Actitud:
Como niños que se asoman por la ventana, contemplamos el saludo del ángel a María. ¡Vaya saludo tan hermoso! ¡Qué forma de saludar la de Dios! ¿Por qué no recordar que el primer saludo que nos regala Dios cada mañana es una invitación a la alegría? ¿Por qué no dar hoy a nuestros saludos un tono de mayor alegría?
Palabra:
«Las Iglesias de Asia os saludan. Os envían muchos saludos Aquila y Prisca en el Señor, junto con la Iglesia que se reúne en su casa. Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con el beso santo. El saludo va de mi mano, Pablo. ¡Que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros!» (1 Corintios 16,19-23].
Comentario:
Alégrate, María. Dios se acerca y la saluda con el gozo. Antes de nada, la alegría. Antes de los proyectos, la alegría. Antes de la cruz, la alegría. Sólo así es posible caminar
“Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón» [Sal 119,32]»; la alegría del Señor es vuestra fortaleza» [Neh 8,10].
Y María deja que entre esa bocanada de aire fresco del Espíritu y la inunde en todo su ser. Escucha sorprendida la música de Dios y comienza una danza infinita por toda la tierra.
Alégrate, Isabel. Porque has sido saludada por Dios, María es en la Iglesia la que saluda. Saluda a su prima y la criatura salta de alegría en su vientre. Saluda al anciano Simeón y a la profetisa Ana, y los dos se ponen a cantar porque han visto al Salvador. Saluda a los jóvenes esposos en las bodas de Caná y el vino nuevo llenó de alegría a los comensales. Saludó a los discípulos de la primera hora cristiana y con ellos abrió la comunidad al consuelo del Espíritu. María es saludo de Dios para todos.
Alegraos. Dios dialoga con María, pero en ella está dialogando con todos los hombres, de cualquier religión, cultura, condición. Dios en María se acerca a los pobres, para despertarlos al gozo. En María, la mano del hombre, abierta por tantos siglos de búsqueda, se encuentra con la de Dios, abajada y cercana por el amor. La salvación se acerca envuelta en un manto de triunfo, también para nuestro mundo, dividido y roto por el desamor. Las comunidades cristianas son multiplicadoras del saludo de María, son una parábola del saludo gozoso de Dios en medio de! mundo.
Relato:
«Yo antes estaba completamente sordo.
Y veía a la gente, de pie y dando toda clase de vueltas. Lo llamaban baile.
A mí me parecía absurdo… hasta que un día oí la música. Entonces comprendí lo hermosa que era la danza” (T. de Mello].
Compromiso:
«Sed la expresión viva de la amabilidad de Dios;
amabilidad en vuestro rostro,
amabilidad en vuestros ojos,
amabilidad en vuestra sonrisa,
amabilidad en vuestra afectuosa manera de saludar.
En los bajos fondos,
vosotros sois la amabilidad de Dios hacia los pobres.
Regalad siempre una sonrisa gozosa
a los niños, a los pobres,
a todos los que sufren y se encuentran solos.
Dadles no sólo vuestros cuidados,
dadles también vuestro corazón» [Teresa de Calcuta].
CIPE.