La Cena del Señor

  • Busca un momento en tu jornada para orar.
  • Haz despacio la señal de la presencia, mientras dices con calma: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
  • Coloca ante ti este icono.
  • Abre la Palabra y lee estos dos textos: Lucas 22, 14-20; Juan 13.
  • Deja, si puedes, tus preocupaciones. Serénate y prepara tu corazón para la sorpresa.
  • Pero ven con tus hermanos y hermanas, ven con su dolor y su gozo.
  • Ten presente las situaciones de muerte que te llegan cada día del mundo. Acércate desde ahí al Señor.

MIRA EL ICONO Y DEJA QUE TE HABLE

  • Jesús está sentado a la mesa con sus discípulos, en una habitación que recuerda el Cenáculo.
  • Las figuras y los rostros expresan la solemnidad del misterio que se está celebrando. De entre los discípulos se distinguen:
  • Juan, el discípulo amado, el que ha penetrado en el misterio y ha ‘conocido’ con intenso amor la intimidad del Maestro; está reclinando la cabeza junto al pecho del Señor.
  • Judas se inclina también, pero para mojar el pan ázimo en el plato; es el discípulo que no sabe amar ni agradecer el amor del Señor.
  • La mesa está preparada. Encima hay de todo: cálices, pan, platos con alimentos, candelabros.
  • El icono de la Cena del Señor tiene gran capacidad simbólica. Puede representar a la vez la institución de la Eucaristía, la conversación de Jesús con sus discípulos acerca de la traición de uno de ellos, o la efusión de sentimientos con que el evangelista Juan describe esta cena de adiós que
  • Jesús consuma con sus amigos, antes de pasar de este mundo al Padre.
  • El icono lleva delante de los ojos lo que las palabras de Jesús llevan al oído, y cada día se repiten como solemne proclamación de este misterio en la anáfora eucarística:

Tomad y comed: esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros.
Tomad y bebed; este es el cáliz de mi sangre, de la nueva alianza, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para la remisión de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.

DEJA QUE EL ICONO HABITE TU VIDA Y LA VIDA DEL MUNDO

  • Acoge silenciosamente en tu interior el gesto de amor de Jesús, que se entrega totalmente por todos
  • Centra tu mirada en Jesús que se hace pan partido para todos, que se hace sangre derramada para entregarnos vida.
  • Estás invitado a entrar en la eucaristía de Cristo, en su entrega, en su amor hasta el extremo; de esa fuente brotarán los gestos de amor solidario y el amor de unos a otros.
  • Siéntate en la mesa pascual siempre abierta.
  • Aliméntate con la Palabra de vida, con el pan y el vino de su amor y hazlo unido a todos los hermanos y hermanas de la humanidad.
  • Proclama que le amor de Jesús es fiel.
  • Vive la fraternidad universal sellada en la nueva alianza de Jesús, que ha derramado su vida en la cruz.

CANTA UN HIMNO A CRISTO

Hemos visto la Luz verdadera: hemos recibido el espíritu celestial; hemos encontrado la verdadera fe, adorado la Trinidad invisible, porque ella nos ha salvado. «Concédenos Padre que la comunión del cuerpo y sangre de Cristo sea para nosotros fe sin miedo, amor sin falsedad, aumento de sabiduría, curación del alma y del cuerpo, victoria sobre las fuerzas enemigas y fiel cumplimiento de tu mandamiento de amor».

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado» (Jn 13, 34)

Creo, Señor, y confieso que tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, el que vino al mundo para salvar a los pecadores, de los que yo soy el primero.

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