LECTIO DIVINA: Mateo 25,31-46

DOMINGO XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

Invocación al Espíritu

La sorpresa del Espíritu es continua porque hace que las cosas viejas sean nuevas y originales (Cantalamessa). Ven, Espíritu Santo.

Motivación. Para disponer el corazón.

A veces, cuando leo ciertos tratados espirituales en los que la perfección se presenta rodeada de mil estorbos y mil trabas, y circundada de una multitud de ilusiones, mi pobre espíritu se fatiga muy pronto, cierro el docto libro que me quiebra la cabeza y me diseca el corazón y tomo en mis manos la Sagrada Escritura. Entonces todo me parece luminoso, una sola palabra abre a mi alma horizontes infinitos, la perfección me parece fácil: veo que basta con reconocer la propia nada y abandonarse como un niño en los brazos de Dios (Santa Teresita).

A la espera de la Palabra. Con la lámpara encendida.

Para Mateo, Jesús es el nuevo Moisés, que proclama la nueva ley desde el monte en cinco discursos. Se abre con las bienaventuranzas y se cierra con el juicio final. Al comienzo y al final están los excluidos y marginados. Se escenifica el momento final con imágenes contundentes. El texto, parte esencial de nuestra fe cristiana, es una invitación a abrir los ojos, a vivir con atención amorosa para descubrir en las personas necesitadas al Resucitado; allí lo encontramos, lo amamos, le servimos. En este examen de amor nos juzga el que tanto nos amó. Al final lo que importa es nuestra acogida a los hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y presos (Mt 25,35-36).

s, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Entonces dirá a los de su izquierda:
    “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos contestarán:
    “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”.
Él les replicará:
    “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».

1. Fecundidad de la Palabra

Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Para Jesús reinar es obedecer al Padre, que tiene un designio de amor y de salvación. Jesucristo es señor para gloria de Dios Padre. Venir en su gloria es dar vida (la gloria de Dios es que el hombre viva). El título hijo del hombre es el favorito de Jesús. Cada ser humano es responsable desde la libertad, pero también las naciones, la comunidad. Nos encontramos ante una representación escénica del Juicio final. En el centro está Jesucristo, Rey universal, ante quien todas las generaciones comparecen para recibir la sentencia definitiva. Este Rey glorioso nos ama. Se nos invita a mirar al futuro.

Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Con imágenes populares: ovejas y cabras, derecha e izquierda, al final hay separación (el trigo y cizaña han estado mezclados), hay discernimiento. El pastor sabe discernir, conoce. Queda al descubierto la verdad o mentira de cada uno.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Venid, en la línea de entrad (talentos, vírgenes). Este reino ha sido soñado desde el principio. Benditos del Padre: sus vidas evidencian que Dios ha estado obrando, secretamente, en ellos. Reciben la bendición prometida a Abrahán y descendencia (Magníficat). El pastor es rey (como David).

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme. El tema del Juicio es el amor concreto. No bastan los buenos sentimientos ni las palabras de aliento. Lo que cuenta son las obras. Se describe el examen de amor con seis obras de misericordia para servir a la persona en apuros: comida, bebida, recepción, ropa, cuidado y visita en la cárcel. Este tipo de acciones está al alcance de toda persona. Clave: Jesús mismo se identifica con los pequeños, forma con ellos un cuerpo (Vestidos los dejó de hermosura). Todo ser humano está llamado a vivir este texto.

Los justos le contestarán. Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis. El Reino se alcanza acogiendo a los necesitados; los justos: revelación de lo que es el Padre, amor, y de lo ellos son, amor, son todas las personas de todas las naciones que acogen al otro en total gratuidad. Los justos son revelación de que el Padre ha estado obrando en ellos. Aunque tanto los justos como los condenados, por su extrañeza, no parecen haber sido muy conscientes de la presencia de Jesús en los necesitados. Pero en ellos hay una visibilidad concreta de Jesús, en ellos se revela. El amor a los hermanos más pequeños, como amor a Dios, es la meta fundamental de nuestra vida. Sólo importa el amor al prójimo, no la confesión religiosa. Conmigo lo hicisteis: identificación de Jesús con los suyos como fruto de la encarnación, como vaciamiento y humildad. ¿Se está hablando aquí de un cristianismo anónimo? Sí, por lo de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; no, porque si no es naciendo de raíz del amor de Diosno llegaremos a tener con perfección el amor del prójimo (5Moradas 3,9). Este texto da paso a la pasión. “Cuando acabó Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: ´Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado´” (Mt 26:1-2). ¿Sería más fácil la fe si hubiéramos visto a Cristo y hubiéramos hablado con él cara a cara? Hubo muchos que lo vieron, pero no le creyeron.

Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Jesús usa el lenguaje simbólico de entonces para hablar de los que, por no acoger a Jesús hambriento, no entrarán en el Reino. Somos tentados a predicar la primera parte de este evangelio y no la segunda, pero la verdad a medias no es la verdad. La gente responde mejor a la miel que al vinagre. Pero esto parece ser el mensaje que Mateo quiere que recordemos. No dice malditos de mi Padre ni tampoco dice que el fuego eterno esté preparado para los malditos. Dios no creó a los seres humanos para aniquilarlos. Somos nosotros mismos quienes damos el juicio, acogiendo o rechazando al necesitado. El Rey solamente hará la constatación final de lo que hemos hecho, leerá públicamente lo que nosotros día a día hemos escrito con hechos.

2. Respuesta a la Palabra. Meditación

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en la parábola del Juicio Final o del examen de amor al atardecer de la vida?
Nuestro final se juega en nuestra capacidad de ver y amar. La absoluta prioridad de la ‘salida de sí hacia el otro’ como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios (Evangelii gaudium, 179).

3. Orar la Palabra

A menudo juzgamos a los demás con nuestras medidas. Necesitamos tu medida, Señor, es decir, tu infinita misericordia.

4. Contar al mundo la nueva manera de vivir. Testigos.

A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición (Dichos de luz y amor).

Pedro Tomás Navajas, ocd

 

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