LECTIO DIVINA: Marcos 10,35-45

Motivación

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El siervo de Dios vive como pobre, viste como pobre, para ayudar a los pobres (Juan Collel, fundador de las Siervas del Sagrado Corazón).  El poder acarrea la búsqueda de más poder.

Invocación al Espíritu

Haz silencio. Invoca al Espíritu Santo con toda sinceridad. El Espíritu Santo te ama. Él te enseña a mirar a Jesús como el que sirve.

A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida

En su camino a Jerusalén, donde están sus mayores oponentes, que lo van a crucificar, Jesús sigue instruyendo a los discípulos. Se sirve de la pregunta que le hacen Santiago y Juan, los que forman parte de su círculo íntimo, para dar su enseñanza.   

En el pasaje que tenemos delante, Jesús ejerce una revolución del poder; aporta valores evangélicos para una nueva sociedad. La grandeza dentro de su Reino no se consigue como en el mundo, sino a través del servicio. Un vuelco que tiene toda la actualidad.

Proclamación de la Palabra: Marcos 10,35-45

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
    «Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
    «¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
    «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
    «No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
    «Podemos».
Jesús les dijo:
    «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo:
    «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».

1. Fecundidad de la Palabra

Se acercaron a Jesús los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir”. Les preguntó: “¿Qué queréis que haga por vosotros?” Contestaron: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. No entienden el mesianismo de Jesús. Realizan tráfico de influencias. Abismal diferencia entre el drama de Jesús y la frivolidad de los discípulos; Jesús sufre en el camino, ellos sueñan con grandezas y puestos destacados. No puede haber un contraste más fuerte. Los hijos del Zebedeo hablan de cargos y de ministerios; Jesús habla de carga dulce y humilde servicio. Estas ambiciones (pretensiones de grandeza, puestos de honor, búsqueda de gloria, deseo de que nuestro nombre esté en boca de muchos) se cuelan también en la oración. Todo eso es expresión de mundanidad espiritual y de un seguimiento de Jesús mal entendido. Cuando el propio ego se levanta por encima del amor solidario, cuando la propia gloria oscurece la dignidad de los pequeños, entonces hay mucha hojarasca en nuestra oración y en nuestra vida de seguimiento de Jesús. En el mundo antiguo la derecha de un rey era el sitio de honor, y la izquierda el que le seguía en importancia. En otras palabras, estos dos personajes solicitan puestos y autoridad especiales. Todo muy diferente de la respuesta que da Bartimeo, donde expresa su deseo de seguir a Jesús por el camino de la cruz. Curiosamente los dos que ocuparon esos puestos fueron los dos ladrones crucificados con Jesús.  Necesitamos conversión. Jesús, ponnos en verdad.

Jesús replicó: “No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: “Podemos”. Jesús les dijo: “El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado”. Con frecuencia nuestras oraciones tienen como único objetivo que nosotros vivamos mejor, que suframos menos, que desaparezcan todos nuestros problemas… y dejamos a un lado los intereses del Reino de Dios. Por esta razón, no recibimos lo que pedimos. El Espíritu Santo, que ora en nosotros, nos susurra en el interior lo que tenemos que pedir para nuestro bien y para el bien de todos. Teresa de Jesús nos da pistas para aprender a orar. La humildad, que es andar en verdad, va siempre unida a la generosidad para pedir y hacer lo que contribuya al bien de todos. No es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia. Los dos discípulos aceptan el reto que les propone Jesús, pero cuando venga la prueba no serán tan valientes y huirán. Tienen una falsa confianza en sí mismos, no prestan atención a la cruz. Marcos comunica a las comunidades que no existe otro modo de seguir a Jesús que no sea el camino de la cruz. Jesús, el siervo sufriente, está en agudo contraste con la demanda hecha por sus discípulos.

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Cuando los otros discípulos se enteran viene la indignación y el “escándalo”. Pero tampoco ellos darán muestras de haber comprendido más de lo que entendieron los dos compañeros. De modo que Jesús está solo ante su propio drama de excesivo amor hacia aquellos que no le entienden. Jesús no va a Jerusalén a restaurar en la tierra la gloria y el trono davídicos, va a dar la vida.

Jesús, llamándolos, les dijo: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Jesús les llama y les habla claramente. Les quiere decir algo muy importante. Las leyes del Reino son completamente diferentes a las leyes de este mundo. Nos rodea una lógica de dominio que no es la de Jesús; si esta manera de vivir entra en el corazón de la oración estamos perdidos. La injusticia y la opresión meten más ruido, dan la espalda a Dios y a los pequeños de la tierra. El poder de la comunidad es el servicio. Jesús desea preparar en la interioridad de sus amigos una respuesta que tiene la frescura y novedad del Evangelio. El Espíritu Santo propone otra melodía: SERVIR. El poder crea desigualdades; solamente el servicio, la diakonía, hace hermanos a los hombres. Esta es la revolución que aporta Jesús y que sigue esperando gentes que la vivan.

“Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos”. Jesús ha renunciado al uso del poder como dominio. No imaginábamos a Jesús con estos ropajes de siervo, ofreciéndose, poniéndose en medio como quien sirve. Servir y dar la vida: un camino distinto, un camino de grandeza sorprendente, el camino de Jesús, el camino de los orantes, el camino misionero. Servir y dar la vida: una llama de amor y de bondad, una fe que da vida al mundo, una fuente de alegría. El cambio nace de los corazones donde ha entrado Jesús. ¿Nos animamos a soñar así la vida y a descubrir el placer de servir? “Id e invitad a todos al banquete” (Lema del Domund 2024). En estas pocas palabras, Jesús presenta una teología de expiación. El servicio es el único camino de la comunidad para hacer visible el amor con el que Dios viene a reencontrarse continuamente con la humanidad. La nueva sociedad no se construirá con privilegios o con el uso del poder, que discrimina y domina. Jesús aboga por una nueva manera de ver las cosas. Dentro de la iglesia, la autoridad ha sido dada sólo para servir.

2. Meditación. Respuesta a la Palabra

¿Qué pedimos en nuestra oración? ¿Tendríamos que cambiar?
¿Practicamos la religión como compraventa para que Dios nos dé?

3. Oración. Orar la Palabra

Canción: Estoy entre vosotros como el que sirve.

4. Acción: Contar al mundo la nueva manera de vivir.

La moral de la nueva Ley es la del amor que pide la entrega de la vida haciendo el bien a muchos, viendo en todo el género humano el rostro de Cristo.
“Id e invitad a todos al banquete” (Lema del Domund 2024).

Pedro Tomás Navajas, ocd

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