Lunes, 2 de diciembre
“Un centurión se acercó a Jesús rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho» Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mí criado quedará sano” (Mt 8, 5-11).
Las necesidades hondas de las gentes, ayer y hoy, rompen todas las fronteras. El Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestra la fe y humildad. Nos desafía a confiar plenamente en el poder de Jesús en nuestras vidas. Nos recuerda la universalidad del mensaje de Cristo y la inclusión de todos en su reino.
¡Ven a mi casa, Señor, ven y sáname con tu amor!. Dime una palabra a mi soledad, a mis miedos, a mi cobardía. Bastará con tu Palabra para sanar.
Martes, 3 de diciembre : san Francisco Javier
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” (Lc 10, 21).
Jesús lleno del gozo del Espíritu Santo ora al Padre dándole gracias porque manifiesta el reino a los pobres y humildes, a la gente sencilla. Pide al Espíritu que te meta en esta oración de Jesús. Siéntete necesitado/a de su perdón y de su amor.
Dame, Señor, un corazón de niño, capaz de abandonarme en las Manos del Padre, como Tú. Que busque más servir, que ser servido.
Miércoles, 4 de diciembre
“Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino»” (Mt 15,29-37).
Jesús no es indiferente a las necesidades físicas y espirituales de las personas. Su compasión lo lleva a actuar y proveer. La sanación de diversos enfermos y la alimentación de la multitud reflejan la inclusión y el alcance universal del ministerio de Jesús.
Que tu ejemplo de inclusión nos inspire a acoger a todos con entrañas de misericordia y a reconocer el alcance universal de tu misión.
Jueves, 5 de diciembre
“El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7, 21. 24-27).
La vida cristiana se asemeja a una casa construida sobre roca cuyos cimientos son la escucha y el cumplimiento de la Palabra de Dios. Jesús nos invita a reflexionar sobre la solidez de nuestra fe y nuestras acciones. ¿Estamos construyendo nuestras vidas sobre la roca firme de las enseñanzas de Jesús?
Con María y con José, acojo tu Palabra, Señor. Dejo que tu Palabra ocupe mi corazón. Con ellos te diré confiadamente: Aquí está mi vida, amén.
Viernes, 6 de diciembre
“Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David»… Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Y se les abrieron los ojos” (Mt 9, 27-31).
La súplica de los ciegos es un gesto de fe confiada en Jesús. El encuentro con él ha despertado la esperanza que les pone en camino de gratitud y alabanza.
Los ciegos son símbolo de la Iglesia sinodal que pide y quiere recibir la misericordia que salva y abre sus puertas a todos.
Tú que miras a los que nadie ve, que desvelas verdades que nadie comprende,
y te adentras en la oscuridad de nuestras debilidades y abatimientos, ¡Ábrenos los ojos!
Sábado, 7 de diciembre
“Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor»… «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies»”.
Jesús siempre en camino, entre la gente, escuchando sus penas, compadeciéndose de su dolor, levantando el desánimo, dando vida. Nos invita a continuar la tarea de curar heridas, acompañar a quienes se sienten solos, abandonados, extenuados por el dolor, abatidos por las guerras..
Contigo, Jesús, somos convocadas y enviadas a curar las heridas del desamor. Muévenos a colaborar con otros para construir la casa común más humana.