NADA TE TURBE. SOLO DIOS BASTA
MOTIVACIÓN: Peregrinos de esperanza
Bienvenid@s a esta vigilia de oración.
Con Teresa de Jesús, mujer de esperanza, oramos el camino de nuestra esperanza cristiana.
Su experiencia puede alentar nuestros desánimos, angustias, vacilaciones.
Su testimonio de mujer mística puede iluminar las situaciones de oscuridad e incertidumbre de nuestro mundo.
El ser humano es un peregrino de esperanza, no puede vivir sin ella. Toda la historia de la humanidad está grávida de esperanzas. Y a pesar de haberse realizado ya muchas de ellas, seguimos insatisfechos y experimentamos cómo se debilita día a día esta luz de la esperanza.
Esperamos una vida larga, y ahora que nuestra esperanza de vida al nacer es de las más altas del Planeta (78,85 años), comprobamos los problemas derivados: envejecimiento de la población, ancianos sin cariño, personas solas.
Esperamos que el progreso científico y técnico solucione los problemas y limitaciones de nuestra naturaleza humana; pero no ha logrado liberar a la humanidad de su limitación radical, la muerte, que sigue siendo el gran interrogante humano.
Esperamos que las relaciones y acuerdos internacionales faciliten el entendimiento entre los pueblos; pero no han podido responder a la necesidad de paz, de felicidad y de amor que late en todo corazón humano.
Esperábamos que la ciencia, la técnica y la política solucionara nuestras diferencias sociales, situaciones laborales, problemas económicos; pero «la reciente pandemia nos permitió rescatar y valorizar a tantos compañeros y compañeras de viaje que, en el miedo, reaccionaron donando la propia vida. Fuimos capaces de reconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar adudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida: médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de limpieza,cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… comprendieron que nadie se salvasolo» (Papa Francisco, Fatelli tutti, 54).
Pausa de silencio
GESTO: Se encienden velas y le levantan en alto, mientras se leen los siguientes textos, luego se colocan ante la imagen de Teresa de Jesús.
La esperanza es frágil y delicada:
«La esperanza no es posible sino en un mundo en el que hay lugar para el milagro». La zona de la esperanza es también la de la plegaria» (Gabriel Marcel).
Dios se sorprende ante la esperanza de los hombres:
«La esperanza, dice Dios, sí que me sorprende. Me sorprende hasta a mí mismo. Que esos pobres hijos vean cómo marchan hoy las cosas y crean que mañana irá todo mejor, esto sí que es sorprendente y es, con mucho, la mayor maravilla de nuestra gracia. Esa pequeña esperanza que parece una cosita de nada, esta pequeña niña esperanza, inmortal…» (Charles Péguy).
La esperanza es posible también hoy y es posible para todos:
«No tengáis ningún miedo ni os turbéis. Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1Ped 3,14-15).
La esperanza cristiana hace suyas las esperanzas humanas:
«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (GS 1).
La esperanza, una luz para el camino:
«El mejor remedio es esperar en la misericordia de Dios, que nunca falta a los que en El esperan» (Teresa de Jesús, Moradas VI, 1,13).
El papa Francisco nos invita a caminar en esperanza
«Invito a la esperanza, que nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. […] La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna» (Fratelli tutti 55).
CANTO: JESÚS, AMIGO, COMPAÑERO EN LA ALEGRÍA Y EL DOLOR TÚ NOS LLAMAS, TÚ NOS SALVAS, ERES VIDA, ESPERANZA Y PERDÓN.
1. TERESA DE JESÚS TESTIGO DE ESPERANZA
A Teresa le costó harto llegar a poner toda su esperanza en Dios. (Vida 8,12). Le costó años de dura brega.
Una de las amarra que más le impidieron el despliegue de su esperanza fue el miedo a la muerte, consecuencia de su salud quebradiza: «La muerte, a quién yo siempre temía mucho» (Vida 38,5)
Otra traba a su esperanza era el apego a todo lo terreno, a la honra social y al amor humano. Muy tarde descubrirá que todos los amigos son como
«unos palillos de romero seco, y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de contradicciones o murmuraciones se quiebran» (Relación 3, 1);
y que nada tiene consistencia definitiva en la vida si no se llega a la seguridad de que «Dios es fiel» (Vida 23, 15); y que «La esperanza en El, es nuestra fortaleza» (Moradas III, 2,13; hasta la certeza de que «en El todo lo podemos» (Vida 13, 3).
Fue el Señor, quien salió en su búsqueda, se metió en su vida y alumbró definitivamente su esperanza.
«Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y pecados luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí casi haciéndome fuerza para que la tenga» (Vida 4,10).
En silencio recorre tu propio camino de esperanza
¿Qué dificultades tienes para vivir la esperanza?
¿Qué recursos utilizas en los momentos de prueba, dificultad, oscuridad, desaliento?
Recrea Tu esperanza con este Cuento: «Espera fuera…
«De madrugada, un anciano en los soportales, recostado en una hamaca y tapado con una manta, observando la calle vacía… ¡Qué imagen tan fría, tan desoladoramente descarnada, de un anciano sin abrigo de aliento humano! Al mirarle, mientras bajo la avenida, entiendo su petición de cuando joven… y su espera: «Señor, ¿cómo podría yo tener tus ojos y mirar como tú miras?» Y una voz le dijo: «Sal fuera, ponte a la puerta» Han pasado los años. El anciano sigue durmiendo con la manta a la puerta de su casa. Le dicen loco y un poco le ignoran, pero, al amanecer, sus ojos arrasados de lágrimas demuestran que algo se le ha concedido ver que a nosotros se nos oculta. Nunca supo con seguridad si `salir fuera» significaba aquello de esperar en la calle. Pero una madrugada, años después, esperando fielmente, le vio los ojos, antes de amanecer… Una anciana que recogía cartones, se detuvo ante él. Se quitó la capucha negra que cubría su rostro; entonces lo vio a Él, no era una anciana, sino Él. Creyó morir de alegría. No se dijeron nada. Fue solo un momento, y entendió que tantos días de frío habían merecido la pena por aquel mirar, aquel sentirse amado. Los ojos de Él también estaban llenos de lágrimas. ¡Oh, Dios mío! Yo lo encontré ya con la claridad del día, tenía la mirada perdida, recostado en su hamaca, arropado, y la señal en sus ojos de haber llorado. Lo dejé allí, sin turbar su paz, con las ganas abortadas de preguntarle cómo es su mirada, seguro de que no me respondería, porque me toca a mí esperarlo fuera y saber, con toda seguridad, que también para mí un día su mirada será el mayor tesoro de mi vida, que ahora ya lo es en esperanza. Me queda solo una cosa por hacer: salir fuera y esperar, cada día, sin rendirme». (Miguel Márquez, «Amanece en Malpica»)
CANTO: ANSIOSA DE VERTE
2. CRISTO ESPERANZA DE TERESA
La experiencia de Cristo resucitado es una de las más fuertes en la vida de Teresa (Vida 28,3; 29,4; Moradas 6,9,3; 7,2,1).
De sus labios escucha las palabras dichas a los discípulos. Se hacen presentes en los momentos de incertidumbre, de inseguridad o de temor; de vacilación, en definitiva, de su propia esperanza. Son fuente de paz, de ánimo y de fortaleza.
«Pues estando en esta gran fatiga…, solas estas palabras bastaban para quitármela y quietarme del todo: No hayas miedo, hija, que Yo soy y no te desampararé, no temas… Heme aquí con solas estas palabras sosegada, con fortaleza, con ánimo, con seguridad, con una quietud y luz que en un punto vi mi alma hecha otra, y me parece que con todo el mundo disputara que era Dios. ¡Oh, qué buen Dios! ¡Oh, qué buen Señor y qué poderoso! No sólo da el consejo, sino el remedio. Sus palabras son obras. ¡Oh, válgame Dios, y cómo fortalece la fe y se aumenta el amor!» (Vida 25,18).
A partir de la nueva experiencia y fuerte relación con Cristo estalla en Teresa la tensión de su esperanza: la vinculación al presente, y la proyección a lo trascendente definitivo.
Cesa su postura fluctuante e inestable de cara a las cosas: ahora Teresa se siente clavada en ellas, anclada en la vida y en la Iglesia, comprometida en el quehacer terreno. Y, a la vez, reclamada por la atracción de lo eterno; con el centro de gravedad en Cristo, en torno al cual recuperan un nuevo sentido las cosas, la vida, las personas, los valores terrestres: amistades, el saber, la belleza… Le sucedió como a Pablo camino de Damasco.
Lectura de la Palabra: Filp 1, 21-26
«Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger… Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús cuando yo vuelva a estar entre vosotros.»
Silencio CANTO:
«VIVO SIN VIVIR EN MÍ Y TAN ALTA VIDA ESPERO, QUE MUERO POR QUE NO MUERO».
A lo largo de su vida la esperanza se intensifica y crecen los deseos del desenlace en vista del encuentro definitivo:
«…Comenzó Su Majestad a señalar más que era El, creciendo en mí un amor tan grande de Dios, que no sabía quién me le ponía, porque era muy sobrenatural, ni yo le procuraba. Veíame morir con deseo de ver a Dios, y no sabía adónde había de buscar esta vida, si no era con la muerte. Dábanme unos ímpetus grandes de este amor, que, aunque no eran tan insufrideros como los que ya otra vez he dicho ni de tanto valor, no sabía qué me hacer; porque nada me satisfacía, ni cabía en mí, sino que verdaderamente me parecía se me arrancaba el alma. ¡Oh artificio soberano del Señor! ¡Qué industria tan delicada hacíais con vuestra esclava miserable! Escondíaisos de mí y apretábaisme con vuestro amor, con una muerte tan sabrosa, que nunca el alma querría salir de ella» (Vida 29, 8).
CANTO: «VIVO SIN VIVIR EN MÍ Y TAN ALTA VIDA ESPERO, QUE MUERO POR QUE NO MUERO».
3. LA ORACIÓN DESDE LA ESPERANZA
La oración de Teresa es expresión de esperanza; tiene su apoyo en la fidelidad de Dios a sus promesas de salvación, que ve admirablemente cumplidas en ella. (Música de fondo mientras se leen los textos)
«Muchas veces he pensado espantada de la gran bondad de Dios, y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia. Sea bendito por todo, que he visto claro no dejar sin pagarme, aun en esta vida, ningún deseo bueno. Por ruines e imperfectas que fuesen mis obras, este Señor mío las iba mejorando y perfeccionando y dando valor, y los males y peca-dos luego los escondía. Aun en los ojos de quien los ha visto, permite Su Majestad se cieguen y los quita de su memoria. Dora las culpas. Hace que resplandezca una virtud que el mismo Señor pone en mí casi haciéndome fuerza para que la tenga» (Vida 4,10).
Breve silencio
«Bienaventurados los que están escritos en el libro de la vida. Mas tú, alma mía, si lo eres, ¿por qué estás triste y me conturbas? Espera en Dios, que aún ahora me confesaré a El mis pecados y sus misericordias, y de todo junto haré cantar de alabanza con suspiros perpetuos al Salvador mío y Dios mío. Podrá ser venga algún día cuando le cante mi gloria, y no sea compungida mi conciencia, donde ya cesarán todos los suspiros y miedos. Mas entretanto, en esperanza y silencio será mi fortaleza. Más quiero morir y vivir en pretender y esperar la vida eterna, que poseer todas las criaturas y todos sus bienes, que se han de acabar. No me desampares, Señor, porque en Ti espero no sea confundida mi esperanza. Sírvate yo siempre y haz de mí lo que quisieres» (Exclamación 17, 6).
Será también una oración desde la esperanza, la que brotará de sus labios por última vez, en la Santa, antes de morir: «hora es ya esposo mío, de que nos veamos. Ya es tiempo de caminar».
Oración de esperanza: (Oramos todos juntos)
Señor, te pedimos
Esperanza para los pobres que mueren de hambre.
Esperanza para la gente de los países que están en guerra
y ven destruirse lo que tanto aman.
Esperanza para los enfermos, que experimentan el dolor
y la fragilidad de su cuerpo.
Esperanza para los pueblos en crisis, que encuentren caminos
de entendimiento y diálogo.
Esperanza que brota de la confianza en Dios, Padre-Madre,
que nos ama con ternura entrañable.Queremos ser parte de esa esperanza,
ser uno de los pequeños rayos de sol
que nos despiertan y nos dan ganas de vivir,
porque la mayor esperanza es la vida.
Queremos ser parte de esa esperanza,
de esa alegría y de esa vida.
Te damos gracias, Señor, por la «esperanza»
que has depositado en tanta gente, que quiere seguir adelante.
Gracias, Señor, por la Esperanza y por tu presencia.
Oraciones espontáneas Padre nuestro
CANTO: NADA TE TURBE, NADA TE ESPANTE. TODO SE PASA. DIOS NO SE MUDA LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA QUIEN A DIOS TIENE NADA LE FALTA. SOLO DIOS BASTA.
4. TERESA, SEMBRADORA DE ESPERANZA
Teresa al final de su vida vive la esperanza hecha servicio, se ha identificado totalmente con Jesús crucificado, el servidor de la humanidad.
«Lo que más me espanta de todo, es que ya habéis visto los trabajos y aflicciones que han tenido por morirse, por gozar de nuestro Señor. Ahora es tan grande el deseo que tienen de servirle y que por ellas sea alabado, y de aprovechar a algún alma si pudieren, que no sólo no desean morirse, mas vivir muy muchos años padeciendo grandísimos trabajos por si pudiesen que fuese el Señor alabado por ellos, aunque fuese en cosa muy poca. Y si supiesen cierto que en saliendo el alma del cuerpo ha de gozar de Dios, no les hace al caso, ni pensar en la gloria que tienen los san-tos; no desean por entonces verse en ella: su gloria tienen puesta en si pudiesen ayudar en algo al Crucificado, en especial cuando ven que es tan ofendido, y los pocos que hay que de veras miren por su honra, desasidos de todo lo demás» (Moradas VII, 3, 6).
Como síntesis de su experiencia misionera de esperanza nos ha dejado esta bella página conclusiva:
«¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro, que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como El lo fue; que no les hace ningún agravio ni pequeña merced… Así que, hermanas, procurad ser la menor de todas y esclava suya, mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer o servir» (Moradas VII, 4, 8).
Terminamos este encuentro de oración abriendo nuestro corazón y nuestras manos a la esperanza, que se hace servicio día a día. Lo hacemos con la palabra de Teresa
GESTO: Abrimos nuestras manos mientras cantamos
VUESTRA SOY PARA VOS NACI QUÉ MANDAIS HACER DE MI
Equipo CIPE