Domingo trigésimo primero del tiempo ordinario

Aquella noche de luz… La obra que yo no había podido realizar en diez años Jesús la consumó en un instante… Sentí que entraba en mi corazón la caridad, sentí la necesidad de olvidarme de mí misma para dar gusto a los demás, ¡y desde entonces fui feliz…! (Santa Teresita).

Eso es la oración: acercarse a Jesús, que está cerca de nosotros, poner el oído en su corazón para oír el murmullo de su fuente, tratar con él de lo que es más importante en la vida, de la búsqueda de lo esencial. Y esto, hacerlo una y otra vez. Jesús, en quien no hay más que amor y bondad, nos abre los ojos y el corazón al amor.

Gracias, Jesús, por decirnos que sólo el amor da valor y sentido a la vida.  

Para elegir amar, hay que oírle a Jesús el sonido del amor. Escuchar es amar. Jesús no responde como en las escuelas de los rabinos, nos habla del Padre que sólo sabe amar, que nos amó primero y que espera nuestro amor porque el amor quiere ser amado. La oración es tratar de amor con quien sabemos nos ama. Lo importante es amar y ser amados hasta el extremo, hasta decir: “Mi Amado es para mí y soy para mi Amado”.

Espíritu Santo, enciende en nosotros la llama del amor.

En Jesús, el amor se hizo humanidad, por eso en cada ser humano, también en nosotros, espera ser amado. De ahí que diga san Pablo: A nadie le debáis nada, más que amor (Rm 13,8). El amor a Dios se visualiza en el amor al prójimo, no sólo de boca sino con obras, porque el amor de Dios es lo que él hace con y por nosotros. La forma de tratar a los demás manifiesta hasta qué punto ha entrado en nosotros el fuego del amor de Dios. Orar no es pensar mucho sino amar mucho, despertarnos en el amor, vivir en el amor, dormirnos en el amor. Eso es lo que da gloria a Dios y la gloria de Dios es que el pobre viva (San Óscar Romero). Sólo donde hay amor, el mundo podrá creer en Dios, porque sólo el amor es digno de fe.

Jesús, quítanos el miedo a amar y a ser amados. Enséñanos que para conocer a Dios hay que amar.   

Amar vale más que todo, es más, es lo único que vale. Una oración sin amor, ¿qué es? Jesús es el amor del Padre encarnado, que desvela el verdadero rostro del ser humano. Sólo el amor mueve el mundo hacia la vida.

Espíritu Santo, haznos entender que si nos falta el amor nada sirve. .    

No estamos lejos del Reino cuando creemos que Jesús nos ama; este convencimiento íntimo es el centro de la fe. No estamos lejos cuando nos atrevemos a vivir amando; esta experiencia llena el mundo de alegría. No estamos lejos cuando oramos cantando canciones de amor al Amado.

Jesús, tú eres una pasión de amor. Y no queremos llamarte otra cosa que amor. 

CIPE, octubre 2024

Libros recomendados:

Post recomendados:

Viva el evangelio como nunca antes:

Recibe nuestras reseñas literarias:

Únete a nuestra comunidad literaria para recibir reseñas semanales de libros  de tu interés por e-mail. Es gratis y disfrutarás de precios más bajos y regalos en nuestras editoriales con tu cupon de socio.