Lunes,11 de diciembre
“Levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios. El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas» (Lc 5,25.26)
Nos admira la compasión de Jesús, su energía sanadora y su mirada penetrante que va más allá de las apariencias externas. Su amor libera de cuantas ataduras físicas, psíquicas y morales nos imponemos nosotros o nos encontramos en el contexto en el que vivimos.
Te miro Jesús y llenas de confianza mi corazón. Tu palabra es viva y eficaz, trae la salvación, comunica libertad y vida para amar.
Martes,12 de diciembre
VIRGEN MARÍA DE GUADALUPE, patrona de América y Filipinas.
“Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18, 13-14).
Jesús está en permanente éxodo hacia las orillas de todos los caminos donde están los perdidos, los que no cuentan en la sociedad. Estos son los predilectos del Padre; a ellos quiere Jesús dar a conocer su amor. María, la Madre de los pobres y sencillos, la Estrella de la nueva evangelización nos cuida y protege con ternura. Su rostro maternal refleja el Amor sin medida de Dios.
Venimos a ti, María, santuario de acogida donde nos muestras la ternura de Dios. Vaciamos en tu regazo nuestro corazón roto, sabiendo que nos rehaces y cobijas.
Miércoles, 13 de diciembre
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
Me invitas a ir a ti y descansar mi corazón en tu corazón. Me invitas a caminar contigo y a llevar juntos el peso del dolor y del no saber qué pasará mañana. Porque la pena y el cansancio compartido se alivia y lleva mejor. ¡Juntos andemos, Señor! Tu presencia en mí me hace más humano, con más sencillez y verdad entre las manos, testigo, junto a otros, del Dios de la ternura.
Vengo ante ti, mi Señor. Cansado y herido en el camino de la vida. Vengo con la plena confianza de que restablecerás mis fuerzas cansadas y devolverás la alegría a mi corazón.
Jueves, 14 de diciembre
San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, místico y poeta.
“Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista” (Mt 11,11).
Acércate a esta figura del Adviento que da la cara y la palabra por la verdad y la justicia. La gente acude al desierto, donde vive, a buscar respuestas que no hallan ni en Judea ni en Jerusalén. Juan dice de sí mismo “Soy la voz que clama en el desierto”. Deja paso a otro, a Jesús. Percibe en Jesús la novedad del Espíritu y dedica su vida a prepararle los caminos. Le encarcelan y decapitan, pero no pueden apagar el resplandor de la verdad y de la vida.
Acepto tu Palabra, Señor, y quiero preparar el camino y hacerte sitio en mi vida. El testimonio de Juan me invita a dar la cara por el Evangelio.
“Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor”, dice San Juan de la Cruz.
Viernes, 15 de diciembre
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado… Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras»” (Mt 11,17. 19)
¡Qué duro el reproche de Jesús! ¡Cómo nos cuesta percibir el rostro de Dios humano, cercano, vivo en tantos rostros desfigurados! La sabiduría de Dios desborda nuestro entendimiento. Solo los sencillos y humildes la reconocen.
Orar es tratar de amistad con Dios y unirnos a otros amigos para festejar juntos el gozo de vivir y para llorar con los que tienen motivos para llorar. Tal vez juntos descubramos que siempre hay más razones para el gozo que para el llanto…
Tú, mi Dios me limpias los ojos para ver un corazón donde antes solo veía lodo, para despertar la gracia en todos los desgraciados, para poner canciones de amor donde hay girones de desengaño.
Sábado, 16 de diciembre
“Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos” (Mt 17,13).
¡Qué dolor cuando un ser humano es pisoteado, orillado, violentado, ninguneado? ¡Qué oscuridad, del hombre y de Dios! Aporta tu granito de arena en alguna de las mil tareas que el Espíritu hace surgir cada día a favor de la dignidad del ser humano. ¡Qué abajo te colocas para levantar a los abajados! ¡Qué grande es tu amor, Señor! ¡Qué novedad y verdad aportas a la vida!
Tomo conciencia de mi condición bautismal. Acojo al que viene hoy y siempre como amor y verdad, como buena nueva para todos.
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