Meses de enero y febrero,
crepusculares, silenciosos,
con el misterio escondido dentro,
abiertos a la luz que crece día a día.
Meses de enero y febrero,
los del tiempo ordinario,
con el trabajo y la fatiga de cada día,
y la vida de familia donde se forma la trama de la vida.
Meses de enero y febrero,
silenciosos en la naturaleza,
íntimos para la familia junto al fuego,
con las cosas pequeñas, detalles de alegría.
Meses de enero y febrero,
cuando la savia se asoma y los cereales
rompen la tierra
en busca de la luz.
Meses de enero y febrero,
belleza del aquí y ahora,
conversaciones íntimas, cruces de caminos,
paso imparable hacia la vida.
Meses de enero y febrero,
Dios siempre en medio.
Tareas de un mundo nuevo entre las manos:
la paz, la comunión, la mesa compartida.
Pedro Tomás Navajas, ocd – CIPE