MOTIVACIÓN
- Jornada Escolar de la Paz y la No-violencia
- Importancia de los valores como la justicia, la solidaridad, la paz, el perdón, la reconciliación, el diálogo, el respeto en el bien mundial.
- Necesidad de aprender a convivir con personas de diferente cultura.
- La presencia de tantas guerras -oficiales o no- y las desastrosas consecuencias.
Canción: El mundo pide paz
Paz, paz, paz, el mundo pide paz. Logra la paz en tu interior y derrámala en la tierra. Sólo la paz trae la paz, la guerra engendra guerra. Paz es la hermana del amor, cuando vence, no hay vencidos.
Lectura bíblica:
«Dijo Dios a Noé y a sus hijos con él: «He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia, y con toda alma viviente que os acompaña. Esta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre vosotros y toda alma viviente que os acompaña y yo: Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra. Cuando yo anuble de nubes la tierra, entonces se verá el arco en las nubes, y me acordaré de la alianza» (Génesis 9, 8-9.1214).
«Os dejo la paz, mi paz os doy: no os la doy como la da el mundo» (Jn 14,27)..
Trabajo en Grupo
Se forman grupos. A cada grupo se le entrega un trozo de cartulina de colores para escribir la síntesis del trabajo. Comparten y responden a esta pregunta:
¿Qué podemos hacer nosotros para favorecer la paz?
Símbolo compartido:
Cada representante de grupo lee la reflexión (petición, manifiesto,…) que han elaborado en los grupos y la tarjeta de cartulina la colocan en un mural formando arco, un arco iris de valores:
rojo-amor anaranjado-libertad, espiritualidad amarillo-alegría verde-esperanza azul-sosiego, tranquilidad añil-fortaleza morado-perdón
El papa Francisco hoy, 1 de septiembre, antes de rezar la oración del ángelus en la plaza de San Pedro, realizó un fuerte apelo y convocó a una jornada de ayuno por la paz en Siria y en el mundo, que se celebrará el próximo sábado 7 de septiembre.
«Queridos hermanos y hermanas, buen día. Hoy quiero hacerme intérprete del grito que sube desde cada parte de la tierra, desde cada pueblo, del corazón de cada uno, de la única gran familia que es la humanidad, con angustia creciente: es el grito de la paz. Es el grito que dice con fuerza: queremos un mundo de paz.
Queremos ser hombres y mujeres de paz. Queremos que en esta sociedad nuestra, destrozada por divisiones y conflictos estalle la paz. ¡Nunca más la guerra, nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precisos que tiene que ser promovido y protegido. Vivo con particular sufrimiento y preocupación las diversas situaciones de conflicto que hay en nuestro mundo, pero en estos días mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por las dramáticas perspectivas que se prospectan.
Dirijo un fuerte apelo por la paz, un apelo que nace del interior de nosotros mismos. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta devastación, cuánto dolor llevó y lleva el uso de las armas en este martirizado país. Especialmente entre la población civil e inerme. Pensemos a los niños no podrán ver la luz del futuro. Con particular firmeza condeno el uso de las armas químicas. Les digo que conservo aún fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes que vi en los días pasado. ¡Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones del que no se puede huir! El uso de la violencia nunca trae la paz.
La guerra engendra guerra, la violencia engendra violencia. Con toda mi fuerza pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de la propia conciencia, de no cerrarse en los intereses propios, pero que miren al otro como a un hermano y que tomen posición con decisión el camino del encuentro y del negociado, superando la ciega contraposición. Con la misma fuerza exhorto también a la comunidad internacional de manera que haga un esfuerzo para promover, sin ulterior indulgencia, iniciativas claras por la paz en ese país, basadas en el diálogo y la negociación, en el bien de la población siria. No sea ahorrado ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a quien fue golpeado por este terrible conflicto. En particular a los desplazados en el país y a los numerosos prófugos en los países vecinos.
A los operadores humanitarios empeñados en aliviar el sufrimiento de la población, le sea asegurada la posibilidad de dar la ayuda necesaria. ¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el papa Juan, a todos nos corresponde la tarea de recomponer la relación de convivencia en la justicia y el amor. Una cadena de empeño por la paz una a todos los hombre y mujeres de buena voluntad. Y hago una fuerte e insistente invitación a toda la Iglesia católica y también la extiendo a los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de cada religión, y también a los hermanos y hermanas que no creen.
La paz es un bien que supera cualquier las barrera porque es un bien de toda la humanidad. Repito en alta voz: No es la cultura del enfrentamiento, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia de los pueblos y entre los pueblos; sino aquella: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo, esta es el único camino hacia la paz.
El grito de paz se eleve alto para que llegue al corazón de todos, y todos depongan las armas y se dejen guiar del anhelo de paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido de convocar para toda la Iglesia, el 7 de septiembre próximo -vigilia de la Natividad de María Reina de la Paz- una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria, en el Medio Oriente y en todo el mundo.
Y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que considerarén más oportuna a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la plaza de San Pedro, aquí desde las 19 a las 24 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para invocar de Dios este gran don en favor de la amada nación siria y por todas las situaciones de conflictos y violencias en el mundo.
La humanidad necesita ver gestos de paz y oír palabras de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que además de vivir este día de ayuno, organicen algún acto litúrgico según esta intención. A María le pedimos que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, la reconciliación y del amor. Ella es madre. Que ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos.
¡Ayúdanos María a superar este difícil momento y a empeñarnos cada día, en cada ambiente, en una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María reina de la paz, ruega por nosotros. Todos: María reina de la paz ruega por nosotros.