LECTIO DIVINA: LUCAS 6,27-38

Invocación al Espíritu

Entramos en la casa de María, habitada por el Espíritu Santo.
Contigo seremos capaces de ser testigos del amor, perdón y paz.

Motivación. Para disponer el corazón.

Hágase en mí, según tu palabra (María de Nazareth).
Cuando encontraba palabras tuyas, las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón (Jeremía).
A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz).

A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.

Segunda parte del Sermón de la llanura, dirigido a una multitud de pobres y enfermos llegados de todas partes. Sus palabras llevan música dentro. Así Lucas quiere animar a su comunidad y a que crezca en confianza. El texto deletrea la forma en que Dios ha soñado la vida de la humanidad. Jesús vivió esto que anuncia con total intensidad. ¿Cómo lo vivimos nosotros? Este mini-catecismo radical fue muy valorado en el cristianismo primitivo. Se trata, junto con las bienaventuranzas, del centro del mensaje evangélico en su exigencia más radical, porque es la raíz del evangelio. Y la raíz es lo que da vida a una planta; que recoge el humus de la tierra.

Proclamación de la Palabra: Lucas 6,27-38  

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
    «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis solo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
Y si prestáis solo cuando esperáis cobrar, ¿qué merito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros».

1. Fecundidad de la Palabra

A vosotros los que me escucháis os digo. Manera directa de hablar de Jesús; habla mirando, amando. La nueva comunidad comienza a ser instruida. Jesús dice palabras fascinantes; describe cómo es la vida en el Reino de Dios, cuáles son los nuevos valores del Reino.  El manejo evangélico de las relaciones es el termómetro de la santidad.

Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 
¿Cómo debe ser la relación entre los que seguimos a Jesús? Cuatro imperativos, auténticos fogonazos, principios desafiantes, son el corazón del Evangelio, el rasgo específico de los discípulos de Jesús. Amar a los enemigos es difícil porque va contra nuestra naturaleza humana, que busca protegerse y responde con desconfianza, resentimiento o venganza ante el daño recibido. Jesús no aprueba la lógica del ojo por ojo, que era un freno a la violencia y a la venganza. ¿Qué hacer ante los enemigos, los que odian, los que maldicen? Amar, hacer el bien, bendecir, orar. Un mundo al revés.

Sólo es posible amar teniendo una relación viva con Jesús, viviendo una experiencia contemplativa de la misericordia del Padre que no tiene enemigos. Buscamos compensar nuestro sufrimiento haciendo sufrir al que nos ha hecho daño. Para perdonar es importante no gastar energías en imaginar nuestra revancha. Cada vez que hemos quemado a alguien en la hoguera, hemos matado la credibilidad del Evangelio. No es sencillo, pero podemos orar por los que nos calumnian. La oración es una forma poderosa de comenzar a amarlos. Ser bienaventurado/a no da derecho a replicar el modo de actuar y ser de quienes oprimen y maltratan. Pero, frente al ocultamiento, pedir a las víctimas que se mantengan bajo las situaciones de maltrato es ser cómplices de quienes cometen abuso. El que perdona no renuncia a sus derechos.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Bofetada, manto, préstamo: tres ejemplos, junto a mil sacados de la vida de cada día, donde es posible hacer presente el amor ilimitado. Jesús utiliza un lenguaje imaginativo en vez de un lenguaje legal. Tomadas al pie de la letra, estas frases parecen favorecer a los ricos que roban, sin embargo, son un camino de libertad. Este comportamiento diseñado por Jesús está basado en la lógica de la gratuidad, aprendida del Padre. Jesús propone ir más allá del estrecho círculo en que nos movemos, nos desafía a renunciar a la violencia como medio absoluto para resolver nuestras diferencias y conflictos. ¿Es esto cobardía? Todos tenemos razones para odiar, pero Jesús propone poner en marcha la revolución del amor.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. 
Vivimos en sociedades que tienden a la violencia física y psicológica, donde el respeto, el perdón, la compasión o el compartir no son valores de moda. Predomina el pagar con la misma moneda. Y Jesús nos regala una regla de oro de la convivencia humana en positivo. El amor no depende ni está condicionado por el mal que recibimos del otro. Como queremos ser amados, así optamos por amar. Cuidamos la alegría del amor.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. 
Un paso más, una razón, la de más peso. El trasfondo teológico: imitar al Dios de la ternura y la compasión. Los imperativos anteriores sólo se pueden vivir desde la misericordia que tiene el Padre con todos. Esta es la clave del comportamiento del discípulo. Dios no reacciona según le tratan, no se deja condicionar por la maldad; es bueno y gratuito con todos. Vuestros pensamientos no son mis pensamientos, y mis caminos no son vuestros caminos (Is 55,8). Jesús pone en el centro el corazón compasivo de Dios. Él sólo puede amar, su mirar es amar: Ajeno de placer y de consuelo, sigue amando en la Cruz. La novedad del Evangelio es que este Dios nos permite amar como dice Jesús. Nos toca asumir lo que somos: hijos del Misericordioso; se trata de atrevernos a vivir una compasión universal: Somos amor. El amor a los enemigos es claro testimonio de la presencia de Dios en nosotros, porque para nosotros es imposible. Lo nuevo que Jesús quiere construir nace de la nueva experiencia de Dios como Padre lleno de ternura que ¡acoge a todos! Nuestra confianza descansa en la confianza del Señor en nosotros.

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará.
Otros cuatro imperativos. Los dos primeros, en negativo, muestran un impulso que hay que saber frenar. Los otros dos, en positivo, son una llamada a superar las situaciones difíciles. Estamos anteel polo opuesto de la ley del talión. El código penal ignora el verbo perdonar. Hablar de requisitos para perdonar es introducir dinámicas distintas al Evangelio. Jesús propone el perdón siempre, un perdón que no se opone a la lucha contra la injusticia. Los cristianos han de ir más allá de lo que la sociedad propone como norma de la convivencia humana. Si no perdonamos, la oscuridad se inculca y se propaga. Dios ama al que perdona con alegría. Perdonar significa liberar.

3.- Respuesta a la Palabra. Meditación

¿Qué mensaje hallas en este texto para tu vida? ¿Qué versículo de este Evangelio llevarías contigo, atado a tu corazón?
¿Miramos la vida y a las personas con la misma mirada de Dios?

4.- Orar la Palabra

¿Qué le decimos a Dios después de haber escuchado este evangelio? Hágase en mí según tu palabra.
Haznos, Señor, instrumentos de amor, paz y perdón.
Danos, Señor, la confianza en ti, la fortaleza de caminar a tu lado.  

5.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.

En cosas que dicen de mí de murmuración, que son hartas y en mi perjuicio, y hartos, también me siento mejorada… ninguna enemistad me queda con ellos… me figuro andar en un sueño, y veo que en despertando no será todo nada (Santa Teresa).

Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan,
y si tiene sed, dale de beber agua; pues, haciendo esto, harás que le arda la cara de vergüenza (Prov 25:21–22; Ro 12:20).

Pedro Tomás Navajas, ocd

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