Te seguiré allí a dónde vayas,
sin mirar atrás,
sin escuchar ninguna otra voz
que no sea tu voz que me reta
a vivir libre de afectos y consuelo,
de seguridades y refugios.
Te seguiré,
por la ardua ruta
de desiertos y mares,
a veces de calma,
a veces de amenazas
e infortunios constantes.
Te seguiré,
con mi paso torpe y vacilante
que tú nunca recriminas
y clavaré el áncora
en la humanidad sufriente
de tu ser itinerante.
Te seguiré….
a vaivén de los vientos
de la incertidumbre.
Pero tú, ¡Oh Amor eterno!,
si ves que me pierdo
o descarrilo, no dejes
de venir a rescatar este corazón
mío, que tan a menudo late
descompasadamente.
Mar Galceran