1 Semana del Tiempo Ordinario

Lunes, 8 de enero 

“Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron” (Mc 1,16-20).

Comenzamos el tiempo ordinario con la llamada de Jesús a estar con Él, y a colaborar en las tareas del reino. Somos discípulos misioneros que escuchamos y acompañamos a Aquel que lleva por los caminos la esperanza y la misericordia de Dios para todos. Deja las redes que te impiden ser libre. Poco a poco percibirás cómo el Espíritu Santo te va recreando y te va naciendo por dentro la ternura.

Me acerco a ti, Jesús. Reconozco en tu rostro la misericordia del Padre.

Martes, 9 de enero 

Había en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar… Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen» (Mc 1,21-20).

El estilo de vida de Jesús suscita preguntas. Hay en él una novedad que rompe los esquemas preestablecidos y cuestiona las conciencias. Que la pregunta acerca de Jesús te acompañe durante este día y te lleve a actitudes de confianza y alegría.  Que el Espíritu despierte en ti, la fe viva en Jesús, aunque no entiendas sus caminos.

Camino contigo Jesús para ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios.

Miércoles, 10 de enero 

“Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios… Se levantó de madrugada, cuando todavía era muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar” (Mc 1, 29-39)

Jesús va al encuentro de todos los que viven en las periferias, estén donde estén, para que puedan experimentar el amor misericordioso del Padre. Si te decides a seguir a Jesús, tendrás que aprender a dejar la indiferencia y a abrazar a todos en tu corazón.

Voy contigo, Jesús, al silencio y a la misión. Voy contigo, Jesús, a anunciar a todos los que encuentre por los caminos, el evangelio de la salvación.  

Jueves, 11 de enero  

“Se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio» (Mc 1,40-45).

Jesús se estremece ante la oración de un excluido. Se conmueve y se indigna de que la ley margine, y además en nombre de Dios. Jesús le toca y le dice palabras entrañables. “En él todo habla de misericordia”.  Que el Espíritu Santo ilumine tu vida y puedas acercarte a quienes están en las orillas del mundo.  

Acojo, Jesús, tu amor.  Me abro a la vida que me comunicas en plenitud. Me sorprendo de tu inmensa gratuidad. Te alabo y te bendigo, Jesús de mi vida.

Viernes, 12 de enero

“Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío,… abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados»… “Levántate, coge la camilla y echa a andar… y vete a tu casa”» Mc 2,1-12).

Jesús se encuentra cara a cara con el paralítico y de sus labios salen palabras de perdón, de ternura y compasión. Las gentes, acostumbradas a escuchar el lenguaje de la culpa que pasa de unos a otros, escuchan con agrado este lenguaje desconocido del perdón.

Me pongo ante ti, Jesús, tal como soy y estoy. Dejo que tu vida me vivifique y tu gracia me inunde. Siempre respondes con la plenitud de tu perdón. 

Sábado, 13 enero  

“Mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían… Los escribas de los fariseos decían: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?» Jesús les dijo «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he ven do a llamar a justos, sino a pecadores”  (Mc 2,13-17).

Jesús de Nazaret sale, mira, se encuentra, se sienta a compartir la comida con los alejados, los descreídos, los de mala fama. Miró a Leví y éste encontró la alegría en el servicio. Jesús nos invita a seguirlo, a superar preconceptos, resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos.

Saboreo silenciosamente el encuentro contigo, mi Dios. Descubro tus señales en todo y en todos. Me  dejo sorprender por tu bondad.

Escucha este Evangelio acompañado de una canción y palabra de los Místicos, descargando la Aplicación: Evangelio orado

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