Cuaresma para niños: Orantes bíblicos en camino hacia la Pascua

Breve diálogo con los niños sobre el desierto:

¿Quien ha ido, quien ha visto algún desierto?

(Proyectar algunas fotos de desiertos, destacar el silencio, la inmensidad, los colores, el cielo, las numerosas pistas de arena, las dunas, en los poblados las pequeñas casas, -sin ventanas para evitar el tremendo calor!-, los oasis, etc…;)

Existen varios tipos de desiertos. ¿Conocemos algún sinónimo de desierto?: vacío, deshabitado, desolado, árido, seco, solitario, desamparado etc…;

¿Podemos encontrar en la vida otras situaciones de desierto, de soledad?, ¿Dónde?, ¿Cuándo?

Dejamos unos momentos de silencio para la reflexión y después escuchamos y compartimos con los niños.

¿Por qué hablamos del desierto en la Cuaresma? ¿Qué es la Cuaresma?¿A que nos prepara?

En el desierto no hay nada, el desierto suscita, despierta el deseo de cambios, la necesidad de encontrar el manantial, la fuente.

¿Quién puede guiarnos y orientarnos en este tiempo?

A Dios no se le puede encontrar en el bullicio, ni en el ruido sino en el silencio, en la suave brisa.

La vocación de Abraham

«Se levantó Abraham de madrugada, aparejó su burro, llamó a dos criados para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado. Abraham tomó la leña para el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó luego en su mano el brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos. Entonces Isaac dijo a Abraham: «Padre mío.» Le respondió: «¿Qué hay, hijito?» Prosiguió Isaac: «Llevamos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?» Abraham le respondió: «Dios mismo proveerá el cordero, hijo mío.» Y continuaron juntos el camino. Al llegar al lugar que Dios le había indicado, Abraham levantó un altar y puso la leña sobre él. Luego ató a su hijo Isaac y lo colocó sobre la leña. Pero el Ángel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: «Abraham, Abraham.» Contestó él: «Aquí estoy.» Abraham miró a su alrededor, y vio cerca de él a un carnero que tenía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abraham llamó a aquel lugar «Yahvé provee». Y todavía hoy la gente dice: «En ese monte Yahvé provee.» (Gn22, 1-4).

¿En qué sentido Abraham es un modelo de oración?

Abraham es un modelo de oración porque camina en la presencia de Dios, le escucha y obedece. Su oración es un combate de la fe porque, aún en los momentos de prueba, él continúa creyendo que Dios es fiel. Aún más, después de recibir en su propia tienda la visita del Señor que le confía sus designios, Abraham se atreve a interceder con audaz confianza por los pecadores. (C.I.C nº 536)

La vocación de Moisés

«Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas más allá del desierto; y llegó hasta Horeb, la montaña de Dios.El ángel de Yahvé se le apareció en forma de llama de fuego, en medio de una zarza. Vio que la zarza estaba ardiendo, pero que la zarza no se consumía.Dijo, pues, Moisés: » Voy a acercarme para ver este extraño caso: por qué no se consume la zarza. » Cuando vio Yahvé que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza, diciendo: » ¡Moisés, Moisés! » El respondió: » Heme aquí. » Le dijo: » No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada. » Y añadió: » Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. » Moisés se cubrió el rostro, porque temía ver a Dios. Dijo Yahvé: » Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos.He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel…; Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios losoprimen.Ahora, pues, ve; yo te envío a Faraón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto. «Dijo Moisés a Dios: ¿Quién soy yo para ir a Faraón y sacar de Egipto a los israelitas? «Respondió: » Yo estaré contigo y esta será para ti la señal de que yo te envío: Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto daréis culto a Dios en este monte. «

Contestó Moisés a Dios: » Si voy a los israelitas y les digo: ‘El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’; cuando me pregunten: ‘¿Cuál es su nombre?’, ¿qué les responderé? «Dijo Dios a Moisés: » Yo soy el que soy. » Y añadió: » Así dirás a los israelitas: ‘Yo soy’ me ha enviado a vosotros. «Siguió Dios diciendo a Moisés: » Así dirás a los israelitas: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación. » » Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: ‘Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: Yo os he visitado y he visto lo que os han hecho en Egipto» (Ex. 3, 1-6. 7. 12).

¿Cómo oraba Moisés?

La oración de Moisés es modelo de la oración contemplativa: Dios, que llama a Moisés desde la zarza ardiente, conversa frecuente y largamente con él «cara a cara, como habla un hombre con su amigo» (Ex 33, 11). De esta intimidad con Dios, Moisés saca la fuerza para interceder con tenacidad a favor del pueblo; su oración prefigura así la intercesión del único mediador, Cristo Jesús (C.I.C nº 537).

La vocación de Samuel

«Servía el niño Samuel a Yahvé a las órdenes de Elí…;Cierto día, estaba Elí acostado en su habitación – sus ojos iban debilitándose y ya no podía ver -no estaba aún apagada la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el Santuario de Yahvé, donde se encontraba el arca de Dios.Llamó Yahvé: » ¡Samuel, Samuel! » El respondió: » ¡Aquí estoy! «,y corrió donde Elí diciendo: » ¡Aquí estoy, porque me has llamado. » PeroElí le contestó: » Yo no te he llamado; vuélvete a acostar. » El se fue y se acostó. Volvió a llamar Yahvé: » ¡Samuel! » Se levantó Samuel y se fue donde Elí diciendo: » Aquí estoy, porque me has llamado. » Elí le respondió: » Yo no te he llamado, hijo mío, vuélvete a acostar. «Aún no conocía Samuel a Yahvé, pues no le había sido revelada la palabra de Yahvé. Tercera vez llamó Yahvé a Samuel y él se levantó y se fue donde Elí diciendo: » Aquí estoy, porque me has llamado. » Comprendió entonces Elí que era Yahvé quien llamaba al niño, y dijo a Samuel: » Vete y acuéstate, y si te llaman, dirás: Habla, Yahvé, que tu siervo escucha. » Samuel se fue y se acostó en su sitio» (1 Samuel 3, 1-9)

El encuentro de Elías con Dios

«Allí, entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor. 10 El Señor le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?». Él respondió: «Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida». 11 El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor». Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: «¿Qué haces aquí, Elías?». 14Él respondió: «Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida» (1 Reyes 19).

Jesús con la Samaritana

«Llegó, pues, a una ciudad de Samaría, llamada Sicar, junto al campo que dio Jacob a su hijo José. Estaba allí el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.Vino una mujer de Samaría a sacar agua. Jesús le dijo: Dame de beber. Sus discípulos se habían marchado a la ciudad a comprar alimentos. Entonces le dijo la mujer samaritana: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? Pues no se tratan los judíos con los samaritanos. Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice dame de beber, tú le habrías pedido y él te habría dado agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes ni con qué sacar agua y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas, pues, el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús: Todo el que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed nunca más, sino que el agua que yo le daré se hará en él fuente de agua que salta hasta la vida eterna. …; Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer que atestiguaba: Me ha dicho todo cuanto hice» (Juan 4, 1-45).

Jesús orante

«En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos». Lucas 6,12-19.

¿De quién aprendió Jesús a orar?

Conforme a su corazón de hombre, Jesús aprendió a orar de su madre y de la tradición judía. Pero su oración brota de una fuente más secreta, puesto que es el Hijo de Dios que, en su humanidad santa, dirige a su Padre la oración filial perfecta (C.I.C 541).

¿Cuándo oraba Jesús?

El Evangelio muestra frecuentemente a Jesús en oración. Lo vemos retirarse en soledad, con preferencia durante la noche; ora antes de los momentos decisivos de su misión o de la misión de sus apóstoles. De hecho toda la vida de Jesús es oración, pues está en constante comunión de amor con el Padre (C.I.C 542).

¿Cómo nos enseña Jesús a orar?

Jesús nos enseña a orar no sólo con la oración del Padre nuestro, sino también cuando Él mismo ora. Así, además del contenido, nos enseña las disposiciones requeridas por una verdadera oración: la pureza del corazón, que busca el Reino y perdona a los enemigos; la confianza audaz y filial, que va más allá de lo que sentimos y comprendemos; la vigilancia, que protege al discípulo de la tentación (C.I.C 544).


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Las Palmeras en el desierto

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