Palabras de esperanza en los místicos: San Juan de la Cruz y Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein

San Juan de la Cruz

“La esperanza siempre es de lo que no se posee, porque, si se poseyese, ya no sería esperanza. San Pablo dice el Romanos (8, 24): La esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que uno ve, esto es, lo que posee, ¿cómo lo espera? Luego también hace vacío esta virtud, pues es de lo que no se tiene, y no de lo que se tiene”
(Subida del Monte Carmelo, Libro 2 – Capítulo 6, 3)

“No nos queda en todas nuestras necesidades, trabajos y dificultades, otro medio mejor y más seguro que la oración y esperanza que él proveerá por los medios que él quisiere”
(Subida del Monte Carmelo, Libro 2 – Capítulo 21, 5).

“Dios es de otro ser que sus criaturas, en que infinitamente dista de todas ellas; por tanto, todas ellas han de quedar perdidas de vista, y en ninguna forma de ellas ha de poner el alma los ojos, para poderlos poner en Dios por fe y esperanza”
(Subida del Monte Carmelo, Libro 3 – Capítulo 13, 2).

“¡Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas saber el lugar donde está tu Amado, para buscarle y unirte con él! Ya se te dice que tú misma eres el aposento donde él mora y el retrete y escondrijo donde está escondido; que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti ver que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti, que esté en ti, o, por mejor decir, tú no puedas estar sin él. Dice el Esposo (Lc 17, 21), que el reino de Dios está dentro de vosotros. Y su siervo el apóstol san Pablo (2 Cor. 6, 16): Vosotros sois templo de Dios”
(Cántico B, 1, 7).

“¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Y me dejaste con gemido, … la ausencia del Amado causa continuo gemir en el amante, porque, como fuera de él nada ama, en nada descansa ni recibe alivio…, en esto se conocerá el que de veras a Dios ama, si con ninguna cosa menos que él se contenta…
Porque la satisfacción del corazón no se halla en la posesión de las cosas, sino en la desnudez de todas ellas y pobreza de espíritu….
No le basta la paz y tranquilidad y satisfacción de corazón a que puede llegar el alma en esta vida, para que deje de tener dentro de sí gemido, aunque pacífico y no penoso, en la esperanza de lo que falta. Porque el gemido es anejo a la esperanza… “Nosotros mismos, que tenemos las primicias del espíritu, dentro de nosotros mismos gemimos esperando la adopción de hijos de Dios (Rm 8, 23).
Este gemido tiene aquí el alma dentro de sí en el corazón enamorado; porque donde hiere el amor, allí está el gemido de la herida clamando siempre en el sentimiento de la ausencia, mayormente cuando habiendo ella gustado alguna dulce y sabrosa comunicación del Esposo, ausentándose, se quedó sola y seca de repente”
(Cántico B, Canción 1, 14).

Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein

“Ser hijo de Dios significa: caminar siempre de la mano de Dios, hacer su voluntad y no la propia, poner todas nuestras esperanzas y preocupaciones en las manos de Dios y confiarle también nuestro futuro. Sobre estas bases descansan la libertad y la alegría de los hijos de Dios. ¡Qué pocos, aún de entre los verdaderamente piadosos y dispuestos al sacrificio heroico, poseen este don precioso! Muchos de ellos marchan por la vida encorvados bajo el peso de sus preocupaciones y deberes”
(El Cuerpo místico de Cristo).

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