de enero 1863).

«Querida, no podré llegar a Alençon hasta el lunes; el tiempo se me hace largo; se me retrasa el estar contigo. Inútil decirte que tu carta me produjo gran placer, salvo comprobar que te cansas tanto. Te recomiendo de veras la calma y la moderación, sobre todo en el trabajo. Tengo ciertos encargos de la Compañía Lyonesa. Pero te lo repito, no te atormentes tanto, que llegaremos con la ayuda de Dios a hacer una buena casita. He tenido la felicidad de comulgar en Nuestra Señora de las Victorias, que es como un pequeño paraíso en la tierra. Y he encendido un cirio a intención de toda la familia. Os abrazo de todo corazón, en espera de la alegría de reunirnos. Espero que María y Paulina sean bien listas. Tu marido y verdadero amor, que te ama por la vida» (Luis, 8 de octubre de 1863).

«Mi querido Luis. Cuando recibas esta carta, estaré ocupada en arreglar tu establecimiento; no te preocupes; no perderé nada, ni siquiera un viejo cuadradillo, ni un cachito de muelle, en fin nada, y quedará limpio de arriba abajo! No dirás que «únicamente he desplazado de lugar el polvo» porque de él no quedará ni rastro (…]. Te abrazo de todo corazón. Hoy me siento tan feliz al pensar que volveré a verte, que no puedo ni trabajar. Tu esposa que te ama más que la propia vida» (Celia, 1869). No veo la hora de volver a tu lado, querido Luis, y hasta siento que se redobla mi cariño al faltarme tu presencia; no puedo vivir alejada de ti.

Se escucha la canción Amar, basada en la letra de santa Teresita

3 LA ACOGIDA Y EL CUIDADO DE LA VIDA. NUEVE HIJOS PARA DIOS

Animador/a:

«Me gustan los niños con locura. Creo que he nacido para tener hijos», dice Celia, muy consciente de haber encontrado su vocación. Y también: «quiero que mis hijas sean santas».

Luis y Celia amaron a Dios y se amaron con una intensidad poco común. Y todo lo vivieron en un clima de sencillez, de trabajo, de armonía familiar. Estuvieron siempre a la escucha el uno del otro. De su amor nacieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron prematuramente. Los dos fueron artesanos excelentes, pero lo que realizaron con mayor primor fue la educación de sus hijos. Su método y su arte en la educación fue poner el amor en todo. Entre las cinco hijas que sobrevivieron, Teresa, la futura santa patrona de las misiones, es una fuente preciosa para comprender la santidad de sus padres.

Estos son sus nombres: (Con cada nombre se va colocando una rosa en un jarrón junto a la Urna).

  • María, nacida el 22/02/1860, muerta el 19/01/1940, ingresa en el Carmelo el 15/10/1886 (Sor María del Sagrado Corazón).
  • Paulina, nacida el 07/09/1861, muerta el 28/07/1951, ingresa en el Carmelo el 02/10/1882 (Madre Inés de Jesús).
  • Leonía, nacida el 03/06/1863, muerta el 16/06/1941, ingresa en la Visitación el 28/01/1899 (Sor Francisca Teresa).
  • Elena, nacida el 13/10/1864, muerta el 22/02/1870.
  • José Luis, nacido el 20/09/1866, muerto el 14/02/1867.
  • José Juan Bautista, nacido el 20/09/1866, muerto el 24/08/1868.
  • Celina, nacida el 28/04/1869, muerta el 25/02/1959, ingresa en el Carmelo el 14/09/1894 (Sor Genoveva de la Santa Faz).
  • Melania Teresa, nacida el 16/08/1870, muerta el 08/10/1870.
  • TERESA, nacida el 02/01/1873, muerta el 30/09/1897, ingresa en el Carmelo el 09/04/1888 (Sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz).

De Luis dijo su mujer: «He ahí un hombre que jamás ha tratado de hacer fortuna… no puedo atribuir la libertad de que goza sino a una bendición especial de Dios«. Y escribiendo a una de sus hijas dice: «Tu padre me comprendía y me consolaba cuanto podía, porque tenía gustos parecidos a los míos; creo incluso que nuestro recíproco afecto ha ido en aumento; nuestros sentimientos iban siempre a la paz, en unión».

De Celia dijo su marido: «El recuerdo de vuestra madre me sigue constantemente».

De ellos dijo Teresita: «El buen Dios me ha dado un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra».

De Luis dijo uno de sus amigos: «No he conocido nunca un corazón más grande, ni un alma más generosa, y seguramente de él le viene a sor Teresa del Niño Jesús la nobleza de sus sentimientos».

Y de su padre dijo Teresita: «Cuando pienso en ti, pienso naturalmente en el buen Dios».

4 OÍRNOS UNOS A OTROS LA MÚSICA DE LA ALABANZA: «CUANDO YO CANTABA, ELLA CANTABA CONMIGO»

Animador/a:

Teresita ha nacido el 2 de enero de 1873. Ni siquiera han pasado 15 días y Celia escribe a su cuñada esta carta. (Música de fondo).

«Ya estoy totalmente restablecida; también la pequeña está bien y promete ser muy robusta; pero no me atrevo a echar las campanas al vuelo, pues tengo miedo a la enteritis.

Había empezado a darle el pecho, y, pensando que fuese poco, quería ayudarme con el biberón. La cosa funcionó muy bien hasta el domingo, pero el dichoso biberón lo estropeó todo: fue imposible hacer que volviese a tomar el pecho. Utilicé todos los medios, la dejé sin comer: lloraba que daba compasión, así que tuve que ceder.

Bebe sin ningún problema. Le doy agua panada con la mitad de leche. Ése es todo su alimento, y estoy decidida a no darle más hasta dentro de tres o cuatro meses. Cuando empiece a darle de comer, ya te pediré que me digas qué alimento dabas a tus hijitas al principio.

La pequeña no nos da nada de guerra durante el día, pero por la noche con frecuencia nos hace pagar caro lo bien que se porta durante el día. Anoche la tuve en brazos hasta las once y media, y ya no podía con mi alma, de cansada; después, gracias a Dios, durmió como un tronco.

La niña se llama Teresa, como la última. Todos me dicen que es guapa, y ya sonríe. Me di cuenta por primera vez el martes. Creí que me equivocaba, pero ayer ya no había lugar a dudas: me miró con mucha atención y luego me dirigió una sonrisa deliciosa.

Cuando la llevaba en el seno, noté algo que nunca me había ocurrido con los otros hijos que tuve: cuando yo cantaba, ella cantaba conmigo… A ti te lo cuento, nadie lo creería».

Animador/a:

Como Celia y su hija unieron su canto, el Espíritu une nuestro canto al canto de toda la Iglesia para gloria de Dios.

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

 

Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.

 

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

 

Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,

alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,

 

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

 

Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe

Todo ser alabe al Señor.

 

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

5 LA OFRENDA DE LA VIDA

Animador/a:

La espiritualidad de Celia y Luis puede resumirse en una actitud: la oblación u ofrecimiento de sí mismos. Por amor a Dios y para la salvación de todos, Luis y Celia ofrecen, tanto las pequeñas preocupaciones cotidianas, como los grandes sufrimientos de su vida, hasta llegar a dar, no solo sus bienes, sino a sí mismos.

Celia recibe la noticia de su grave enfermedad, con 45 años y cinco hijas que criar, sin caer en la desesperación: «El buen Dios me concede la gracia de no asustarme; estoy muy tranquila, casi me siento feliz, no cambiaría mi destino con ningún otro. Si el buen Dios quiere curarme, me alegraré mucho, porque en el fondo deseo vivir: me duele dejar a mi marido y a mis hijitas. Pero por otro lado me digo: «Si no sano es quizás porque para ellos será más útil que yo me vaya…» Mientras tanto haré todo lo posible para obtener un milagro: cuento con la peregrinación a Lourdes, pero, si no sano, trataré de cantar igualmente a mi regreso».

Por su parte Luis, en los últimos años de su vida, después de haber ofrecido todas sus hijas a Dios, vivió una dolorosa enfermedad que alteró sus facultades mentales y lo condujo al internamiento en el sanatorio de Caen. Alternando momentos de lucidez con largas crisis, trataba de ofrecerlo todo al buen Dios, aceptando todo por amor. Así se expresa en un momento de mayor claridad: «Siempre estuve acostumbrado a mandar y ahora me veo obligado a obedecer, es duro. Pero sé por qué el buen dios me ha enviado esta prueba: nunca había sufrido una humillación en la vida, por eso necesitaba una».«Sea todo para la mayor gloria de Dios», repite una y otra vez.

Gesto: Manos abiertas para hacer la ofrenda de nuestras vidas a Dios. Así permanece el grupo unos momentos. Después se canta la canción siguiente.

Canto: LO QUE AGRADA A DIOS EN MI PEQUEÑA ALMA (bis). ES LA CONFIANZA CIEGA QUE TENGO EN SU MISERICORDIA (bis).

6 «DESCÁLZATE, PORQUE EL TERRENO QUE PISAS ES SANTO»

Animador/a:

La beatificación de Luis y Celia, esposos y padres, es una gracia para nuestro tiempo. Hoy tenemos la suerte de tener en Burgos sus reliquias. Es una ocasión privilegiada para venerarlas, para orar ante ellas, para pedirles a los Beatos que ayuden a nuestras familias a vivir la fe en Dios sin avergonzarse, que nos ayuden a todos nosotros a ser santos para gloria y alegría de Dios. Un relato de su hija Teresita, que se atrevió, en su viaje a Roma, a tocar las reliquias de los mártires, puede iluminar este momento.

Se escucha el relato con música de fondo.

«Llegamos a Roma de noche y dormidos. Nos despertaron los empleados de la estación, que gritaban: «Roma, Roma». No era un sueño, ¡estaba en Roma…!

Una de las más dulces emociones fue el estremecimiento que me produjo la vista del Coliseo. Por fin, podía ver aquella arena en la que tantos mártires habían derramado su sangre por Jesús, y ya me disponía a besar la tierra que ellos habían santificado. ¡Pero qué decepción la mía! El centro no era más que un montón de escombros que los peregrinos tenían que conformarse con mirar, pues una valla les impedía entrar. Por otra parte, nadie sintió la tentación de intentar meterse por en medio de aquellas ruinas…

¿Pero valía la pena haber venido a Roma y quedarse sin bajar al Coliseo…? Aquello me parecía imposible. Ya no escuchaba las explicaciones del guía, sólo un pensamiento me rondaba por la cabeza: bajar a la arena…

Al ver pasar a un obrero con una escalera, estuve a punto de pedírsela. Afortunadamente no puse en práctica mi idea, pues me habría tomado por loca…

Se dice en el Evangelio que la Magdalena, perseverando, junto al sepulcro y agachándose insistentemente para mirar dentro, acabó por ver dos ángeles. Yo, igual que ella, aun reconociendo la imposibilidad de ver cumplidos mis deseos, seguía agachándome hacia las ruinas, adonde quería bajar.

Por fin, no vi ángeles, pero sí lo que buscaba. Lancé un grito de alegría y le dije a Celina: «¡Ven corriendo, vamos a poder pasar…!»

Inmediatamente sorteamos la valla, hasta la que en aquel sitio llegaban los escombros, y comenzamos a escalar las ruinas, que se hundían bajo nuestros pies.

Papá nos miraba, completamente asombrado de nuestra audacia, y no tardó en indicarnos que volviéramos. Pero las dos fugitivas ya no oían nada. Lo mismo que los guerreros sienten aumentar su valor en medio del peligro, así nuestra alegría iba en aumento en proporción al trabajo que nos costaba alcanzar el objeto de nuestros deseos.

Celina, más previsora que yo, había escuchado al guía, y acordándose de que éste acababa de señalar un pequeño adoquín marcado con una cruz como el lugar en el que combatían los mártires, se puso a buscarlo. No tardó en encontrarlo, y, arrodillándonos sobre aquella tierra sagrada, nuestras almas se fundieron en una misma oración…

Al posar mis labios sobre el polvo purpurado por la sangre de los primeros cristianos, me latía fuertemente el corazón. Pedí la gracia de morir también mártir por Jesús, y sentí en el fondo del corazón que mi oración había sido escuchada…

Todo esto sucedió en muy poco tiempo, y después de coger algunas piedras, volvimos hacia los muros en ruinas para volver a comenzar nuestra arriesgada empresa. Papá, al vernos tan contentas, no tuvo valor para reñirnos, y me di cuenta de que estaba orgulloso de nuestra valentía… Dios nos protegió visiblemente, pues los peregrinos no se dieron cuenta de nuestra empresa por estar algo más lejos que nosotros, ocupados sin duda en contemplar las magníficas arcadas, de las que el guía estaba resaltando «las pequeñas cornisas y los cupidos colocados sobre ellas». Y así, ni él ni los «señores abates» se enteraron de la alegría que embargaba nuestros corazones…»

El animador/a invita a acercarse a besar las reliquias con un deseo orante en el corazón y en los labios. Mientras se escuchan canciones sobre textos de Teresita. Después invita a todos a orar de forma espontánea al Dios bueno.

Oración de la familia cristiana con las manos unidas: El padrenuestro

El sacerdote hace esta oración conclusiva

Dios, fuente de todo amor,

Tú nos has dado en los bienaventurados esposos, los beatos Luis y Celia Martín,

un ejemplo de santidad vivida en su matrimonio.

Ellos guardaron la fe y la esperanza

en medio de las tareas y dificultades de la vida de cada día.

Educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos.

Te pedimos que su testimonio de vida

sostenga a las familias en su camino cristiano.

Que la presencia de su reliquias entre nosotros esta noche,

nos ayude a caminar siempre haciendo tu voluntad.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

7 BENDICIÓN DE DIOS PARA TODOS

Animador/a:

La beatificación de Luis y de Celia es una gran bendición para la Iglesia y para las familias. Con ellos y en ellos nos bendice Dios. Con la presencia de María nos bendice Dios. Recibamos con gozo la bendición de Dios.

El sacerdote bendice a todos con la bendición solemne de los santos. Los que hacen de Celía y Luis levantan los cirios, otra persona levanta el jarrón con las nuevas rosas, que simbolizan a los nueve hijos.

Animador/a: despedida y agradecimiento a los que han participado en la Vigilia de oración.

Libros recomendados:

Post recomendados:

Viva el evangelio como nunca antes:

Recibe nuestras reseñas literarias:

Únete a nuestra comunidad literaria para recibir reseñas semanales de libros  de tu interés por e-mail. Es gratis y disfrutarás de precios más bajos y regalos en nuestras editoriales con tu cupon de socio.