SEMANA DE ESPIRITUALIDAD: SEGUNDO DÍA
1. ACOGIDA. ENSAYO DE CANTOS
Buenas tardes. Bienvenidos/as a esta Semana de Espiritualidad que prepara la familia del Carmen. Jesús, en su humanidad, ha dejado nuestra tierra llena de huellas. Su caminar entre nosotros lo ha dejado todo vestido de gracia y hermosura. Pero estas huellas hay que buscarlas. Solo el que busca y no se cansa de buscar las encuentra. «Un día, el abuelo encontró a su nieto llorando y le preguntó por qué lloraba. El pequeño le dijo que estaba jugando al escondite con un amigo y que se había escondido tan bien que el amigo era incapaz de encontrarlo. Pero al pasar mucho rato, salió de su escondite y se dio cuenta de que su amigo se había cansado de buscar. Ese era el motivo de su llanto. Entonces el abuelo le dijo: «Eso mismo le pasa a Dios. Está escondido dentro de nosotros y en el corazón de la vida, pero muchos se cansan de buscarlo». «Dios siempre me esperó» (Prólogo del libro de la Vida de Santa Teresa), dice santa Teresa espantada ante tanta fidelidad. Unas huellas nos esperan. Solo hay que salir y ponerse a buscar con los ojos abiertos. A esto nos empuja el Espíritu. Vuestra presencia aquí, en esta tarde, indica el deseo de ser nómadas, de ser peregrinos, de ser buscadores de la vida. Bienvenidos/as.
(Momento de música)
Una persona proclama el texto, después lo proclaman varias personas juntas:
«El reino de Dios se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de Dios se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tienen y la compra» (Mt 13,44-46).
(Una pausa de silencio)
2. ALGUNAS ACTITUDES PARA LA BÚSQUEDA
Varias personas proclaman: «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rom 8,26)
Estar abiertos. «Nuestra vida es una cuestión abierta. ¿Cómo se aprende el arte de vivir? ¿Cuál es el camino que lleva a la felicidad?» (J. Ratzinger). Está abierto el nómada, que se compromete, entrega su vida, parte su pan en una eucaristía. Está cerrado es el sedentario, que guarda su vida, la defiende, la aísla de los demás. Está abierto y busca el campesino que encuentra un tesoro en el campo y compra el terreno de la interioridad (cf Mt 13,44-45). Está abierta la comerciante en perlas finas que, cuando encuentra una de gran valor, lo vende todo y la compra (cf Mt 13,45-46).
- Gesto: manos abiertas.
- Canto: Ven Espíritu…
Tener confianza. Como la de un niño que se abandona confiadamente en los brazos de su mamá. Para toda crisis, para toda situación difícil, hay salida. Cuando solo Dios es Dios, no hay nada irremediable. Por lo tanto, «no te pongas en menos» (San Juan de la Cruz), no pienses mal de ti ni de los demás, no des por terminada la esperanza. Sabemos bien quién nos guía. Estamos en buenas manos.
- Gesto: Una persona se tapa los ojos. Otra la acompaña poniendo la mano en los hombros.
- Canto: Ven Espíritu…
Dejarnos ayudar por las preguntas, que puedan romper la corteza y ayudarnos a penetrar en los adentros. En concreto, por dos preguntas que tienen lugar en los inicios: comienzo del libro del Génesis y primeros pasos del evangelio de Juan.«¿Dónde estás?» (Gn 3,8-9). «¿Qué buscas?» (Jn 1,38).
- Se escuchan las preguntas: ¿Dónde estás? ¿Qué buscas?
- Canto: Ven Espíritu…
Hacer un camino solidario. No vamos solos en la búsqueda. Vamos con muchos hermanos y hermanas, vamos con los gozos y dolores de la humanidad, porque «para un cristiano nada humano es ajeno… Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (G S 1). Sin los demás, ¿qué son nuestros caminos? Ante las grandes cuestiones del mundo, de la humanidad de hoy, no somos neutrales ni ausentes. «Mías son las gentes… porque Cristo es mío y todo para mí» (Juan de la Cruz).
- Gesto: Se dan la mano unos a otros.
- Canto: Ven Espíritu…
Contar con la presencia de María, la mujer «que se pone en camino y fue a toda prisa a la montaña» (Lc 1,39), porque una mirada de Dios a su pequeñez la ha puesto en camino de seguimiento (cf Cant 5,6).
- Icono: María, caminando.
- Canto: Ven Espíritu…
Jesús va delante, «para prepararnos un lugar» (Jn 14,2). Nuestros pies se colocan sobre sus pisadas.
- Icono: Jesús, caminando).
- Canto: Ven Espíritu…
3. EL ESPÍRITU NOS PONE EN ÉXODO PARA BUSCAR A JESÚS
Canción: AMADO MÍO, ¿ADÓNDE ESTÁS? AMADO MÍO.
¿Adónde te escondiste, Amado,
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¿Qué hacer entonces? Salir… buscar los amores, ponernos en éxodo, ponernos a buscar, arriesgarnos. Como Abrahán: «Sal de tu tierra y ponte en camino hacia la tierra que Yo te voy a dar» (Gn 12,1).
No es fácil salir y buscar. La pereza nos acobarda y hace de nuestra alma un alma acostumbrada. La pereza, el miedo que nos paraliza y nos impide caminar. ¿Qué más cosas nos impiden salir y buscar? (El grupo puede decir algunas cosas).
Cuando dejamos las seguridades y salimos a la intemperie, aparecen las dificultades. Nos vienen ganas de dar marcha atrás y de volver a las madrigueras. Pero Jesús va delante, endurece el rostro como piedra y sigue caminando buscando a todos los perdidos para poner amor donde no hay amor, para levantar al Padre y al ser humano de entre los despojos.
En la búsqueda surgen preguntas fuertes que nos desconciertan: ¿Habrá merecido la pena iniciar este camino? ¿No serán las aguas prometidas un espejismo en el desierto?¿Dónde están las huellas de Dios en el dolor si solo veo las mías? Y vienen ganas de huir, de escapar de la mirada de Dios, y de perdernos por los caminos trillados por donde van tantos.
El Espíritu nos recuerda entonces el cayado de un Pastor que nos sosiega, y en la sed nos ofrece fuentes de agua vida, para nuestra hambre prepara una mesa, en el miedo de las cañadas oscuras El viene siempre con nosotros.
(Música de fondo)
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
El Espíritu nos regala la presencia alentadora de miles de peregrinos que hacen el camino buscando. Ellos nos enseñan a volar como las águilas y a no a dar a movernos como pollos trabados.
4. TRES LÁMPARAS PARA EL CAMINO
Una experiencia de silencio
La búsqueda de las huellas de Jesús puede comenzar con el silencio, que es un camino de libertad. La verdad de uno mismo sólo se percibe en el silencio. En el silencio brota, como un surtidor, el don que llevamos dentro, la presencia de Jesús que nos espera sentado en el brocal de nuestro pozo. No disponer de tiempo de silencio conlleva vivir cada día sin profundidad, sin preguntas o esperanzas verdaderas. «Quítate las sandalias de los pies» (Ex 3,4).
El silencio nos prepara para unas relaciones profundas y auténticas. El silencio nos hae más receptivos. El silencio es intimidad para la Palabra de Jesús, es soledad para su presencia amorosa. Hay cosas que no se compran. Se puede comprar el ruido, pero no el silencio. El silencio sólo existe en ti si tú lo haces, lo modelas, si poco a poco entras en el secreto del silencio.
El silencio es regalo del Espíritu. Más allá de lo que hacemos o no hacemos, está la zona donde somos amados. Al silencio vamos con una historia de amor. La Palabra de amor guardada en el silencio nos hace creativos. «Después de un periodo de silencio, nos enfrentamos al otro de una manera completamente nueva» (D. Bonhöeffer). «El silencio provoca actitudes de escucha y de diálogo entre los pueblos» (Martini).
Canto: BUSCA EL SILENCIO, TEN ALERTA EL CORAZÓN. CALLA Y CONTEMPLA. (Unos minutos de silencio).
Un testimonio: Oración de un Peregrino
(Con música de fondo)
«Señor Dios, he pasado la vida buscándote. He preguntado tu nombre y dirección. Quiero saber dónde vives. Deseo encontrarte y hablar contigo. Pero me han dado unos nombres y direcciones, que no me han llevado precisamente a Ti. Dios mío: ¿dónde habitas? Algunos me han dicho que estás en los grandes templos, en las grandes iglesias. Me han repetido: «Su nombre es Dios, el Altísimo». He ido a esos lugares, pero no te he encontrado. Solo he visto hermosas piedras, y personas que afirmaban saberlo todo acerca de Ti. Sin embargo, por más que yo lo deseaba,no he logrado creer. El corazón me decía: ¡Dios no es así! No encontré en medio de ellos ni justicia ni amor.
Otros me decían que Tú estabas en los grupos insumisos, esos que viven en la sombra. «Su nombre es Dios Vengador y justiciero», me decían sin cesar. Me acerqué a ellos y me quedé en la duda. Encontré gente estupenda, pero no hallé ni la humildad ni la libertad de la que tanto hablan.
Así que proseguí la búsqueda de tu morada, de tu presencia. Cansado y sudoroso de tanto caminar, me detuve ante la casa de un pobre. Estaba sentado en la acera, frente a su casucha, para disfrutar el aire fresco del atardecer. Le pregunté por tu nombre y dirección. El me respondió: «Amigo, perdona mi ignorancia. Me llamo Severino. No sé darte ninguna información. Pero entra conmigo y descansa un poco. Tienes aspecto de andar dando vueltas, cansado. Quédate aquí conmigo: ¡estás en tu casa!». Entré y me quedé. ¡Aún estoy allí!
Ignoro si tú habitas en la casa de Severino. El me ha dicho que no te conoce. Pero junto a él he hallado paz y humildad, participación y perdón, solidaridad y lucha por la justicia. He dado con la libertad verdadera. Dime, Señor: ¿Es en la casa de este pobre donde te escondes?
No puede ser de otro modo. En efecto, él no se presenta como un profesor y, sin embargo, ¡cuántas cosas me ha enseñado! No posee nada, pero me ha dado todo aquello que necesitaba. Dice que es un ignorante, aunque sabe mucho más que yo. Es débil y carece de medios, con todo, en su lucha por la justicia, nadie hasta ahora ha conseguido derrotarlo. Vive lleno de sufrimientos, pero ¡nunca he contemplado tanta alegría! Vive luchando y, sin embargo, no hace más que contagiar su paz. Si no fuese ésta tu morada, Señor, ya no sabría donde más buscarla. Aquí encuentro y recibo lo que andaba buscando. Y aquí permanezco lleno de gratitud, hasta que me indiques otra dirección mejor. Espero sólo que un día me reveles tu nombre. Amén».
Momento de adoración
(Se proyecta el icono de la Trinidad. Canto: Me postraré en tu presencia. Velas encendidas)
Deja la ausencia y entra en la Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Haz conscientemente sobre ti la señal del Amor:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Calla y entra en el asombro.
No te separes nunca de su mirada.
Nadie, nunca, te ha regalado tanto.
Pon toda tu vida en las manos amorosas del Padre.
Abre tu corazón para que el Espíritu te inunde como una llama de amor.
Siente las manos de ánimo de Jesús sobre tus hombros.
En tu adoración abrazas al Dios que tanto te ama.
Tu adoración es un gesto de amor gratuito, un beso de agradecimiento.
La adoración te nace en el silencio del corazón como música callada y soledad sonora.
Sólo tú quedas siempre, Tú solo, mi Señor.
Solo Tú recoges mi vida. Solo Tú, mi Dios.
Tú eres la fuente para toda mi sed.
Tú eres la Meta de todos mis caminos.
Tú eres la huella grabada en mi corazón.
Tú eres mi Todo.
Tú.
A Ti siempre la gloria, Padre. Hijo. Espíritu Santo. Amén.
Canto: NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE.
QUIEN A DIOS TIENE, NADA LE FALTA.
NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE.
SOLO DIOS BASTA.