Lunes, 18 de marzo
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra»…“Tampoco yo te condeno” (Jn 8, 7.11).
Escucha con gozo estas palabras de Jesús dirigidas a una mujer. En un mundo en el que tanto abundan las condenas y las culpas, es hermoso encontrarse con unas palabras tan limpias, tan nuevas. Acércate confiadamente a Jesús; él es capaz de limpiar las más oscuras zonas de tu corazón. Jesús es el que perdona. Y quiere que también sus amigos perdonen. ¡Qué tiniebla inunda el corazón humano ni no hay perdón para el adversario! Si pierdes la misericordia lo has perdido todo.
Espíritu divino abre mi corazón para escuchar el lenguaje desconocido del perdón y encontrar el coraje para arriesgarme a la reconciliación y la paz.
Martes, 19 de marzo
SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor» (Mt 1,24).
“La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, de esta reconciliación, podemos también intuir una historia más grande, un significado más profundo… José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Sólo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia” (Papa Francisco, Patris corde).
“Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén”. (Patris, corde).
Miércoles, 20 de marzo
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32).
Si haces silencio, para acoger al Espíritu de la libertad, ya estás orando. Si estás abierto a una presencia, a una comunión, ya estás orando. Si buscas hacer felices a los demás, ya estás liberándote de ti mismo. Si ofreces el perdón a quien lo necesita, estás estrenando caminos de libertad.
Señor, libéranos de tantas ataduras que tenemos y de las que no somos conscientes.
Jueves, 21 de marzo
«Quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51)a
María se dejó guiar por el Espíritu hacia un destino de fecundidad y de servicio; aprendió a guardar en el corazón la Palabra y en ella conoció al Padre. Por eso, vive para siempre, es Madre de todos. Recuerda que conoce al Padre y vive para siempre quien hace lo que el Padre quiere; recuerda que está en Dios quien presta atención y alivia los sufrimientos de la tierra.
«María, enséñanos a ser contemplativos de la Palabra de Jesús en la vida de cada día. Señora de la Vida ayúdanos a nacer a la vida para siempre, a la comunión con Dios y con los hermanos».
Viernes, 22 de marzo
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?» (Jn 10, 32).
La oración, como encuentro con el Padre, nos deja el encargo de no adormecernos ante el mal y permite que se asomen a nuestros ojos cada mañana la bondad y la compasión. Vivir en la presencia confiada del Padre no nos aleja de los demás y le da a nuestra vida un impulso misionero para decir el evangelio amando.
«Te damos gracias, Jesús, por todo lo que has hecho. Todo nos parece admirable. Bendito y alabado seas».
Sábado, 23 de marzo
«Aquel día decidieron darle muerte… Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo” (Jn 11, 53. 57).a
Estremece que el sistema judío firmara la sentencia de muerte de Jesús con el pretexto del bien nacional. Emociona la fuerza del amor de Jesús que vence todo odio y toda muerte. Estremece que alguien en algún lugar firme sentencias de muerte. Emociona que nadie pueda hacer desaparecer de la tierra el amor. Estremece el egoísmo y la indiferencia de muchos y emociona la grandeza del ser humano, su solidaridad en situaciones límite. Emociona el silencio de Cristo mientras se prepara el grito triunfante de la vida.
«Espíritu Santo, métenos en la muerte de Jesús, mientras esperamos con Él el grito triunfante de la vida».