BIENAVENTURADOS

Bienaventurados los que poseen
el largo aliento de la esperanza
Experimentarán un día lo que significa:
«el lazo se rompió y nos liberamos» (cf. Sal 124, 7).

Bienaventurados los que no portan armas y,
abiertos al diálogo, a la mutua corrección fraterna,
son mansos. En ellos la no-violencia
de nuestro Señor Jesucristo
celebra su gran llegada.

Bienaventurados los contemplativos.
La perseverancia en la visión de Dios
es para la lucha por la paz
como una red que se extiende
por debajo de los trapecistas.

Bienaventurados todos los que saben
pensar en conjunto y actúan consecuentemente.
En ellos se realiza la gran utopía
del Reino en pequeños pasos.

Bienaventurados todos los que encuentran
palabras y gestos de estímulo
y consuelo y de no-violencia activa
en los momentos de necesidad y de persecución.
En ellos Jesús resucitará en Bosnia, Croacia y Serbia,
en Rusia y Praga, Guatemala y El Salvador,
en Vietnam, en China, en Ruanda y Burundi,
en el Zaire y en el Ulster,
en Albania y en Perú,
en Ermua y en toda España,
en el Líbano e Israel
y en cualquier lugar de la tierra.

Bienaventurados vosotros
cuando supiereis oír la voz del pueblo
y también comprender correctamente su silencio.
Seréis abogados de los pobres,
hermanos y hermana
en la nueva familia humana.

Bienaventurados los vulnerables.
Seréis colaboradores
de una civilización de paz duradera.

Bienaventurados los que se comprometen
con la paz, la justicia y la preservación
de la creación mediante
el testimonio de la propia vida,
más con actitudes concretas que con palabras.
Serán un símbolo del Dios amigo de la humanidad.

Ignacio Husillos, ocd

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