Hacer espacio,
para dejar entrar
a lo inesperado que
te estremece y perturba.
Aquietarse y silenciarse,
para escuchar la voz
que te habla en el corazón
de lo que, quizás tú
no quieres escuchar,
comprender o aceptar.
Hacerte amiga del miedo
a la incertidumbre y desconcierto.
Y juntas permanecer en lo hondo,
en lo hondo…
¡Qué asombro!
cuánto silencio,
cuánta luz,
cuánta paz,
cuánto amor,
cuánta vida
que en mí florece,
sin saber cómo,
para ser rama o cobijo.
Y decir Amén,
siempre Amén,
a lo más profundo
del corazón.
Mar Galceran