CELEBRACIONES ORANTES EN LA CUARESMA
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed” (Juan 4,16).
Motivación
Estamos finalizando la Cuaresma, un tiempo de cuarenta días de preparación para la fiesta de Pascua. Esta última semana hacemos un alto en el camino y dedicamos tiempo a Dios, que siempre nos espera para hablarnos al corazón. Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias; no nos cansemos nosotros de recibir, nos dice Teresa de Jesús (V 19, 15).
Venimos de recorrer caminos polvorientos, secos, oscuros, a veces tortuosos, la pandemia, todavía anda rondándonos, el sonido de las guerras en nuestro entorno, nos estremece, la incertidumbre de tantas gentes ante los terremotos, nos sobrecoge el ánimo, los dircursos de los políticos nos alteran y la esperanza se esconde, no vislumbramos el camino, se cansan nuestros pies y la sed de luz y de paz nos seca el corazón. Con la Samaritana, la mujer buscadora de respuestas nuevas, nos acercamos hoy a Jesús, con nuestro cántaro vacío de carencias y dispersiones. El Señor nos espera siempre en el camino, junto al pozo. Nos ofrece el agua viva de su Palabra que sacia nuestra sed de Dios, la Fuente de nuestra vida. El Espíritu Santo nos enseña los lenguajes del amor y la alegría. Dios-Padre mana como una fuente en lo hondo de cada corazón y descubre su presencia en los heridos que yacen en las cunetas. Se acerca a cada uno de nosotros para sanar nuestras heridas y cargar con nuestras limitaciones. Su amor, su paz, su vida… son para nosotros. Cuando todo parece destruido, nos ofrece su mano y su consuelo; nos susurra al oído: ¡levántate!, todo es posible. Nos invita a recorrer con Él los lugares donde la vida está más amenazada y a confiar en la fuerza secreta de la compasión y de la esperanza Dios nos sorprende dándonos futuro. Dios nos alienta dándonos esperanza. Dios nos regala su amor en el rostros y en los gestos de humanidad de tantos hombre y mujeres que arriesgan su vida para ayudar a otros a levantarse. Nos invita a estrenar una nueva manera de vivir. Una nueva manera de ser todos hermanos. Nunca se agota el agua de su fuente.
Canto. DE NOCHE IREMOS DE NOCHE. QUE PARA ENCONTRAR LA FUENTE SOLO LA SED NOS ALUMBRA, SOLO LA SED NOS ALUMBRA.
Gesto. Una persona trae la Palabra en alto y otra un cántaro.
PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA: EVANGELIO DE SAN JUAN 4, 5-42
EN aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
«Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contestó:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contestó:
«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
«Soy yo, el que habla contigo».
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos.
Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».
Momento de silencio para interiorizar la Palabra
COMENTARIO AL EVANGELIO, Irene Sastre, ctsj
TESTIMONIO: Patricia Carcedo Cuesta y Vicente Vazquez Agustí
MOMENTO ORANTE
Vídeo : La Mujer Samaritana y Jesús
Salmo 41: Mi alma tiene sed de ti
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios,
que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
De día el Señor me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.
Diré a Dios: «Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío».
GLORIA AL PADRE AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO
Oración
Señor, estoy en tu Presencia.
Creo que me amas, me miras y escuchas mi oración.
Vengo ante ti con sed de vivir más plenamente,
con sed de despertar a la vida que sólo Tú puedes dar.
Vengo con el ardiente deseo de dar un nuevo paso hacia Ti,
y de que tu amor me alcance y me transforme.
Derrama sobre mí tu Espíritu Santo, torrente inagotable,
manantial de aguas vivas, que empapa mi tierra reseca
Derrama sobre mí tu Espíritu: que Él guíe mis pasos
a la fuente de tu Palabra.
Que mi fe se sacie en ella.
Que mis fuerzas se renueven en ella.
Que mi amor se encienda en ella.
Que mi esperanza se apoye
y se sostenga en ella. Amén.
Canto: ID AMIGOS POR EL MUNDO ANUNCIANDO EL AMOR. MENSAJEROS DE LA VIDA DE LA PAZ Y EL PERDÓN. SED AMIGOS LOS TESTIGOS DE MI RESURRECCIÓN. ID LLEVANDO MI PRESENCIA CON VOSOTROS ESTOY.
Equipo CIPE