Lectura orante del Evangelio: Mateo 4,12-23
Celebramos con toda la Iglesia “un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo” (Papa Francisco, Aperuit illis 2).
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Jesús lee los signos de los tiempos a la luz de la misión y toma decisiones. No se echa para atrás al conocer lo que han hecho con el Bautista. Al revés, su decisión es valiente, propia de quien quiere comunicar lo que la gente necesita oír. En Galilea, tierra de gentiles, tan distante de la pureza religiosa de Jerusalén, comienza Jesús el camino. Allí quiere mostrar la novedad del amor del Padre y comunicar la Buena Noticia. Y nosotros ¿cómo leemos los acontecimientos de la vida? La oración tiene mucho de retirada a la interioridad, pero no para abandonar el camino sino para tomar impulso y salir con entusiasmo a anunciar la Buena Nueva.
Espíritu Santo, danos valentía para emprender caminos nuevos, con alegría y libertad.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm.
Otra decisión de Jesús, muy meditada. En Cafarnaúm, ciudad situada en una encrucijada de caminos con necesidad de encuentro, comienza a oírse la novedad del Reino. Jesús deja lo conocido y se aventura en lo desconocido, se mete en medio de la gente. Lo nuevo de Dios reclama espacios nuevos, el vino nuevo pide odres nuevos. De esta forma se manifiesta la dimensión universal del mensaje del Reino. ¿Dónde nos situamos nosotros para comunicar la buena nueva de Jesús al mundo de hoy? Reflexionar esto juntos, nos puede ayudar a tomar decisiones concretas.
Espíritu Santo, danos lucidez para anunciar la Buena Nueva en los cruces de los caminos.
Comenzó Jesús a predicar diciendo: ‘Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos’.
Las palabras de Jesús resuenan en medio de la ciudad como un estallido de novedad y alegría. Está cerca el Reino, el amor está llamando a la puerta. Se puede vivir confiando en Dios, se puede cantar el amor que nos regala, es una suerte poder entrar en su proyecto de vida para todos. Es tanto lo que Jesús ofrece que se requiere conversión; lo nuevo que viene pide una nueva mentalidad. El Reino pide espacio en el corazón y en la mente. El Evangelio pide que lo estrenemos. No da lo mismo vivir con Jesús y su Evangelio a no hacerlo.
Espíritu Santo, orienta nuestra mirada hacia Jesús.
Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos… pescadores. Les dijo: ‘Venid en pos de mí’.
Jesús es el que llama al seguimiento. ¿Por qué llama? Cuatro discípulos se van con él a humanizar la vida. Están dispuestos a arriesgarlo todo por el Reino. El que sigue a Jesús ya no vive para sí mismo sino para curar toda dolencia del pueblo. ¿Vivimos el gozo de sentirnos llamados? ¿Tenemos un corazón ecuménico, abierto a la salvación de todos?
Espíritu Santo, regálanos la audacia de seguir a Jesús, mantén en nosotros el ardor misionero, que hace de la vida una historia de amor entregado.
Feliz Domingo de la Palabra de Dios – Vuestros amigos del CIPE – Enero 2023