INVOCACIÓN AL ESPÍRITU: Ven, Espíritu. Pon en nosotros el deseo de ver a Jesús.
FORMA DE ENTRAR MIRANDO. No os pido más sino que le miréis (Teresa de Jesús). Gocémonos, Amado, / y vámonos a ver en tu hermosura / al monte o al collado / do mana el agua pura; / entremos más adentro en la espesura (Juan de la Cruz).
Canto: ANDAMOS RODANDO TIERRA PORQUE SOMOS PEREGRINOS, PERO SIEMPRE EN EL CAMINO CON NOSOTROS VA JESÚS.
SÍMBOLO: Un recipiente con tierra donde se depositan semillas.
ORACIÓN: Infunde bondadosamente, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos apartarnos de los errores humanos y sigamos las inspiraciones del Espíritu.
ESCUCHA DE LA PALABRA: JUAN 12,20-33
Mirarnos con la luz de la Palabra y no con nuestros esquemas mentales, siempre cortos. Entrar en nuestro corazón con su luz.
Símbolo: Una persona mantiene un candil en alto mientras se proclama la Palabra.
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
REFLEXIÓN
Queremos ver a Jesús. Nos hemos reunido en comunidad porque queremos ver a Jesús. Lo buscamos juntos, en comunidad. A Jesús llegamos siempre en comunidad.
- ¿Queremos ver a Jesús? El deseo es la antesala del encuentro.
- ¿Qué personas nos están ayudando en este momento a encontrar a Jesús? ¿A quiénes estamos ayudado nosotros?
Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. ¡Qué valor da Jesús a la hora! No es una hora cualquiera. Es hora de verdad, hora de amor. Y la quiere vivir con valentía, con entrega total. No hay pereza ni lentitud en el esfuerzo.
- Y a nosotros, ¿qué nos pasa? ¿Vivimos con atención amorosa? ¿Cuánto tiempo se nos va sin vivirlo con intensidad? ¿Qué fuerza tiene en nosotros la pereza?
El grano de trigo. Jesús nos dice cómo entiende la vida sirviéndose de un ejemplo precioso. Jesús, en persona, es el grano de trigo, caído en tierra. No le quitan la vida, la da libremente. Su muerte es regalo (mucho fruto) para el mundo.
- ¿Sabemos darnos, como Jesús, sabiendo que lo que no se da se pierde?
El que se ama a sí mismo, se pierde. Abrimos el oído para acoger en el corazón esta enseñanza valiente de Jesús: perder para ganar. Solo es posible amar de esta manera con la fortaleza del Espíritu. Esta fuerza tiene el amor, si es perfecto, que olvidamos nuestro contento para contentar a quien amamos (Teresa de Jesús).
- ¿Cómo entendemos nuestra vida? ¿Vivimos con sentido de vida eterna?
El que quiera servirme, que me siga. Servir y seguir: dos actitudes que nos pide Jesús a los discípulos. El Padre se alegra con nuestro modo de vivir, al parecerse al de Jesús.
- ¿Hemos tomado conciencia de que si vivimos sirviendo, como Jesús, nos espera un final feliz, que se adelanta ya al momento presente?
Padre, glorifica tu nombre. Una plegaria comunitaria se eleva al cielo. La glorificación nos invita y mueve a la evangelización. La contemplación está vinculada con la acción.
- Padre, me pongo en tus manos. Sea lo que sea, te doy las gracias.
- Canto: Atrae a todos hacia ti, Señor, hacia ti, Señor.
TEXTO ILUMINADOR del papa Francisco
El Maligno nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo, mientras que el Espíritu la saca a la luz con ternura. La ternura es el mejor modo para tocar lo que es frágil en nosotros. El dedo que señala y el juicio que hacemos de los demás son a menudo un signo de nuestra incapacidad para aceptar nuestra propia debilidad, nuestra propia fragilidad. Sólo la ternura nos salvará de la obra del Acusador (cf. Ap 12,10). Por esta razón es importante encontrarnos con la Misericordia de Dios, especialmente en el sacramento de la Reconciliación, teniendo una experiencia de verdad y ternura. Paradójicamente, incluso el Maligno puede decirnos la verdad, pero, si lo hace, es para condenarnos. Sabemos, sin embargo, que la Verdad que viene de Dios no nos condena, sino que nos acoge, nos abraza, nos sostiene, nos perdona. La Verdad siempre se nos presenta como el Padre misericordioso de la parábola (cf. Lc 15,11-32): viene a nuestro encuentro, nos devuelve la dignidad, nos pone nuevamente de pie, celebra con nosotros, porque «mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado»
También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia. (Patris Corde, 2).
SILENCIO MEDITATIVO. CONFESIÓN COMUNITARIA: Yo confieso…
Canto: SUS HERIDAS NOS HAN CURADO. ¡FELIZ ITINERARIO HACIA PASCUA!