SEMANA DE ESPIRITUALIDAD. ATENCIÓN AMOROSA

AcogidaMotivación

Estamos en el año de la oración. El papa Francisco nos invita a ser una  sinfonía orante para disponernos al jubileo del Año Santo 2025: “Peregrinos de esperanza”.

La Cuaresma es un tiempo fuerte en el que la Palabra de Dios se dirige a nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud» (Ex 20,2). Es tiempo de conversión, tiempo de libertad.
Jesús nos libera de las esclavitudes que nos paralizan, que nos dejan exhaustos y nos vuelven insensibles. Nos dividen y nos roban el futuro.
La mirada compasiva de Jesús levanta, devuelve la dignidad. El mirar de Dios es amar.

Invocación al Espíritu Santo

VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU.

Vídeo: La mujer adúltera:

Momento de silencio

«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».

Canto: El mirar de Dios es amar

Silencio

“Pon los ojos sólo en él y hallarás en él aún más de lo que pides y deseas” (2S 22,5).
“Aprende a estar con atención amorosa a Dios, porque el amor fuerte hace que Dios se vuelva a mirarte” (2S 12,8; C31,4).

Temas inspirados por Juan Antonio Marcos, en su libro LA MÍSTICA COMO ATENCIÓN AMOROSA.
Nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a él (San Máximo el Confesor). Conversión a la atención amorosa.
Comenzamos con un repaso a lo que hemos hecho en este día. Y acogemos una pregunta que nos hace Juan de la Cruz con su cariño y ternura habituales.

“¡Oh almas criadas para estas grandezas y para ellas llamadas!, ¿qué hacéis?, ¿en qué os entretenéis? Vuestras pretensiones son bajezas y vuestras posesiones miserias. ¡Oh miserable ceguera de los ojos de vuestra alma, pues para tanta luz estáis ciegos y para tan grandes voces, sordos, no viendo que, en tanto que buscáis grandezas y gloria, os quedáis miserables y bajos, de tantos bienes hechos ignorantes e indignos!” (C 39,7).

¿Para qué grandezas hemos sido criados? ¿Qué grandezas ignoramos? ¿Qué tendríamos que recordar?

Lo primero: que Dios nos ama, que el mirar de Dios es amar. Dios tiene una atención atenta y amorosa, infinita, hacia nosotros. Dios «ordinariamente» tiene como tarea más urgente acariciar («regalar») la vida humana. Dios nos mira y acaricia como una amorosa madre: «No hay afición de madre que con tanta ternura acaricie a su hijo» (Cántico 27,1). Dios acaricia nuestra vida, sobre todo, en nuestra indigencia y debilidad, enfermedad. “Un amor mayor y mejor” (1Subida 14,2), nos abraza. Esta es nuestra biografía más auténtica, que hay que recordar.

La iniciativa es siempre divina. Es Dios el primero en visitarnos. Lo hace con su gracia. Como el sol que acaricia, como la lluvia que empapa la tierra. Caer en la cuenta de esta “atención amorosa de Dios” es la música de nuestro viaje.

Lo segundo: la respuesta humana a la iniciativa divina. Es lo que llama san Juan de la Cruz: “Advertencia amorosa a Dios”. O sea, advertir que somos mirados, amados, con un amor que no nos podemos ni imaginar. Así entramos en la contemplación amorosa, hecha de silencio, asombro, admiración, agradecimiento.  

Esta atención amorosa es el camino más feliz para captar algo de ese misterio de amor que es Dios. Y que también lo es el hombre.  “Contentándose sólo con una advertencia amorosa, como quien abre los ojos con advertencia de amor” (1Noche 10,4).

Lo tercero: Educarnos en la atención amorosa a los demás. Es lo que vemos en la vida de Juan de la Cruz, que es una biografía de la ternura, por la gente y por la vida. La ternura le nace del infinito exceso del amor divino por él experimentado, con su «próxima y familiar comunicación con Dios» (C 17,7). Y que le nació también cuando fue acariciado a los pechos de su madre Catalina. «¿Acaso puede una madre olvidar a su niño de pecho, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo [habla Dios] no te olvidaré» (Is 49,15):

La atención amorosa es la fuente de toda vida profunda. Y así como «el mirar de Dios es amar» (Cántico 19,6; 31,8; 32,3), así, la mirada limpia mira sin juzgar, escucha de veras y de corazón.

El respeto y la humildad son los otros dos compañeros de viaje de la atención amorosa. Nos recuerdan que prestar atención a los otros es la forma más sagrada de respetar a los otros (pues lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia). Estar atentos a los demás (con lo que esto conlleva de olvido de sí), es la forma suprema de humildad.

La alegría es el color que se ocupa de adornar la atención amorosa en la vida cotidiana. Recordemos que para san Juan de la Cruz el mirar de Dios «viste de alegría el mundo y a todos los cielos» (Cántico 6,1).

La vida cotidiana (el aquí y el ahora) es el hogar privilegiado para ejercitar, cuidar y mantener la atención. Sea esperando el autobús, en plena naturaleza o cenando en familia. Estar atentos a la vida, cotidianamente, a la propia interioridad, a las personas que nos rodean, a Dios. Desde el contacto con Dios, lo cotidiano queda transfigurado. Todo parece que sigue igual, pero todo es diferente. «Todo lo que ocurre es adorable», que decía P. Teilhard de Chardin. San Juan de la Cruz sabía por experiencia que «para el limpio de corazón todas las cosas son noticia de Dios». Y entonces se trata de educar la mirada para ver a Dios en todo. Para aprender a mirar como mira Dios, cuyo “mirar es amar” (Cántico 19,6).

La esencia del respeto es la mirada atenta y amorosa. Es captar ese «no sé qué de grandeza y dignidad» (Cántico 17,7) que tiene todo ser humano. La atención al otro es la atención genuina. El que no está apegado a nada, pero permanece atento a los otros «está en el centro de su humildad» (1Subida 13,13).

Oración Final

Señor Jesús, todo mi ser canta hoy tu ternura,
tu bondad y tu misericordia.
Tu mirada de amor me ha levantado.
Tu misericordia es mucho más grande que todos mis pecados.
Tu ternura es raíz y fuente de un amor ilimitado y sin fronteras.
Gracias, porque me has devuelto la dignidad de ser tu hija.
Enséñame a tener compasión de los que caminan conmigo.
¡Bendito y alabado seas, Señor!

Canto final:

ID AMIGOS POR EL MUNDO ANUNCIANDO EL AMOR.
MENSAJEROS DE LA VIDA DE LA PAZ Y EL PERDÓN
SED AMIGOS LOS TESTIGOS DE MI RESURRECCIÓN
ID LLEVANDO MI PRESENCIA CON VOSOTROS ESTOY

CIPE

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