EL JARDINERO que hizo brotar la esperanza
Érase una vez un hombre que con mucho cariño cuidaba su jardín. Aunque era otoño, quiso el jardinero adornar de flores una pequeña parte de su jardín, que había quedado agostada en el verano.
«No conseguirás nada», le dijeron los robustos robles del camino. «Caerán lluvias, soplarán vientos y se llevarán las diminutas semillas al mar o a los ríos, donde nada germina», continuaron.
El jardinero encaprichado no se resignaba con la franja amarillenta, que desmerecía la belleza de su jardín. Seleccionó las semillas de flores, tomándolas de colores y especies variadas. Las introdujo, una a una, después de mullir la tierra, y las tapó con suavidad con la palma de su mano.
No se sentó a esperar, pues un jardinero nunca está ocioso, pero plantó también en su corazón otra semilla, llamada esperanza. Elevó una súplica a Dios, para que fuera benévolo e hiciera germinar sus flores; pidió a la tierra que diera suave acogida en su seno a las pequeñas semillas, que las despertara con su toque húmedo y les dejara posar sus raíces.
Pidió a la lluvia, que cayera lentamente para empapar la tierra.
Pidió al sol, que luciera a su tiempo con rayos cálidos, que no abrasaran los pequeños brotes.
Pidió al viento, unos días de discreción, de cierta ausencia, para dejar inmóviles las diminutas simientes en la tierra.
El jardinero siguió sus labores satisfecho, mientras en su interior mantenía viva la esperanza.
A los pocos días, al volver del huerto lejano, donde los frutales aparecían ya podados y sin hojas, sintió en su interior una leve llamada. Alzó los ojos: a pocos metros, en la pradera agostada, despacito, brotaba, se asomaba una pequeña yema. Una solitaria y pequeña flor de color rojo.
Se acercó cuidadosamente el jardinero: «¡Gracias pequeña!», exclamó. Sabía que un día, a pesar del frío y del largo invierno, brotaría la vida. Y soñó con las nuevas flores que brotarían sucesivamente. Al pasar junto a los robles, alzó la mirada, sonriendo les dio una suave palmada, acariciando los troncos.
Mantened siempre encendida la llama de la esperanza.(Pedro Crespo)
La estrellita, ESPERANZA
Existían millones de estrellas en el cielo. Estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas y azules. Un día inquietas, ellas se acercaron a Dios y le dijeron:
Se cuenta que en aquella noche, hubo una linda lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños y la Tierra quedó maravillosamente iluminada.
– Señor Dios, nos gustaría vivir enla Tierra, entre los hombres. Así será, respondió el Señor. Os conservaré a todas pequeñitas, como son vistas para que podáis bajar ala Tierra.
Pero con el pasar del tiempo, las estrellas resolvieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando la tierra oscura y triste.
– ¿Porqué volvisteis? -Preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo-.
– Señor, no nos fue posible permanecer enla Tierra. Allá existe mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha injusticia.
Y el Señor les dijo: ¡Claro! Vuestro lugar está aquí en el cielo. En la tierra, nada es perfecto, es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquel que se equivoca, de aquel que muere. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno, del amor infinito y sin límites.
Pero nos está faltando una estrella. ¿Será que se perdió en el camino?
Un ángel que estaba cerca replicó:
No Señor, una estrella decidió quedarse entre los hombres.
Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límite, donde las cosas no van bien, donde hay lucha y dolor.
– ¿Qué estrella es esa?
– Es la Esperanza Señor. La estrella verde. La única estrella de ese color.
Y cuando miraron para la Tierra, la estrella no estaba sola.La Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona.
Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe cómo será el futuro.
Recibe Amigo(a) en este tiempo esta estrella en tu corazón,La Esperanza, tu estrella verde. No dejes que ella huya y no permitas que se apague. Ten la certeza que ella iluminará tu camino, tu familia y todos tus amigos. Se siempre positivo y agradece a Dios por todo. Se siempre feliz y contagia con tu corazón iluminado a otras personas.
UN CUENTO DE NAVIDAD
Basado en un cuento atribuido a León Tolstoi
Un aldeano ruso, muy devoto,constantemente pedía en sus oraciones que Jesús viniera a visitarle en su humilde cabaña. En la víspera de Navidad soñó que el Señor se le aparecería. Estaba tan seguro de la visita, que inmediatamente comenzó a poner la casa en orden para recibir a tal huésped como se merecía. De repente se desencadenó una fuerte tempestad de granizo y nieve. El aldeano continuaba con las tareas domésticas, cuidando también la sopa de repollo, pues era su plato favorito.De vez en cuando se asomaba a la calle, siempre esperando. Pasado algún tiempo, el aldeano observó que alguien se acercaba caminando con dificultad debido a la fuerte borrasca de nieve. Era un pobre vendedor ambulante,que traía en sus espaldas un fardo bastante pesado. Compadecido, salió de casa al encuentro del vendedor. Lo llevó a la cabaña,puso su ropa a secar al calor de la hoguera y compartió con él la sopa de repollo. Reconfortado, se sintió con fuerzas para continuar la jornada. Mirando de nuevo por la ventana,vio a una mujer cubierta de nieve en la calle, fue a por ella y la guareció en la cabaña. Hizo que se sentara cerca de la hoguera, le dio de comer, la cubrió con su propia capa.La noche comenzaba a caer. Una vez repuesta y recobradas las fuerzas siguió su camino. Y¡Jesús no llegaba! Las esperanzas del aldeano se desvanecían; una vez más se acercó a la ventana y contempló la calle cubierta de nieve. Le pareció ver a un niño que estaba perdido y congelado de frío,tomó con cariño al niño y lo llevó a la cabaña. Le dio de comer,y pronto el niño se adormeció al calor de la hoguera. Cansado y desolado, se sentó y acabó por adormecerse junto al fuego. ¡Pero, de repente, una luz radiante, que no provenía de la hoguera, iluminó toda la estancia! Delante del pobre aldeano,apareció risueño el Señor -¡ Ah! ¡Señor! te he esperado todo el día y no has aparecido, le dijo el aldeano… Jesús le respondió: «Hoy he visitado tu cabaña tres veces . El vendedor ambulante que socorriste, acogiste y diste de comer.. Era YO La pobre mujer a quien diste la capa. Era YO, y el niño que salvaste, también era Yo.’El bien que a alguna persona haces, a míme lo haces!» dice Jesús «¿Cómo puedes decir que amas a Dios que no ves, si no amas a tus hermanos que ves?»(Ria Slides)