Acudimos a Ti, María,
fuente inagotable de paz y ternura.
En ti se asoma Dios Niño,
para alegrar al mundo.
Contigo, María, recogemos
las lágrimas, el dolor y las esperanzas
de la humanidad
y las ponemos junto a Jesús,
a quien llevas dentro.
Contigo contemplamos
el misterio de Dios encarnado.
Préstanos, María tus ojos
para mirar y admirar,
para adorar en silencio,
el misterio de la Encarnación.
Reaviva la brasa de la fe
en nuestros corazones
Para decirle a Dios, contigo:
“¡Hágase, en mi tu Palabra!”