Teresa de Jesús y Gracián (60 y 30 años). La intimidad alcanza aquí su mayor intensidad. «No me parece le habían conocido los que me le habían loado» (F 24,2). Relación basada en el entendimiento, pero también en la afinidad y el afecto. Teresa se entrega plenamente al cultivo de esta relación (114 cartas). La energía y dulzura de Gracián, su inclinación a la experiencia interior y a la búsqueda de la perfección espiritual, a la radicalidad y al esparcimiento, lo convierten para Teresa una figura cabal, en el auténtico carmelita descalzo que responde al qué tales habremos ser; «para nosotras mejor que lo supiéramos pedir a Dios». Momentos borrascosos. Todo se puede perder. Hay una estrecha vigilancia sobre ambos. La gran comunicación y familiaridad que los une da lugar a que algunos maliciosos juzguen que su amor no es limpio. Las cartas intentan aminorar la ausencia. Teresa habla en clave, con códigos que solo ellos entienden. Esto dificulta la lectura.
Sigue el texto en F. 10: CARTA AL PADRE JERÓNIMO GRACIÁN