TRES PALABRAS PARA ORAR EN «NOCHEVIEJA»
Silencio…
Señor: Estoy a punto de terminar este año 2023
En la última noche quiero decirte estas palabras: Gracias… Perdón… Ayúdame… Te suplico…
GRACIAS, SEÑOR:
Por haber llegado al ocaso de este año creyendo, confiando y amándote a Ti. Fueron muchas las veces que fortaleciste mi fe, encorvada bajo el desánimo. Y no pocas las que corriste a mi encuentro, al volver de estar enredada en tantos entretenimientos inútiles. Siempre sentí el calor de tu mano, la cercanía de tu Presencia, aun en plena oscuridad.
Gracias, también, por esa otra fe -no menos necesaria ni difícil- que he conservado: me refiero a la fe en mis hermanas y hermanos.
Gracias por las ayudas, la compañía y la alegría que me han brindado.
Gracias por tantos ojos como me miraron con ternura.
Gracias por tantas manos como se adelantaron a estrechar la mía.
Gracias por tantos labios cuyas palabras y sonrisas me alentaron.
Gracias por tantos oídos que, no sólo me oyeron, sino que me escucharon.
Gracias, Señor, por tanto como he recibido; que no fueron méritos míos, sino dones tuyos…
Gracias por el éxito que me estimuló…
Gracias por la salud que me sostuvo…
Gracias por el trabajo que desempeñé y por el descanso de que disfruté…
Gracias por la familia, los amigos, las amigas, la comunidad cristiana donde celebro la fe en Jesús resucitado, por tantas personas que durante este año han aparecido en mi camino y han sido luz y alegría en mi vida.
Gracias por las experiencias de silencio contemplativo, que me dilataron el corazón y despertaron la atención amorosa a tu Presencia de amor y de vida.
Gracias por los encuentros de amigos de orar, los grupos de oración, las celebraciones orantes, los encuentros con La Palabra, que alimentan mi fe, reavivan mi esperanza y tejen fraternidad y comunión.
Gracias -me cuesta mucho decirlo- gracias por la enfermedad.
Gracias por aquel fracaso y aquella desilusión.
Gracias también -¿por qué no?- por el insulto, la calumnia, la injusticia…
Gracias, incluso, por aquel ser querido que perdí. Tú sabes bien, Señor, qué difícil me resultó aceptar todo esto. Hoy, no sólo lo acepto, sino que hasta te lo agradezco pues me acercó más a Ti y me ayudó a comprender mejor a las personas.
PERDÓN, SEÑOR:
• Por la palabra que callé.
• Por esa mano que no tendí.
• Por la mirada que escatimé.
• Por el saludo que negué.
• Por la mirada que desvié.
• Por la alabanza que no regalé.
• Por la disculpa que no pedí.
• Por esos oídos que no presté.
• Por ese gozo que no compartí.
• Por tanta lágrima como no enjugué.
• Por el saludo que negué.
• Por la mirada que desvié.
• Por la alabanza que no regalé.
• Por la disculpa que no pedí.
• Por esos oídos que no presté.
• Por ese gozo que no compartí.
• Por tanta lágrima como no enjugué.
• Por esa verdad que omití.
• Por ese «yo» que tanto se auto prefirió.
• Por tantas veces, Señor, como me marché de Ti o como no Te abrí…
AYÚDAME, SEÑOR:
Ayúdame porque, cerrado un año de mi vida, debo comenzar otro.
Ayúdame a no estropear o malgastar los días, el tiempo precioso que me regalas en cada amanecer.
Lo hecho mal, perdonado está por tu bondad.
Lo por hacer, es un cheque en blanco; es mi nueva oportunidad…
Ayuda mi libertad.
No me hiciste marioneta… ni robot programado… ni inteligencia artificial, ni puro instinto.
Puedo darte la espalda, alejarme de Ti.
Eres Tú quien no puedes dármela y siempre estás en mi vida.
Soy hijo, hija tuya.
Ayúdame -¡cómo no!- en mis momentos bajos:
Ayúdame cuando tenga la sensación de no tener ni meta ni brújula ni horizonte.
Ayúdame cuando crea que ya no puedo más.
Ayúdame cuando mis redes salgan continua y completamente vacías.
Ayúdame cuando me duerma… o me adormezcan tantas y tantas cosas vacías hacia las que demuestro no poca dependencia…
Ayúdame cuando me crea o me sienta solo, sola.
UNA SÚPLICA:
Señor, te muestro el dolor grande que llevo en el corazón, te presento a tanta gente inocente que sufre las consecuencias de las guerras sin sentido, a tantos emigrantes que tienen que huir de sus tierras, de sus familias, cultura, religión, a tantos pobres que padecen el hambre, la enfermedad, la soledad, el abandono, a tantos pueblos marginados, ninguneados, también a los más desprotegidos afectados por los desastres naturales.
Me surgen preguntas que no tienen respuesta fácil ¿Por qué tanto dolor? ¿Por qué tango egoísmo? ¿Por qué tanto poder arbitrario, tanta prepotencia que aplasta a los más vulnerables?
Al finalizar este año, en el que han sucedido acontecimientos preocupantes para la humanidad, te suplico Señor, que sigas derramando tu misericordia, tu ternura, tu luz y tu verdad en el corazón de tus hijos e hijas. Que tu Espíritu divino nos guíe por caminos de paz, de justicis, de libertad, que aprendamos a vivir como hermanos en la casa común.
GRACIAS… PERDÓN… AYÚDANOS…
Te repito estas palabras, no sólo en nombre propio, sino en el de cuantos esta Noche no se acuerden de decírtelas o no sepan decírtelas.
Y cierro, por fin, este 2023 en tu Presencia de Amor y de Vida.
CIPE: Centro de Iniciativas de Pastoral de Espiritualidad
Os ofrecemos el Podcast: El nacimiento de Jesús y la espiritualidad carmelitana.
(Patricia Jimbo Santana y Fray Ferney Correa, ocd)