Lectio divina 2º Domingo de Adviento: Marcos 1, 1-8

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

Mi espíritu se estremece de alegría en Dios, mi salvador (Lc 1,47). Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.

1.- Motivación

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (Papa Francisco, Evangelii Gaudium 1).

Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría. No huyamos de la resurrección de Jesús, nunca nos declaremos muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! (Papa Francisco, Evangelii Gaudium 3).

2.- A la espera de la Palabra

El evangelio de Marcos es la historia de una búsqueda y un encuentro, la respuesta a una pregunta clave: ¿Quién es Jesús? Responden voces diversas (evangelista, profetas, Juan Bautista). La nota destacada es la alegría; el mundo se llena de alegría.

El Señor viene a nuestro encuentro; cuando alguien oye su música, comienza la danza. Esto fue lo que escucharon las comunidades en situación difícil, a los que Marcos escribe el evangelio.

El Adviento es el mes mariano más hermoso de todo el año litúrgico. Con María entramos en el misterio que lleva en su corazón, en la alegría del Evangelio.

3.- Proclamación de la Palabra: Marcos 1, 1-8

Comienza el evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino;
voz del que grita en el desierto:
“Preparad el camino del Señor,
enderezad sus senderos”».

Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:

«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

4.- Fecundidad de la Palabra

Comienza el evangelio. Habla la voz del evangelista. Con sonido de trompetas comunica algo bueno y nuevo (asociada a una victoria militar sobre el poder del mal). En toda obra literaria, la primera frase es importante, da el tono a toda la obra. Evangelio, más que un género literario, mensaje de alegría, que llenará de gozo a quienes lo escuchen. Lo que se va a narrar es tan grande que inspira una atmósfera de gozo. El hecho decisivo de la historia es lo que Dios ha realizado en Jesús; en él se hace visible el amor del Padre

De Jesucristo, Hijo de Dios. El evangelio no es una ficción ni una biografía de Jesús. Con una entrada en escena solemne presenta la dimensión más profunda de Jesús: Cristo-Hijo de Dios. Marcos nos presenta dos títulos de Jesús, que son las confesiones de fe más importantes del evangelio (las dos grande partes de la obra): Cristo e Hijo de Dios. Jesús es descubierto como Mesías: Tú eres el Cristo (Mc 8,29) y como Hijo de Dios: Verdaderamente este Hombre era Hijo de Dios (Mc 15,39). Tanto judíos como gentiles son llamados a reconocer a Jesús. El evangelio habla de un VIVIENTE, que es la Buena Nueva. La fe pascual ilumina el relato, del que se nutre la fe.

Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”». Con la expresión está escrito (acción pasada con resultados permanentes) hablan las voces de los profetas, en realidad Dios, porque es quien les da voz. La iniciativa es de Dios. El mensajero es Juan; prepara el camino de Jesús con su predicación y con su martirio. Tres citas contenidas en el anuncio: Malaquías 3,1; Éxodo 20,23; Isaías 40,3. Las tres relacionadas con el camino. La Buena Nueva viene de lejos, con el pasado se ilumina el presente. Intimidad entre Dios y Jesús: mensajero delante de ti. Ya no es amenaza sino anuncio de salvación. El desierto, como paso a la tierra prometida, es clave en la historia de Israel. Es posible cambiar, porque Dios abre caminos donde parecía imposible. La conversión no es auto-tortura, sino maravillosa aventura de volver a Dios y participar en su proyecto creador. Juan es el predicador de la penitencia y a la vez el mensajero de la alegría. Juan estremece el desierto, Jesús lo hará florecer hasta convertirlo en huerto regado.

Se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Aunque anunciado, Juan se presenta inesperadamente. La conversión es un cambio de mentalidad y de camino. La inmersión en el agua es un rito necesario para la conversión (mikveh, baño ritual).

Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. En torno a Juan se suscita un gran movimiento popular. Se despierta la esperanza. La promesa que oyen en el desierto les resulta más verdadera que las que se proclaman en la ciudad.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre Juan vive en el desierto. Va vestido como el profeta Elías (2 Reyes 1,8). Se alimenta como un asceta. Su actividad consiste en predicar la conversión y bautizar en las aguas del Jordán. Es un predicador penitencial. Los detalles recuerdan la narración del jardín del Edén.

Y proclamaba. Habla la voz de Juan (la única vez que habla en el evangelio). Sus palabras responden: ¿Quién es Jesús de Nazaret?

“Detrás de mí viene”. Jesús es el que viene. Viene de Dios y lleva a Dios. Todo hombre tendrá que confrontarse con él, porque es el paradigma. Juan presenta a Jesús siempre en movimiento (rara vez se sienta) expresando la cercanía de Dios al hombre.  

El que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. ¿Significa que es más fuerte que Juan? Sí, pero es más fuerte que el fuerte: Satanás, el que impide con su poder que el hombre se realice en plenitud echando a perder el proyecto creador y salvífico de Dios. Jesús es más fuerte que Satanás. Pese a todas las esclavitudes, en Jesús hay esperanza. El primer milagro es un exorcismo: ¿Has venido a destruirnos? Jesús es el que ha venido a destruir el mal. Y lo muestra con numerosos signos. Ante la grandeza de Jesús, Juan declara su pequeñez.

Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo. Contraposición entre los dos: yo-él, he bautizado-os bautizará, agua-Espíritu Santo. El agua indica conversión, el Espíritu Santo indica el perdón de los pecados. Bautizarse es sumergirse en la realidad de Dios. Con Jesús se elimina la barrera que separaba el hombre de Dios. En Jesús ambos pueden vivir en perfecta comunión. El mismo Espíritu que impulsó a Jesús al desierto, impulsa también a cada ser humano por los caminos de Dios. Cerrarse a la acción del Espíritu es el mayor pecado. El Espíritu se identifica ante todo con el poder que capacita a Jesús y a sus seguidores para luchar contra el mal.

5.- Respuesta a la Palabra

  • A partir de tu búsqueda, ¿quién dices tú que es Jesús?
  • ¿Qué esperas de Jesús?
  • ¿Experimentas la alegría, como una nota vital de tu fe?
  • ¿Agradeces a los que te han llevado a Jesús? Recuerda a algunos.
  • ¿Qué señales de esperanza percibes a tu alrededor?

6.- Orar la Palabra

Cómo confiesa y ora Juan de la Cruz su fe en Jesús, su encuentro con él a partir de una búsqueda amorosa (buscando mis amores, iré…):

Mi Amado, las montañas, / los valles solitarios nemorosos, / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, / el silbo de los aires amorosos, / la noche sosegada / en par de los levantes de la aurora, / la música callada, / la soledad sonora, / la cena que recrea y enamora. (Cántico Espiritual, 13-14).

7.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Ser testigos.

Así lo cuenta Teresa de Jesús: ¡Oh hermosura que excedéis / a todas las hermosuras! / … Juntáis quien no tiene ser / con el Ser que no se acaba /… Sin tener que amar amáis, / engrandecéis nuestra nada.

Pedro Tomás Navajas, ocd

6 Ficha de la Lectio divina: Marcos 1, 1-8

 

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