ESCUELA DE ORACIÓN: Lucas 18,1-8
Invocación al Espíritu
El Padre da el Espíritu Santo a los que se lo piden.
Oh Señor, envía tu Espíritu, que renueve la faz de la tierra.
Motivación. Para disponer el corazón.
Corrección de Jesús al piropo que oye: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen (Lc 11,28).
Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo (Ap 3,20).
A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
El discurso de la revelación de Jesús en la historia (Lc 17,20-37) está enmarcado por dos relatos de oración: el de los leprosos y de la viuda importuna. Para Lucas la oración es uno de sus temas favoritos. El relato de los leprosos fue una catequesis sobre la oración; esta aparece antes (ten compasión) y después de la curación (glorificaba… se postró… daba gracias). Lucas es el evangelista que más veces presenta a Jesús orando e invitando a la comunidad a poner en práctica la oración. Las primeras comunidades tenían presente la imagen de Jesús orante.
La parusía, el día del Señor, se retrasa y cuesta mantener la fidelidad. ¿Cómo creer y esperar en situaciones difíciles? Orando.
Proclamación de la Palabra: Lucas 18,1-8
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
1 Fecundidad de la Palabra
¿Cuáles son las palabras o frases que llaman tu atención?Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. Antes de narrar la parábola, Jesús explica la finalidad de la misma. Una parábola nos va a decir a qué personaje hay que imitar y a cuál no. Lucas omite la ocasión y las circunstancias; centra la atención en la necesidad de orar con perseverancia. La constancia es fundamental en la oración, porque lo es en el amor, y no se ama solo a ratos o en los rincones. Esta oración de perseverancia en medio de la prueba, característica de las primeras comunidades cristianas, no se rinde ni se apaga en la noche. En el fondo sentimos resonar una inquietud profunda y dolorosa que asalta con frecuencia nuestra fe: ¿Dónde está la justicia de Dios? ¿Por qué su silencio parece permitir que se prolonguen las injusticias y se agudice el sufrimiento de las víctimas? ¿Por qué Dios tarda tanto en responder y en hacer irrumpir su soberanía de manera definitiva sobre el mundo?
Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. El juez ideal -según la Biblia- es el que teme a Dios y actúa solamente como instrumento de la justicia de Dios en favor de las personas de la comunidad. El juez solía tener su despacho en la puerta de la ciudad, en una tienda que llevaba de sitio en sitio; todos tenían acceso a él. El juez de la parábola, sin nombre y en una ciudad sin nombre, descrito negativamente por Lucas, simboliza situaciones parecidas donde no se hace justicia a las personas excluidas. Este juez es lo contrario de Dios que imparte justicia a los más vulnerables (viudas); este no es imagen de Dios.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: ‘Hazme justicia frente a mi adversario’. Lucas menciona a las viudas más que los otros evangelistas. El grito de la viuda, expuesta a los sistemas corruptos, es el grito, siempre actual, de los empobrecidos y oprimidos, seres humanos que viven una angustiosa noche de espera. La viuda es mujer, no puede pagar, no puede llegar al lugar donde se administra la justicia. ‘Hacer justicia’ se repite cuatro veces. Esta viuda no se atemoriza ante los poderosos, lucha por sus derechos. La oración hace fuerte la impotencia de los débiles. Dios no es el único que hace justicia, también la hace una viuda, sin nombre y sin apellido, con su perseverancia. Esta viuda es modelo de las personas marginadas, que luchan por un mundo más justo. También esta viuda es la imagen misma de Dios; como una verdadera profetisa, desafía y denuncia al juez corrupto, con solo su insistencia lo pone en su lugar. El rostro de esta mujer representa a la Iglesia vigilante en oración hasta la vuelta del Señor (pintura de las catacumbas).
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme’. Quizás el juez esperó un soborno o que la viuda se cansase de proetestar. No le importaban ni Dios ni los hombres, pero sí le importó su propia comodidad. Negarse a atenderla podía causarle problemas incluso ante la comunidad. “Importunarme”, hypopiazo, es un verbo fuerte y violento, perteneciente al mundo del boxeo, que puede dejar el ojo morado y noquear al contrincante. así que la traducción sería “dejar el ojo morado” o “noquear”. La viuda, como “boxeadora”, ha mandado al juez a la lona y ha desenmascarado a quien es responsable de impartir justicia. Lo de que la viuda debe ser “callada,” “dócil,” “sumisa” y “abnegada,” y de que debe vivir con resignación la opresión de sus enemigos, debe desaparecer en nuestra interpretación. Lucas en esta parábola nos presenta el prototipo de lo que debe ser la mujer de fe.
Y el Señor añadió: ‘Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar’. Al orar tenemos la oportunidad de contagiarnos de la misma pasión por la justicia que tiene Jesús. Con un argumento de menor a mayor, nos muestra la imagen de Dios que Jesús tiene, un Dios que hace justicia sin tardanza, y que nunca se retira de nuestra historia. La oración es el arma más pacífica y eficaz contra la injusticia. Cada palabra de oración debe llegar a la profundidad del corazón por medio de la repetición perseverante: Dios escucha y responde, hace justicia sin tardar. ¿Daremos autoridad a la palabra de Jesús?
Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?’ ¿Resistiremos a las dificultades o nos dejaremos vencer por ellas? ¿Mantendremos los sueños de Dios? Cuando imitemos a la viuda, entonces podremos estar seguros de que cuando venga el hijo de la humanidad efectivamente encontrará una fe activa en la tierra. “¡Es la oración la que conserva la fe, sin ella la fe vacila!” (Papa Francisco). La oración es el ejercicio de la fe, que a su vez nos da una visión de esperanza en medio de las dificultades. Hay gente que se escandaliza con Dios y pierde la fe cuando tiene que enfrentar problemas, y, sobre todo, cuando no ve la respuesta inmediata a sus peticiones. Aunque parezca que Dios tarda y esta paciencia divina torture nuestro corazón, no debemos dejar que nuestra vida se relaje. Más bien, con los brazos abiertos aguardando el glorioso futuro, dejemos que la oración cotidiana y perseverante le dé tensión a nuestra vida.
2.- Respuesta a la Palabra. Meditación
¿Qué resonancias y consecuencias orantes tiene este texto?
¿Consigo sostener una disciplina de oración? ¿Me canso fácilmente? ¿Soy inconstante?
3.- Orar la Palabra
“Buscad el reino de Dios y su justicia”.
Jesús está orando por ti. Él, que te ama, es tu juez. Grandes son los juicios de Dios.
4.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
“Ama orar. Siente a menudo la necesidad de orar a lo largo del día. Deseamos mucho orar, pero después fracasamos. Entonces nos desanimamos y renunciamos. Si quieres orar mejor, debes orar más. Dios acepta el fracaso, pero no quiere el desánimo. Acordémonos de que el que quiere poder amar debe poder orar” (Teresa de Calcuta).
Pedro Tomás Navajas, ocd