Lunes, 11 de marzo
“«Anda, tu hijo vive». El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino” (Jn 4, 50).
Jesús está donde está la vida, o donde la vida está a punto de perderse. Y siempre está a favor de la vida. Un hombre percibe que nadie está excluido de su amor, ni de su perdón y le presenta con toda sencillez y verdad una necesidad vital. Jesús con su palabra de vida, libera sin alarde de fuerza ni ostentación de poder. El funcionario cree que la palabra de Jesús ha alcanzado al enfermo. Porque cuando hay confianza en Jesús, toda oración encuentra respuesta.
«Hoy queremos hablarte, Señor, de lo que nos duele, o mejor, de lo que duele a los demás. Sabemos que a ti te importa mucho que aliviemos el sufrimiento de los otros».
Martes, 12 de marzo
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”… «Y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado» (Jn 5, 11.15).
Era un inválido y no sabía ni hablar. Con el paso de los años le había invadido una dañina tristeza y un hondo pesimismo. No tenía palabra. Y pasó Jesús junto a él. Con su cariño le infundió ánimo. Con su apoyo le ayudó a ponerse de pie. Le invitó a que tirara lejos las muletas. Poco a poco Jesús se le fue metiendo dentro y le fue liberando de los miedos de siempre. Y empezó a presentir las realidades del evangelio que embellecen la vida: la confianza, la alabanza, la alegría del corazón.
«Jesús, ponnos de pie, libéranos, para que podamos liberar a otros. Junto a los pobres acontece el milagro de la vida».
Miércoles, 13 de marzo
«Mi Padre sigue actuando y yo también actúo» (Jn 5, 17).
Acoge con gozo esta confidencia de Jesús. Ni él ni el Padre se han alejado de este mundo. El proyecto del Padre es llevar al ser humano a la plenitud de vida. La tarea de la creación sigue abierta y espera nuestra colaboración. Por muy mal que vayan las cosas da esperanza saber que el Espíritu sigue dibujando un horizonte de vida para la humanidad.
«Espíritu Santo, empújanos a realizar la obra de Jesús: dar vida en abundancia, aliviar el sufrimiento de la gente».
Jueves, 14 de marzo
“Las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado” (Jn 5, 36).
¿Cómo continuar el camino cuando se asoma la prueba, cuando parece que hasta los amigos desconfían de ti? ¿A qué apelar cuando las cosas están confusas y surge la confrontación? A Jesús le acorralan. Intentan despojarle de todo lo que tiene. Y Jesús, como testimonio, deja que hablen silenciosamente las obras, todo lo que ha hecho a favor de las gentes. Cuando las cosas se ponen mal sigue hablando el lenguaje callado del amor. Y en ese lenguaje se percibe el misterio de Dios, porque Dios hace cosas grandes en los que le aman.
Señor, danos unos ojos capaces de ver la realidad como novedad. Enséñanos la cultura del diálogo, para superar la del enfrentamiento.
Viernes, 15 de marzo
«Y no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz» (Jn 7,28).
Jesús le aflora en la noche la experiencia honda de saberse amado por el Padre. Le da fuerza saber que su Padre, que es veraz, está siempre con Él. La experiencia que tienes de Dios es fundamental para no caer en la tentación en las horas de prueba. Si quieres ser cristiano en este mundo de hoy, tendrás que conocer al Padre. Él es el fundamento de tu misión y de tu actividad. Sentirte enviado por Dios, te llevará a la audacia, a la confianza, al amor.
Ayúdame a vivir consciente de esta realidad: En ti soy, me muevo y existo. Tú eres mi verdad.
Sábado, 16 de marzo
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre» (Jn 7, 46)
Los adversarios quieren eliminar a Jesús, lo tachan de impostor, desprecian a la gente sencilla. Parece que sólo entienden de Dios los que conocen la Ley. Pero la palabra de Jesús no está encadenada y ofrece desde abajo una alternativa de vida. Su amor puesto en medio del mundo saca de la ambigüedad a toda sabiduría. A la violencia responde con la paz y la bondad.
Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente.
El Señor es compasivo y misericordioso Salmo 102