Lunes, 18 de noviembre
“¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!… «Recobra la vista, tu fe te ha salvado» (Lc 18,38. 42).
La súplica es la expresión confiada en quien puede ayudarnos. Jesús anuncia el Reino de Dios y su misericordia, con gestos y palabras que curan, levantan, alumbran oscuridades. Jesús sigue actuando, sobre todo, cuando se encuentra con la fe de un ser humano pobre y necesitado. Grita a Jesús que necesitas su compasión y acoge a los están en los bordes del camino.
Jesús, abre los ojos de mi corazón a la fe en ti, para que te siga por el camino alabando y glorificando tu nombre.
Martes, 19 de noviembre
“Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa… Hoy ha sido la salvación de esta casa… Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,5.10).
Jesús, el Hijo del hombre salva lo perdido, lo despreciado, lo que no cuenta ante los ojos humanos. Cuando Jesús viene a habitar tu casa, a hospedarse contigo, te invita también a cambiar de vida, a ser compasivo, como lo es el Padre del cielo. Jesús quiere alojarse en tu casa, donde está vivo el deseo y aflora la intimidad más verdadera. Al experimentar la salvación, nace una respuesta nueva
Jesús, ven a mi corazón, siéntate a mi lado, desata mis egoísmos y avaricias. Que tu salvación me haga misericordioso/a y solidario/a.
Miércoles, 20 de noviembre
“Les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo” (Lc 19,13).
En esta parábola hay una llamada a trabajar incansablemente por el Reino. En este tiempo de la Iglesia debemos hacer fructificar los dones que el Señor nos ha dado a cada uno/a. No temas ante Jesús, Señor de la vida y de la muerte. No viene a condenar sino a invitarte a vivir el riesgo de fe y a producir frutos de amor.
Gracias, Señor, por todo lo que cada día recibo de ti. Gracias por la vida, la fe, la esperanza. Gracias por la alegría y la fraternidad. Gracias por la Eucaristía.
Jueves, 21 de noviembre
PRESENTACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
“¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos” (Lc 19,42).
La ciudad de Jerusalén, cuyo nombre significa paz, no reconoce la visita de Jesús, el agente de la paz enviado por Dios. Reconoce y acoge el mensaje salvador de Jesús. Su Palabra trae la paz y la justicia. Su vida es una parábola de paz y de comunión.
Hazme un instrumento de tu Paz. Donde haya odio, siembre yo el amor. Donde haya tristeza, siembre yo la alegría. Donde haya desunión siembre yo el perdón. Donde haya pena siembre el consuelo.
Viernes, 22 de noviembre
Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos” (Lc 19,45.46).
Jesús hace del templo el lugar de su enseñanza. Habla abiertamente de la voluntad del Padre y del auténtico culto. Acoge la Palabra de Jesús. Ora al Padre en espíritu y en verdad allí donde te encuentres, a lo largo de tu jornada de trabajo. En esta sociedad de mercado donde todo se compra y se vende, aprende a vivir en gratuidad como viven los hermanos más humildes y pobres que comparten con naturalidad lo poquito que tienen.
Que tu Reino, Señor se haga presente en mi vida de cada día. Purifica mi corazón, y haz de mi vida un lugar donde el hermano se encuentre contigo.
Sábado, 23 de noviembre
“No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos” (Lc 20,38).
Jesús afirma que la resurrección no es una simple continuación de la vida, sino una vida nueva y distinta, una vida de plenitud. La vida, el amor, no mueren. Jesús te invita a asumir tu compromiso por la vida porque el Dios en el que crees es un Dios de vivos. Es el Dios de la Vida.
Resucítame, Señor, con tu Espíritu. Vivifícame, Señor, con tu Espíritu. Transfórmame, Señor, con tu Espíritu, Ilumíname, Señor, con tu Espíritu Para ser testigo de la vida en el mundo.