EXPERIENCIA DE SILENCIO EN LA CUARESMA

“La llevaré al desierto y le hablaré al corazón» (Oseas 2,16).

MOTIVACIÓN

Bienvenidos y bienvenidas a esta experiencia de silencio-desierto al inicio de la Cuaresma.
Venimos con la sed honda de un encuentro con Dios
Preocupados, con polvo en los pies de los caminos, con heridas, con cansancio.
Venimos rodeados de incertidumbre, dolor por lo que sucede en el mundo: guerras, terremotos, catástrofes, dificultades económicas, problemas laborales, enfermedades, muertes.
Vamos por la vida cargados de miedos, de penas, de indiferencia, de no amor.

Sentimos la necesidad de una experiencia de Dios que nos ilumine, nos pacifique, nos recree la esperanza, nos fortalezca la voluntad para seguir el camino del Evangelio. Necesitamos escuchar en lo profundo del corazón el amor que Dios nos tiene.

En este tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia, Jesús nos invita a un encuentro con Él, ya sea en el desierto, ya en el monte, ya junto al pozo, o en esta sala donde estamos reunidos, para hablarnos al corazón.

Nos dice el papa Francisco en su mensaje de la Cuaresma que:

“En este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a ir con Jesús a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”.

Esta tarde hemos venido a una experiencia de silencio en la que Jesús nos espera, no estamos solos. El encuentro con Jesús nos descansa el corazón, nos regala su amor, pacifica nuestras preocupaciones, despierta la esperanza y nos da energías para seguir caminando con alegría.

Señor, Jesús, ayúdanos a entrar adentro, donde nace la luz, donde crece el amor, donde nos esperas Tú.

ORACIÓN

Invocación al Espíritu.

VEN ESPÍRITU. VEN ESPÍRITU. VEN ESPÍRITU. VEN ESPÍRITU.

Proyección del Vídeo: La llevaré al desierto y le hablaré al corazón.

MEDITACIÓN

TEXTO PARA LA MEDITACIÓN (Se reparte la Ficha a la gente)

¿QUE ES EL DESIERTO?

Lugar en el que prácticamente no hay nada.
Lugar al que Dios trae a sus amigos para curarles de su autosuficiencia y de sus falsas seguridades, para que se apoyen sólo en Él. Es el lugar de lo esencial. Lo superfluo queda a un lado. Allí nuestros recursos habituales no valen nada.
Lugar de la distancia. Esa distancia que necesitamos para poder ver: lo que de verdad hay dentro de nosotros y lo que somos en relación con los otros, con el mundo y con Dios.
Para sobrevivir al desierto el hombre debe reconciliarse consigo mismo, volver a sí mismo, porque la interioridad aparece como el único refugio.

ACTITUDES…

El silencio marca un estilo de oración hecho de escucha, sinceridad, acogida de lo inesperado, confianza…
Muchas realidades son puestas en tela de juicio: las progra­maciones, las seguridades, los disfraces, nuestro status y nues­tra imagen. Todo es relativizado y mirado a la luz de lo que es esencial.

Ir al Desierto es ir hacia lo mejor de nosotros mismos. Por destruida que esté nuestra vida, la oración se convierte, en aceptación de la sorpresa de Dios, para el que ‘nada hay imposi­ble’. No se huye de la realidad, allí se enfrenta uno con ella. Los problemas que se huyen siempre te persiguen y acosan.

Nos encontramos con la propia soledad. Y en esa soledad desenmascaramos los miedos, dejando que emerja nuestra verdad. Enfrentar nuestros fantasmas, lo que nos asusta de nosotros y de las situaciones.

EL DESIERTO: LUGAR DE LA PALABRA…

Desierto es aquel lugar al que Dios invita a sus amigos para que reclinen la vida en su regazo. Es el gran lugar de la Palabra. La Palabra más importante: del hombre, su FRAGILIDAD y LIMITACIÓN. De Dios, su MISERICORDIA y FIDELIDAD. De ambos, su BELLEZA INTERIOR.

Somos invitados a escuchar la palabra clave sobre nuestra vida, oída de labios de Dios, que habla en el silencio y la soledad: nuestro verdadero nombre, nuestra identidad y misión en sentido bíblico, aquello que nos define a los ojos de Dios, y, por tanto, lo que de verdad somos y estamos llamados a ser. «Te he llamado por tu nombre…» (Isaías). “A vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15,15).

Cuenta el Evangelio que Jesús “se dejó llevar por el Espíritu al desierto” (Mateo 4,1). En el desierto Dios habla al corazón. Porque en el desierto no hay nada interesante, nada que pueda distraernos y atontarnos. Sólo arena movida por el viento. Por eso, llega un momento en que nos sentimos solos, desnudos frente a Dios, y entonces le abrimos de verdad el corazón. El Espíritu Santo quiere llevarnos al desierto.

Vamos con Jesús al desierto, y allí, de Jesús aprendemos obediencia a toda palabra que sale de la boca de Dios; allí, con Jesús, abrazamos la verdad de nuestra vida: nuestras limitaciones, nuestras debilidades, nuestra condición humana, nuestras miserias; allí, con Jesús, nos hacemos de Dios.

Deja entrar en tu vida a Jesús, no te apartes de él, vive con él su obediencia, su humildad, su modo de ser hijo de Dios. Y sentirás latir dentro de ti un corazón puro, te sabrás renovado por dentro con un espíritu firme, te reconocerás habitado por un espíritu santo, te confesarás afianzado con un espíritu generoso, experimentarás dentro de ti la alegría de la salvación que viene de tu Dios.
En el libro del profeta Oseas, vemos a un enamorado que intenta por todos los medios seducir a la amada, pero todo es inútil. Finalmente encuentra una manera: “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón» (Oseas 2,16).
Eso no significa que tengamos que hacer un viaje para buscar a Dios en un desierto. Se trata de hacer desierto en nuestro interior. Hay que despojarse de todo, darse cuenta de que no vale la pena aferrarse a nada, que todos los falsos remedios y secretos de felicidad no sirven. Sólo nos distraen. Son fantasías y excusas. Tenemos que entrar en oración, dejar todo a un lado, dejar que todo se caiga.

Hacer silencio es encontrarnos cara a cara con el Padre Dios, para conversar con él desnudos, sin ocultar nada, sin aferrarnos a nada. Sólo así podremos descubrir y aceptar que él es el único que vale la pena, que sólo él puede ocupar el centro de nuestra existencia.

Podemos vivir este desierto en medio de la ciudad, dentro de las preocupaciones de un día de trabajo, en cualquier circunstancia. Porque en cualquier cosa que hagamos podemos vaciarnos, desarmarnos, liberarnos de falsas seguridades y quedar pobres, con humildad, abiertos y disponibles ante Dios.

El Espíritu Santo quiere hacernos vivir ese desierto ahora mismo. Aceptemos esta divina invitación que puede cambiar nuestras vidas. Señor, aquí está mi vida. Confío en ti.

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

* ¿Por qué has venido a esta experiencia de silencio?
* ¿Qué buscas?
* ¿Qué Palabra de Dios resuena dentro de ti en este tiempo de Cuaresma?

ADORACIÓN AL SANTÍSIMO

Canto mientras se expone el Santísimo

ME POSTRARÉ EN TU PRESENCIA. ME POSTRARÉ ANTE TI, SEÑOR.

Estamos ante ti, Señor, Amigo de la vida.
Eres nuestro bien, nuestra luz, nuestra verdad, nuestra paz.
Te abrimos el corazón necesitado de ti, de tu amor.
Eres nuestro maestro, nuestro Dios.
Traemos a tu Presencia todo lo que llevamos en el corazón.
Que tu mirada de amor recorra los rincones oscuros de nuestra vida.
Nos abrimos a tu Presencia y escuchamos tu Amor.

Pausa de silencio

Nos dice Jesús: VENID CONMIGO (Mc 6,30-34).

Venid, venid conmigo a un lugar tranquilo y descansad en mi vuestro cansancio.
Dejad que os cure las heridas que el trabajo por el Reino os ha dejado.
Reponed con mi Pan vuestras fuerzas, con mi Vino alegrad el corazón.
Y ahora, venid…

Audición del canto: VENID CONMIGO (Ain Karem)

Pausa de silencio

Te hacemos presente el dolor y desconsuelo de nuestros hermanos que están sufriendo por diversas causas. Guerras, terremotos, enfermedades, soledad, depresión, fracasos, ruptura de relaciones, abusos, violaciones, maltratos… todo lo que degrada al ser humano creado a tu imagen y semejanza.

Te hacemos partícipe de nuestras alegrías, trabajos laborales, tareas pastorales. Todo te lo confiamos. Todo lo dejamos en tu corazón.

Permanecemos en tu presencia, MIRÁNDOTE, AMÁNDOTE, ADORÁNDOTE.

Nos dice: SANTA TERESA (Camino 26,3).

“No os pido ahora que penséis en Él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis.
Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto si no podéis más, a este Señor?…
Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos. Como le quisiereis, le hallaréis”.

Audición del canto: MIRÁNDOLE AMÁNDOLE (Fabiola Torrero)

Tiempo e silencio

Momento para agradecer.

Gracias, Señor, por tu presencia que nos vivifica y alegra el corazón.

       Otras peticiones…

Padre nuestro.

Bendición con el Santísimo

Canto Final: No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. / (2)
No adoréis a nadie, a nadie más. / (2)
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él, nos puede sostener. / (2)
No adoréis a nadie, a nadie más. / (2)
No adoréis a nadie, a nadie más que a Él.

No miréis a nadie, a nadie más que a Él. / (2)
No miréis a nadie, a nadie más. / (2)
No miréis a nadie, a nadie más que a Él.
Porque sólo Él, nos puede sostener. / (2)
No miréis a nadie, a nadie más. / (2)
No miréis a nadie, a nadie más que a Él.

RESONANCIAS ORANTES

       Una palabra que exprese lo vivido en la experiencia de Silencio.
       Qué Palabra de Dios llevas dentro.

Canto final.

ID AMI ID AMIGOS, POR EL MUNDO ANUNCIANDO EL AMOR,
                   MENSAJEROS DE LA VIDA, DE LA PAZ Y EL PERDÓN.
                   SED AMIGOS, LOS TESTIGOS DE MI RESURRECCIÓN,
                   ID LLEVANDO MI PRESENCIA,CON VOSOTROS ESTOY.

Se reparte la tarjeta con pensamientos del silencio para la Cuaresma

Equipo CIPE

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