23 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes, 9 de septiembre

Él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: «Levántate y ponte ahí en medio». Él se levantó y se quedó en pie”  (Lc 6,8).

Para Jesús la persona siempre ocupa el puesto principal. Ninguna circunstancia, enfermedad, condición, raza, religión, pueden anular este proyecto de Dios. Mira a los más pequeños, a los que menos cuentan, a los que están más orillados. Levántalos con tu respeto, con tu valoración profunda.

Tú, Señor, me sacas del anonimato. Me pones junto a ti. A tus ojos siempre valgo. Tu luz y tu paz acallan mis inquietudes y liberan las energías dormidas. Bendito y alabado seas, Señor.

Martes, 10 de septiembre

“Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos” (Lc 6,18-19).

¿De qué sirve una religión que entretiene, pero que no da respuestas a las preguntas hondas ni cura las dolencias del corazón? Las gentes se acercan a Jesús, a su palabra de vida. El encuentro con Jesús siempre es novedoso, siempre cura. Haz tú también hoy el camino de la gente. Vete a Jesús. Dile que te cure.

Lo que tocas, Jesús, lo llenas de vida. Cuando me acerco a ti, Jesús, me llenas de vida y de alegría. Gracias, Jesús.

Miércoles, 11 de septiembre 

“Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios” (Lc 6,20)  

A Dios se le va el corazón hacia los pobres. Se estremece por dentro cuando ve la debilidad. La pobreza compra los ojos de Dios. Si te encuentras con un pobre no mires hacia otro lado. Comparte con él lo que tienes, acoge el tesoro que él te ofrece.  

La dicha de mi pobreza es tu riqueza. La dicha de mi nada eres Tú. Mis ojos se alegran cuando veo que me miras. Quiero ir siempre contigo, Señor.

Jueves, 12 de septiembre

«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian” (Lc 6,27).

¿Te sorprende esta palabra? ¿Qué provoca en tu interior? ¿Ensancha los límites de tu tienda? Así es Jesús: capaz de ir a por todas, sin buscar apaños, provocador desde la radicalidad, signo. ¿Qué haces? ¿Te lanzas a un amor gratuito y desinteresado, para parecerte a Dios? ¿Te pones a amar con un amor sin distinciones, incluso a los enemigos?

“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos” (Fratelli tutti, 8)

Viernes, 13 de septiembre

“¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?” (Lc 6,42).  

Es una conducta inmadura corregir a otros sin ver los propios defectos. Nunca cambian tanto las cosas como cuando cambia uno mismo. No cargues con los defectos de los demás. Es un peso demasiado grande para ti. Las mediocridades de los demás son muy complicadas para ti, déjaselas a Dios. 

Limpia tú, Señor, mis ojos. Hazme bañar en la inocencia. Así embelleceré a los demás con la mirada. 

Sábado, 14 de septiembre

«Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16).

Dios es puro amor. Es una fuente de vida, un manantial inagotable. Jesús, en la cruz, es la fonte que mana y corre. La cruz de Jesús es la máxima expresión de amor. Ponte ante Jesús crucificado y mira detenidamente el amor. Pon tu corazón junto a la cruz de Jesús y bebe abundantemente de su amor.

Abro mis manos para acoger tu amor. Amo a mis hermanos para agradecer tu amor

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