No sé cómo será la nueva tierra,
y vivo en ese empeño.
No sé cómo serán los cielos nuevos,
y con esa esperanza me desvivo.
Pero una cosa sé, y eso me basta…
que creo en ti, Señor y Padre nuestro,
mi roca, mi vida, mi esperanza.
Me basta tu Palabra, me basta tu Promesa,
Me bastas tú, Señor y Padre nuestro,
para vivir despierto en la tarea de renovar la tierra,
cerrar los ojos cuando llegue el día
y despertar gozosamente sorprendido en el cielo
sorpresa de un amor sorprendente y desmedido,
como el que Tú nos tienes, Señor y Padre nuestro.