JUAN DE LA CRUZ, ENSÉÑANOS A ORAR

Nos acercamos a fray Juan de la Cruz dispuestos a aprender. Nos pueden ayudar unas palabras de un hermano de nuestra comunidad que falleció hace unos años, el P. Eulogio Pacho, un hombre entrañable. Nos hace una breve descripción de cómo era Juan de la Cruz.

Se entrega a cada participante una estampa de Juan de la Cruz, que miramos mientras escuchamos estas palabras.

Hombre de mirar suave y apacible conversación.
Amigo de silencio y soledad, pero abierto a la comunicación honda con las personas.
Afectuoso y comprensivo con los demás.
Conjugaba la firmeza con la afabilidad y hasta con la ternura.
Su sensibilidad vibraba con fuerza ante el bien y la belleza.
Humilde, pacífico y obediente, reaccionaba sin miedo ante la falsedad, la incoherencia, la insidia.
Maestro en los caminos del espíritu.
Acompañante fiel de muchas personas que le pidieron luz para el camino. Quienes se acercaron a él en busca de consuelo, encontraron en él entrañas de madre. Perdonó con amor heroico cuando lo marginaron y persiguieron. Siguió amando, fiel a su lema: “Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”. A la unión con Dios lo subordinó todo. Cristo fue su Amado. “Cristo es mío y todo para mí”, gritó con gozo. En esta noche le pedimos que se siente a nuestro lado y nos acompañe con su palabra amorosa. Le pedimos que nos convide a un nuevo amor. Juan de la Cruz, enséñanos a orar.  

Segunda mirada:
San Juan es de la Cruz. Miramos unos momentos en silencio al Cristo del Amor, expresión del amor entregado hasta el extremo. En la cruz entendemos al místico carmelita.

Canto:
JUAN DE LA CRUZ, QUE SÓLO EN DIOS ARDÍAS. JUAN DE LA CRUZ, ALUMBRA CON TU NOCHE NUESTROS DÍAS.

LOS OJOS DESEADOS 

Juan de la Cruz gustó la belleza de la naturaleza, tanto en Castilla como, sobre todo, en Andalucía. Supo captar las mil gracias de la creación. En cada criatura descubrió la hermosura del Amado. En esta noche observamos a Juan de la Cruz contemplando una fuente. Cada uno de nosotros lo podemos hacer también. Visualizamos una fuente que nos ha hablado con su música, con su trasparencia, con su resonancia.

Se escucha, durante unos momentos, el sonido del agua de una fuente. 

Escuchamos sus versos, cantados:

¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

Espíritu Santo, tenemos sed de amor.
Manifiesta en nosotros la presencia de Cristo Amado,
que vive escondido en el alma, en fe,
y es fuente que mana y corre.
Que nos mire con sus ojos.
Con esos ojos deseados que llevamos dibujados en nuestro interior.
Que el Amado Cristo viva en nosotros y nosotros en él.
Que seamos uno con él.

Momento de adoración. Se expone el Santísimo.  

Canto repetitivo:
¡OH JESÚS!, ¡OH JESÚS!                    
AMOR MÍO.

HÁGASE 

Oramos ahora con el padrenuestro de san Juan de la Cruz. Así lo podemos llamar. 

¡Señor Dios, amado mío!
Si todavía te acuerdas de mis pecados
para no hacer lo que te ando pidiendo,
haz en ellos, Dios mío, tu voluntad,
que es lo que yo más quiero,
y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos.  

Y si es que esperas a mis obras
para por ese medio concederme mi ruego,
dámelas tú y óbramelas, y las penas que tú quisieras aceptar,
Y HÁGASE.
Y si a las obras mías no esperas, ¿qué esperas, clementísimo Señor mío?
¿Por qué te tardas?
Porque si, en fin, ha de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido,
toma mi cornadillo, pues le quieres,
y dame este bien, pues que tú también lo quieres.     
                        
Oración de alma enamorada, San Juan de la Cruz

Repetimos algunas expresiones del texto:
¡Señor Dios, amado mío!
Haz en mi vida tu voluntad, que es lo que yo más quiero.
Ejercita en mí tu bondad y misericordia.
Dame tú las obras con las que te pueda agradar.
Hágase.
Te pido gracia y misericordia por tu Hijo.
Toma mi cornadillo, mi vida,
y dame tu Reino, que es lo que tú más deseas. Amén

Todos abrimos las manos. Espontáneamente, quien lo desea, ora con las expresiones del padre nuestro de San Juan de la Cruz o con el padre nuestro que nos enseñó Jesús.

 Finalizamos este momento orando juntos, con las manos levantadas, el padre nuestro.

ORACIÓN SINODAL

Terminamos la vigilia haciendo nuestra la más hermosa oración sinodal de San Juan de la Cruz. Le pedimos al Espíritu que ensanche nuestro corazón para que, en él, quepan los amigos y enemigos, los cielos y la tierra, los ángeles y los seres humanos, la Virgen María y los santos, el Padre y el Espíritu, porque, como dice Juan de la Cruz, Cristo es mío y todo para mí.  

Buscamos a las personas que tenemos al lado y unimos con ellas nuestras manos, para expresar la comunión y el compromiso de vivir la fraternidad y la solidaridad, como caminos de Adviento hacia la Navidad.  

Y decimos todos juntos:   

Míos son los cielos y mía es la tierra;
mías son las gentes, los justos son míos,
y míos los pecadores; los ángeles son míos,
y la Madre de Dios,
y todas las cosas son mías,
y el mismo Dios es mío y para mí,
porque Cristo es mío y todo para mí.
Pues, ¿qué pides y buscas, alma mía?
Tuyo es todo esto y todo es para ti.  

Recibimos la bendición de Jesús sacramentado.

Mientras cantamos este canto repetitivo:
ADONDE NO HAY AMOR, PON AMOR Y SACARÁS AMOR.

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