EL PADRE DE LA BONDAD. MI PADRE SE DELEITA CONTIGO. Vigilia en la fiesta de Santa Teresa

Es una suerte orar con Teresa de Jesús. En esta vigilia vamos a mirarnos en el espejo de Santa Teresa, vamos a dialogar y a orar con ella, para favorecer la experiencia del Dios que se deleita con nosotros. Con ella alabamos y bendecimos a nuestro Padre y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Oramos en comunión con todos los hijos e hijas de este Padre, especialmente con aquellos que sufren las consecuencias de la guerra, de la enfermedad, de la debilidad.   

Si es posible, que los participantes en la vigilia tengan una imagen de Santa Teresa.

Momento de música.

A los seis o siete años, entre juegos con su hermano Rodrigo, tiene Teresa unos sentimientos fuertes de Dios, que ella llama la verdad de cuando niña (Vida 3,5).

Espantábanos mucho el decir que pena y gloria era para siempre… Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad” (Vida 1,4).

* El protagonista es el Señor, que se sirve, también de la infancia, para iluminar la conciencia con la verdad, con la bondad. Nunca será bueno alejar a los niños de Dios. La palabra de Jesús permanece luminosa: Dejad que los niños se acerquen a mí (Lc 18,16).

* ¿Recuerdas algún acontecimiento de tu infancia en el que percibiste la cercanía de Dios? ¿Has experimentado en la niñez alguna verdad que se ha mantenido viva en ti a lo largo de la vida?

Momento de silencio.

Momento de música.

Los sentimientos, que Teresa había tenido de niña, se le esconden en la adolescencia. Vive distraída. Tenía catorce, quince, dieciséis años cuando se dio a las galas, a los perfumes, a querer parecer bien a los que tenían su edad. La vanidad se adueña de ella.

Teresa había perdido a su madre años atrás. Su hermana mayor se había casado. Su padre tiene miedo de que su hija Teresa se pierda y toma la decisión de ingresarla en las Agustinas de Gracia. Teresa llevó muy mal esta decisión. Pensó que le cortaban las alas. Fue a las Agustinas a contracorriente.

Pero allí se encontró con una monja joven, María Briceño, de la que se hizo amiga. Tuvieron tiempo para confidencias. La monja le contó su vocación, cómo la palabra del Evangelio le cambió la vida.

Y Teresa queda asombrada:

Comenzando a gustar de la buena y santa conversación de esta monja, HOLGÁBAME DE OÍRLA CUÁN BIEN HABLABA DE DIOS (Vida 3,1).  

* ¿Has tenido en tu juventud algún encuentro con alguna persona que te haya fascinado por su forma de hablar y de vivir a Dios? Recréalo en este momento de forma agradecida.

* ¿Te acompaña alguien que te da luz?

Momento para compartir algo de esto con la persona que está al lado.

Momento de música

Teresa va remando mar adentro; entra en la madurez de su vida, al menos en cuanto a edad. Está entre los veinte y los cuarenta años. Siente, por una parte, la presencia de un Dios que no deja de otear su horizonte y de buscarla; de muchas maneras descubre cómo se acerca a ella. Dios no deja de mirarla con ojos de ternura y de misericordia, de predilección. Experimenta, por otra parte, una llamada, de ella y de los que la rodean, a ser una más, a no complicarse la vida. Vive tiempos intensos de lucha, de forcejeo.

En estos momentos descubre a un Dios que anda mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí (Vida 2,8). Quiere mirar dentro de sí al Señor, pero se encuentra dentro con mucho ruido que se lo impide.

La iniciativa siempre parte de Dios. Los grandes pasos los da Dios. Le va brotando un canto precioso que es como un diálogo que tiene consigo misma. Nada te turbe, Teresa, nada te espante…

Canto:  NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE,
              QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA.
              NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE,
SOLO DIOS BASTA.

*¿Cómo ha sido tu lucha con Dios? ¿Cómo has ido dejándole a Dios ser SEÑOR de tu vida?

Así como María, mirada y embellecida por Dios, proclama, alborozada, un canto de alabanza, cuya música alcanza a la humanidad, también Teresa entona un canto precioso a Dios.

Va llegando a la profunda comunión con Dios. Descubre que el Padre se deleita con ella, que puede tratar de una forma directa y personal con él. Se ha rendido a la grandeza de su amor.

Le fascina poder relacionarse con Dios como quien trata con un amigo. Poder tener conversación no menos que con Dios, dirá admirada. Y también:

Que no es otra cosa oración, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (Vida 8,5).

Este es su magníficat más bello. Está en Vida 4,10:

Muchas veces he pensado espantada (asombrada)
de la gran bondad de Dios,
y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia.
Sea bendito por todo,
que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno.
Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras,
este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor,
y los males y pecados luego los escondía.
Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen
y los quita de su memoria. 
Dora las culpas.
Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí
casi haciéndome fuerza para que la tenga.

Si lo deseas puedes entrar en este diálogo amoroso con Dios, en clave de amistad. Recuerda que la oración, antes de ser palabra es silencio, siempre es amor.
Dios desea tejer en ti una historia de gracia.
Conversa con él con palabras sencillas y de verdad. Como lo hacía Terea: Ponte en soledad y mírale dentro de ti y no te extrañes de tan buen huésped; sino con gran humildad hablarle como a Padre, pedirle como a Padre, contarle tus trabajos, pedirle remedio para ellos.
Ora diciendo PADRE, pero hazlo con Jesús.
Agradece a Jesús que te haya dicho cómo es el Padre.
No hables de Dios, óralo, con asombro.
Puedes decir con Teresa: Bendito seas Señor, que tan bueno eres. Bendito seas y alabado seas, Señor, de donde nos viene todo el bien que hablamos y pensamos y hacemos, amén.

Dedica un tiempo más largo para orar, en silencio, con amor.
Comparte con todos alguna alabanza, petición o acción de gracias al Padre.
Con las manos unidas, ora con el grupo EL PADRE NUESTRO.

La oración siempre nos lleva a una vida nueva.

Canto: VUESTRA SOY,
              PARA VOS NACÍ.
              QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ.

“Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy de veras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni honras, ni tiene contiendas, ni envidias; todo porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado” (Camino 40,3).

La verdad de cuando niña acompañó siempre a Teresa, porque el Padre es fiel en sus dones. Al final de la vida entró en el abrazo amoroso del Padre. Que también sea este nuestro caminar.  

CIPE.

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