DOMINGO PRIMERO DE CUARESMA
Invocación al Espíritu
Espíritu Santo convierte nuestra vida para creer en el Evangelio.
Motivación. Para disponer el corazón.
La Lectio es el arte de estudiar el corazón de Dios, y este corazón sí que es inacabable y da para toda la vida, por eso es una tarea “vital” en el pleno y doble sentido de la palabra.
Vosotros que recorréis los jardines de las Escrituras no tenéis que recorrerlos de prisa o con negligencia. Cavad cada palabra para extraer de ella el Espíritu. Imitad a la abeja hacendosa que recoge de cada flor su miel.
Como de la fría piedra golpeada por el martillo saltan chispas incandescentes, así de la lectio divina, por la inspiración del Espíritu santo, brota fuego” (San Gregorio Magno).
A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.
Aún resonaban las amorosas palabras del Padre en sus oídos: Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección (Mc 1,11), cuando Jesús es empujado por el Espíritu al desierto, lugar de tentación y de purificación.
Comenzamos la Cuaresma: tiempo del Espíritu, tiempo de prueba; tiempo intenso y santo, con la atención amorosa puesta en Jesús.
Proclamación de la Palabra: Marcos 1,12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía:
«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».
1. Fecundidad de la Palabra
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. El desierto, en el pueblo de Israel, está cargado de simbolismo: es un lugar y tiempo de tentación y de combate con el maligno y, a la vez, una experiencia de amor. El Espíritu, antes de empujarlo a la misión, conduce a Jesús al desierto, como condujo al pueblo de Israel en su liberación. El desierto es un tiempo de escucha: la llevaré al desierto y le ha hablaré al corazón. En el desierto Jesús se prepara a conciencia para emprender la gran batalla de su existencia. El desierto, para nosotros, es la complejidad de la vida, en la que discernimos los caminos de Dios.
Se quedó en el desierto cuarenta días. Los números, en la Biblia, están cargados de simbolismo (el 1: Shemá; el 2: dualidad, varón y hembra los creó, el 3: Trinidad, tres veces santo; el 7: plenitud. El número cuarenta se refiere a los cuarenta días del diluvio o a los cuarenta años del pueblo caminando por el desierto hacia la libertad, hacia una nueva humanidad. En este caso, un tiempo fuerte para que se den los cambios y la fe sea probada.
Siendo tentado por Satanás. Tentación es lo que aleja del camino de Dios. Marcos, a diferencia de Mateo y Lucas, no señala cuáles son esas pruebas. Para Marcos, la tentación se prolonga a lo largo de toda la vida de Jesús, que será una constante lucha contra toda tentación, contra las fuerzas del mal para transitar por las sendas del amor. En Marcos, las tentaciones no siguen el esquema de honores, esplendor y gloria, sino el de debilidad, prueba y sufrimiento. Provienen de los fariseos, de Pedro, del temor del corazón (¡Abbá, Padre! Todo es posible para ti, aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú (Mc 14,35), de los que asisten a la pasión y lo invitan a bajarse de la cruz: ¡Que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos! (Mc 15,30). Jesús, constantemente, renovó su SÍ al proyecto del Padre. Prefirió el proyecto, de compasión y ternura, del Padre, a las propuestas halagadoras del enemigo. Con él a nuestro lado confiamos salir airosos de las pruebas, confiando en la bondad del Padre y en su amor a los hombres.
Vivía con las fieras, y los ángeles lo servían. La presencia de los animales subraya la soledad y las molestias del desierto, y evoca también la vida en el paraíso, la paz entre el hombre y los animales, tal como soñaba Isaías (11,6-9). El servicio de los ángeles evoca la protección de Dios a su Hijo, la participación en sus combates; muestra de qué lado está el Padre en los conflictos de la historia.
Después de que Juan fue entregado. Paradidomi: entregado, traicionado. Palabra clave. Jesús se mete en la refriega, responde a lo que pasa, no se viene abajo. Una vez que Jesús está en escena, Juan ya no aparece. Juan ha preparado caminos, ahora su entrega prepara la entrega de Jesús y la de los discípulos. La cruz y la resurrección van juntas (En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo). La entrega de un testigo nunca es una derrota, el Reino avanza y crece en él. Optamos por Jesús cuando el interés por el misterio de Dios se difumina en muchos.
Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Aires de gozo y esperanza impregnan el relato. ¿Se puede concebir la vida de Jesús de otra manera que no sea como un Evangelio? Jesús proclama una buena noticia, nueva y buena, porque Dios es su contenido. El Evangelio es de Dios, viene de él. Jesús marcha a Galilea, tierra fronteriza, medio pagana; allí va a desarrollar su misión; en Jerusalén acontecerá la entrega. Este texto dio origen a la palabra Evangelio, cuyo género literario inaugura Marcos.
Decía: Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Jesús dice dos cosas. La primera: se ha cumplido el tiempo, como cairós decisivo, como momento de la verdad y de la alegría, aspiraciones más profundas del ser humano. La segunda: está cerca el reino, el amor del Padre. El reino, manifestación de la manera de ser de Dios, se está acercando. El reino llega no por la observancia de la ley o como fruto del esfuerzo humano; llega como don. La mística precede a la ascesis. Nosotros, con el Espíritu, tenemos que descubrirlo y vivirlo. Para algunos judíos el tiempo para la llegada del Reino todavía no había terminado. Para Jesús la espera ha terminado, está cerca el reino. Ha aparecido la bondad de Dios y su amor a los hombres.
Convertíos y creed en el Evangelio. Sólo la buena nueva del amor de Dios merece conversión, entrega; sólo ella suscita alegría. Conversiónsignifica tomar otra dirección, cambiar de rumbo, no quedarse donde se está y como se está, esforzarse en ser lo que se debe ser… Eso significa Metanoia: permitir que la experiencia de Dios invada la vida (caer en la cuenta). La metanoia no es un sentimiento de culpa. No es la realidad la que tiene que entrar en la mentalidad estrecha, sino que la mente y el corazón tienen que ensancharse para que quepa Dios, su proyecto. Todo nuestro bien consiste en aprender a recibir. Creer en el Evangelio es dejarnos fascinar por el amor. Esto origina una nueva manera de ver la realidad, las dificultades (y adonde no hay amor, pon amor y sacarás amor). El evangelio es una estupenda noticia que Jesús descubrió y nos comunicó de parte de Dios Creer es confiar en Jesús, acoger su propuesta como una buena noticia para nosotros.
2. Respuesta a la Palabra. Meditación
¿Qué resonancia tiene este Evangelio en nuestra vida?
¿Cómo afrontamos la Cuaresma?
¿Cómo `podemos tender puentes de esperanza en nuestro mundo?
3. Orar la Palabra
No nos dejes caer en la tentación… Líbranos del mal.
4. Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.
No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser (Gaudete et exultate, 32).
Pueblo de Dios. Cantar a la vida, por medio del Evangelio ha sido uno de los regalos más grandes que les ha podido dar el Señor.
Pedro Tomás Navajas, ocd