EXPERIENCIA DE SILENCIO Y ADORACIÓN

Lugar: Salón y capilla del Carmen  (Burgos, Paseo del Empecinado, 1).

MOTIVACIÓN

Este tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio para hacer silencio de tantos ruidos que nos aturden y dedicar tiempo a meditar la Palabra de Dios, estar con Él. Tratando de amistad, estando a solas, con quien sabemos nos ama, dice Teresa de Jersús. Aprendiendo a mirar el mundo con paciencia y esperanza.

En este tiempo de Cuaresma, Jesús nos invita al silencio interior, a dejar atrás el ruido del mundo y a abrir nuestros corazones para escuchar Su voz. Nos lleva con Él al monte, lugar de la presencia de Dios, para estar con Él y escuchar la Palabra del Padre: ‘Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo’ (Lucas 9,35).

«Escuchadlo»: Es una invitación directa a los discípulos (y a nosotros) a poner los ojos en Él, a abrir los oídos del corazón para acoger su Evangelio. Jesús es el centro de la historia de la salvación y la culminación de las promesas de Dios.

«Escuchadlo»: Nos llama a dejar de lado temores y expectativas humanas para confiar plenamente en Jesús, incluso en el camino hacia la cruz, a vivir en comunión con Él, escuchando y obedeciendo su palabra con humildad y fe.

«Escuchadlo»: Es un llamado directo y amoroso a detenernos, a rendirnos en Su presencia y permitir que Su palabra ilumine nuestras vidas.

Frente al Santísimo, en la quietud del alma, descubrimos que no estamos solos, sino que nos guía Jesús, el Señor, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Que este momento de silencio y adoración sea un tiempo de encuentro personal y comunitario con el amor transformador de Cristo. Él nos espera con brazos abiertos, para que le escuchemos y dejemos que Su voz renueve nuestra vida.

Este encuentro tiene 3 momentos:


         1. Oración inicial en el salón
         2. Momento de meditación con un texto
         3. Adoración al Santísimo en la Capilla

Recordaros apagar los móviles y evitar ruidos. Así nos ayudamos mutuamente a facilitar un ambiente de silencio para oír el Amor que Dios nos tiene y del que brota la esperanza, luz para caminar en la noche de la vida y de la humanidad.

ORACIÓN INICIAL

Comenzamos trazando la señal de la Trinidad, la señal del Amor.
Nos acompañan Santa María y San José, maestros de silencio y de esperanza.
Llamamos al Espíritu y pedimos su luz y verdad, para que nos guíen en la vida de cada día.

Canto: VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. VEN, ESPÍRITU. (Bis)

Salmo 41: «Mi alma tiene sed del Dios vivo»

Todos buscamos a Dios, de una manera o de otra. Tenemos sed del Dios vivo.
La búsqueda de Dios es apasionada, gozosa; responde a un Dios que nos ha tocado el corazón. Dios siempre nos precede. Necesitamos hacernos conscientes de su presencia, que nos habita, nos rodea, nos guía, nos acompaña.
A veces buscamos a Dios con tan pocas ganas que cualquier dificultad es un impedimento que nos cierra el paso.
Nos unimos a todos los buscadores de Dios y decimos con ellos: «Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo», «mi alma te busca a ti, Dios mío».
Nos acercamos a Dios con gozo, pues es el Dios de nuestra alegría y rezamos con todo el corazón.

Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Tiene sed de Dios del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

VÍDEO: Vamos con Jesús al monte

ORACIÓN: Vamos con Jesús al monte

Jesús, te vas a la montaña
Invitas a tres discípulos
Necesitan respirar al aire del Espíritu
Tus discípulos llevan mucho tiempo contigo,
pero no te entienden
La cruz, tu cruz, nos desconcierta, nos entristece
No entra en nuestros planes dar la vida.
Tú nos invitas a subir al monte.
En el monte oyes el amor del Padre
y el corazón se te llena de alegría
Pero nosotros no lo oímos
y se desconcierta nuestra vida.
 El Padre nos dice que te miremos
que te escuchemos
porque tú eres el amor
Tú eres nuestra fuente de alegría
La luz desaparece y volvemos al camino
con gratitud, gozo y confianza
Y tú, siempre con nosotros,
en los días buenos y malos
Tú, siempre con nosotros.

El Espíritu nos envía al mundo
a sembrar el gozo, la paz, la esperanza

TIEMPO DE MEDITACIÓN

Cada uno lo lee personalmente en silencio durante unos minutos. A continuación, escuchando la música nos dirigimos, siempre en silencio, a la Capilla para el Momento de Adoración al Santísimo

FICHA:  «ESTE ES MI HIJO, EL ELEGIDO, ESCUCHADLO» (LC 9, 35).

Jesús, el amigo verdadero, me invita a ir con él a lo alto de la montaña, para ver mi vida, y lo que acontece en el mundo, con otra luz. Me invita a una experiencia fuerte de oración, para ver las cosas de otra manera. La oración ha sido siempre para Él un momento especial para encontrarse con el amor y proyecto del Abbá. Con la luz de la oración ha discernido su vida, abriéndose camino en medio de las dificultades. En la oración ha encontrado fortaleza para la misión.

Le pido que me lleve con Él, que me diga  quién es y quién soy yo.   

Subida al monte. Jesús se lleva a tres de sus amigos al monte para orar y ver más claro. Busca que los suyos se encuentren con el rostro auténtico de Dios y dejen las ideas e imágenes falsas que se han hecho de Él. Ve tú también con Jesús al monte para que aprendas a ver el camino de tu fe con alegría y esperanza y no como una carga.

Jesús quiere enseñar a sus testigos, despertar lo que está dormido en el corazón y en la mente de sus amigos. Reconoce tu fragilidad, tus incoherencias ante Jesús. Deja que él recree la esperanza, reavive la fe y haga algo nuevo con tu barro.

Unos personajes hablan con Jesús de su éxodo al Padre, de su muerte y su ascensión al abrazo del Padre. Los discípulos se caen de sueño. La noche es muy oscura para ellos. Tus noches terminan siempre con la aurora, lo que no entiendes es también camino hacia el misterio. Recoge tus debilidades en un odre y ofrécete al Señor de la luz.

La voz del Padre. El Padre habla dirigiéndose a los amigos de Jesús, a los que pasan de la noche a la luz, a los que quieren hacer tres tiendas en el monte. Tú también puedes escuchar esta palabra en tu interior. Abre tus oídos y escucha a quien tiene ganas de decirse.

El Padre nos habla en Jesús, desea amorosamente nuestra atención. Su gloria y su alegría es que todo ser humano viva. Déjate querer y salvar por este Dios que no desea otra cosa que amarte y hacerte feliz. Deja que El se abra paso hasta tu corazón. Tu vida es la contemplación de su rostro.

“Este es mi Hijo”. Al mostrar a Jesús el Padre está hablando de amor, porque Jesús es el lenguaje del amor. En Jesús se perfora nuestra historia, se hace uno más para que todos veamos el rostro del Padre. Pon tus ojos en Jesús, fija en él tu mirada.

“Escuchadle”. La voz del Padre dice quién es Jesús, es el Hijo querido, el Elegido. Ya no hay que escuchar a Moisés ni a Elías. El auténtico portavoz de Dios, el único al que el hombre tiene que escuchar es solo Jesús. No busques otro mensajero, sólo Jesús sabrá decirte lo que quieres.

Jesús solo. Jesús se queda solo en el camino. Camina apoyado en el amor fiel del Padre. Del Espíritu le brota la libertad y la fortaleza. En él se realizan la gloria y el gozo de Dios. Mientras puedas no estés sin tan buen amigo al lado. Haz amistad con él. Busca ratos para estar con él a solas.

Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, camina como si él fuese el siervo y nosotros los señores. Así de inmenso es su amor. No pide sino que da. No sabe comerciar con nosotros, porque nos lo da todo. Abre tu corazón, acógelo con gozo, es el gran regalo de tu vida. Él se ha quedado solo para ti.

Jesús, entregando la vida por amor, es un entusiasta de la vida. Si pones tus pies en sus pisadas harás el camino con alegría y fortaleza, caminarás al aire del Espíritu.

¿Estoy en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza?

¿Vivo los acontecimientos apoyado en el amor del Padre y con la esperanza que me impulsa al compromiso por justicia, la paz, la fraternidad?

La Palabra de Dios ilumina mi vida, alimenta mi fe y me ayuda a amar a Dios y al hermano?

Una oración

Padre nuestro, tú eres nuestra luz.
Tú guías nuestros pasos para buscarte.
Te damos gracias por mostrarnos tu rostro en Jesús de Nazaret.
Su vida nos alienta en el camino.
Su voz nos habla de vida.
Su rostro nos habla de amor
Su entrega es un gesto de amor por nosotros.
Te alabamos porque Jesús reaviva y recrea nuestra vida de fe y de esperanza.
Con él aprendemos los caminos de la libertad, de la creatividad y la belleza. 

Audición del canto mientras se expone el SANTÍSIMO: ME POSTRARÉ EN TU PRESENCIA 

«Una palabra habló el Padre, que fue su hijo y ésta habla siempre en eterno silencio y en silencio ha de ser oída del alma» (San Juan de la Cruz, Dichos de Luz y Amor, 99).

VENID CONMIGO (Mc 6,30-34)

Venid, venid conmigo a un lugar tranquilo
y descansad en mi vuestro cansancio.
Dejad que os cure las heridas
que el trabajo por el Reino os ha dejado.
Reponed con mi Pan vuestras fuerzas,
con mi Vino alegrad el corazón.
Y ahora, venid…
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo» (Lc 9, 35).

EVANGELIO DE SAN LUCAS 9,28-36

Tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar.

Hoy Jesús nos invita a nosotros a subir con Él al Tabor.

Subir al Tabor implica subir con la propia historia, con lo que vivimos y lo que anhelamos. Te lo presentamos, Señor.

Silencio

    «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas:

Qué bien estamos aquí contigo, Señor. Tú nos miras con amor y nosotros dejamos que tu mirada recorra todos los rincones de nuestra vida.

Silencio

    «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».

Jesús, Tú siempre oyes el amor del Padre.

El Padre nos dice que te miremos, que te escuchemos, porque tú eres el amor.

Pero nosotros no lo oímos y se desconcierta la vida.  

Tú eres la fuente del agua viva. Tenemos sed de ti, de amor, de esperanza, de alegría.

Silencio

Durante la adoración la audición del canto. MIRÁNDOLE AMÁNDOLE

Volvemos al camino de la vida cargados de nombres y preocupaciones cotidianas.

Volvemos a las encrucijadas donde toca optar, renunciar y elegir.

Volvemos a lo acostumbrado; pero no con desgana o arrastrando la existencia y el ánimo sino con gratitud y esperanza.

Para ello pedimos la luz y la fortaleza del Espíritu.

En este momento os invitamos a presentar al Señor oraciones de petición, acción de gracias, o de alabanza.

Señor, ayúdanos a vivir este tiempo de Cuaresma con la mirada puesta en ti, con los oídos atentos a tu palabra de luz y de amor y con las manos abiertas a las necesidades de los hermanos.

Señor, llevanos a las Fuentes del Agua viva.

Padrenuestro

Canto final: NO ADORÉIS A NADIE A NADIE MÁS QUE A ÉL

Equipo CIPE

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