Lectio divina: Mateo 5, 1-12

TODOS LOS SANTOS

1.- Motivación

“Otros beben de otras fuentes. Para nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo. De él surge para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos” (FT 277).

2.- A la espera de la Palabra

La esperamos con todos los santos. Y, enseguida, la pregunta: ¿Qué hay que hacer? O mejor: “¿qué tales habremos de ser?” (C 4,1). ¿Cómo descubrir lo que ya somos? El Espíritu, por medio de la Palabra, viene en nuestra ayuda.

La Palabra, más que normas, nos regala el camino de Jesús, que sale del Padre para crear vínculos con la humanidad. Y lo hace de una forma sorprendente, creativa, abrazadora, gozosa.

Las bienaventuranzas son caminos, impensables para nosotros, trazados a contracorriente, pero llenos de vida y de alegría. ¿Qué tal si no aprendemos a correr en contra de nuestra felicidad?

3.- Proclamación de la Palabra: Mateo 5, 1-12

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

4.- Fecundidad de la Palabra

Jesús al ver el gentío. El arte no está en buscar nuevos paisajes sino en mirar con ojos nuevos nuestra vida. Jesús mira a todos y a cada uno en particular de una forma creativa. Mira al corazón, para despertar lo que somos por gracia creadora y recreadora. “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos” (Principito). “Mira que te mira” (Teresa de Jesús).

Subió al monte. Visualizamos el monte suave que rodea el lago de Galilea y que recuerda al monte Sinaí, donde Dios dio a Moisés los mandamientos. ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor? (Sal 24). El monte ayuda a descubrir, más allá de lo hago o tengo que hacer, lo que Dios hace: Cómo es la obra de Dios en mí.  

Se sentó. Indica una enseñanza prolongada, atenta, profunda. Sentado, Jesús enseña una doctrina nueva y lo hace con autoridad.

Se acercaron los discípulos. Paso necesario: acoger la gracia, agradecerla, vivirla responsablemente. Nada se hace sin nosotros. Discípulo es el que aprende, recibe, de Jesús para ser testigo.

Abriendo su boca, les enseñaba. Cosas esenciales: lo que Dios obra en cada uno (creados a su imagen). Por ser imagen de Dios, el hombre tiene capacidad para la gracia, o sea, para acoger el Amor de Dios, y al acogerlo, realizar el encuentro que nos transforma (Santo Tomás).

Bienaventurados. En griego, makarios: creados por amor, abiertos a la gracia para estar en amistad con Dios y con los demás. Dios, que nos ha creado para el gozo de vivir en comunión con él, nos contagia su alegría, se alegra de vernos en el gozo. Se dan la mano: el abrazo de Dios, la situación humana necesitada de encuentro con Dios amor, el motivo de la bienaventuranza “porque”. Las bienaventuranzas se entienden a la luz de la Resurrección, como don de Dios que hay que recibir. La santidad es el fruto de la benevolencia, la misericordia, de Dios con nosotros. Un santo es una buena persona. El papa Francisco lo pone en el horizonte de la bondad (Mt 25) y de la felicidad (Mt 5). Feliz es sinónimo de santo.

Los pobres. ¿Qué pobres ve Jesús? A los anawin, que no ponen en la riqueza su seguridad. La riqueza no te asegura nada. Los anawin dejan sitio a la Palabra, aceptan ser pobres, son mendicantes.

Los que lloran. ¿A quiénes ve Jesús llorar? ¿Cuándo lloró Jesús? Vio a gentes llorando por la enfermedad, la muerte y él también lloró (por Jerusalén). Juan de la Cruz llora porque del amor del Señor hemos hecho ausencia. Este llanto, frente al intento de taparlo, nos abre a una relación nueva con el Señor y con los demás.

Los mansos. ¿A qué personas se refiere Jesús? A los que viven con humildad y suavidad (cf Ef 4,2), los que no usan la fuerza para responder y se mantienen firmes en la verdad y en el amor. Llenos de dignidad, que no de orgullo, heredarán una tierra sin fronteras.  

Los que tienen hambre y sed de justicia. ¿A quiénes se refiere Jesús? A los que tienen en el corazón una sed de bien, de verdad, de justicia, que el mal y la corrupción no pueden borrar. Esto es lo que suscita el Espíritu en los corazones.

Los misericordiosos. ¿A quiénes ve Jesús? A los que tienen entrañas de ternura, a los que aman con un amor fiel, gratuito, que sabe perdonar y comprender los errores de los demás.

Los limpios de corazón. ¿A quiénes mira Jesús? A los que, en un mundo tan competitivo y complejo, y a pesar de los desengaños y cicatrices, viven con sabiduría evangélica. Ellos ven a Dios, en un mundo en el que parece que Dios se esconde.

Los que trabajan por la paz. ¿En quiénes se fija Jesús? En aquellos que viven el shalòm: una vida bella, plena, próspera, pero también según la verdad y la justicia. La maledicencia no construye la paz.

Los perseguidos por la justicia. ¿A quiénes ve Jesús? A los que, por vivir según el Espiritu de la verdad, son perseguidos. Como él.

Alegraos. La alegría es fruto del Espíritu (cf. Ga 5,22), nota típica y estable del Reino (cf. Rm 14,17) que se refuerza también en la tribulación y en las pruebas (cf. 1Ts 1,6). No hay santidad en la tristeza. La alegría es la nota del “amar mucho” (Teresa de Jesús).

5.- Respuesta a la Palabra

¿Cómo interiorizar las bienaventuranzas? Con preguntas esenciales.  . ¿Cómo es la obra que Dios viene realizando en mí según su propia santidad bondadosa?

. ¿Mi forma de vivir el Evangelio crea vínculos cada vez más amplios y extiende un oleaje de bienaventuranza a mi alrededor?

. ¿Qué tengo que hacer para recuperar la alegría del Evangelio y mirar a la humanidad como la mira Jesús?

6.- Orar la Palabra

Si la música de tu Evangelio no deja de sonar en nuestras casas, en nuestras plazas, en los trabajos, en la política y en la economía, no se apagará la melodía de tus bienaventuranzas, que nos desafía a luchar por la dignidad de todo hombre y mujer (Testimonio).

7.- Contar al mundo la nueva manera de vivir. Ser testigos.

Pensar y gestar un mundo abierto. Un corazón abierto al mundo entero. (Testimonio).

“Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras son glorificados. Los vituperan y ellos bendicen. Se los injuria y ellos dan honra. Hacen bien y se los castiga como malhechores; castigados de muerte, se alegran como si se les diera la vida” (Carta a Diogneto).

Pedro Tomás Navajas, ocd.

1 Ficha. Lectio divina: Mateo 5, 1-12 –  TODOS LOS SANTOS


Publicado en el canal de YouTube de Gonzalo de Gonzalo de Cangas

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