Admirarse,
cuando todo invita
a la indiferencia
o menosprecio.
Ilusionarse,
cuando todo invita
al desánimo o aburrimiento.
Saber esperar,
cuando todo te empuja
a la inmediatez
y a la prisa.
Atender,
cuando todo te lleva
a la huida o evasión.
Y dejarse iluminar
por la ternura encarnada
que es anuncio y camino
de una Esperanza que nunca defrauda.
Mar Galceran