Semana de espiritualidad: 2º día: Jesús subió con ellos a un monte alto (Marcos 9,2)

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU: Ven, Espíritu. Tú nos enseñas a escuchar a Jesús.

GESTO PROFÉTICO: Una persona lleva la Palabra y la pone mirando al pueblo. Las comunidades cristianas y las personas concretas están necesitadas de aliento. En silencio, ponemos ante la Palabra nombres de personas y comunidades.

REFLEXIÓN

Experiencias del Espíritu. ¿Para quién son? ¿Son para gente sin problemas, acomodada, solo con ganas de hacer turismo interior? De ninguna manera. Las experiencias luminosas acontecen cuando hemos palpado la oscuridad. Son necesarias para entender el misterio de Jesús, para comprender nuestra propia vida: andaba mi alma cansada por las ruines costumbres que tenía (Teresa de Jesús). El Espíritu nunca nos abandona. Él actúa cuando peor estamos; él está en las crisis fuertes, de todo tipo, que nos acechan en este momento.

  • ¿Cómo percibimos nuestra vida aquí y ahora?
  • ¿Sentimos la necesidad de ponernos en manos del Espíritu?
  • Audición de la canción: REZARÉ, PEDIRÉ PORQUE EL MUNDO NO CAMBIE MI VIDA. BUSCARÉ, SEGUIRÉ LA VERDAD DE MI CORAZÓN. (CD: Vivid en el Señor, Brotes de Olivo).

Una realidad que descoloca. La experiencia que tuvieron los discípulos nos puede ayudar a entender esto. Seguían a Jesús con alegría. Pero, de repente, el anuncio que hizo Jesús de su pasión y muerte los descolocó. ¿Merecía la pena seguir detrás de Jesús? Esperaban un tipo diferente de Mesías del que Jesús les presentaba. Entraron en crisis. A nosotros, la constatación de vivir en un mundo al que nos cuesta entender, la experiencia palpable de la enfermedad nuestra o de los nuestros, la falta de energía para vivir, puede llevarnos también a la crisis. Las certezas que nos acompañaban se vuelven niebla que impide ver el camino. La oración se hace difícil. ¿Qué hacer?

  • ¿Qué nos pasa? ¿Dónde estamos?
  • ¿Cómo percibimos el caminar de nuestra iglesia?

Subir al monte. Jesús no nos abandona. No abandona a sus discípulos y no nos abandona a nosotros, que le seguimos en esta hora. Aunque le dejemos nosotros, él no nos deja. Se interesa por nosotros; nos cuida. Para Jesús, el monte, siguiendo la tradición del pueblo de Israel, era un lugar muy importante; allí se retiraba para estar a solas con su Abbá, para recrear su identidad más profunda y retomar el camino del Evangelio con fuerza. Y al monte lleva a sus amigos para que vean las cosas con más luz y encuentren nuevos cimientos para construir la casa.

  • ¿A qué experiencia fuerte nos invita Jesús en este momento?
  • ¿Qué aspectos de nuestra vida de fe necesitan más luz para seguir adelante?

Dios se manifiesta. No oculta su rostro. Siempre ha querido manifestarse. Nos busca mucho más que nosotros a él. Cree en nuestras posibilidades. Quiere despertar y liberar dentro de nosotros una vida nueva. Es amor, eso lo explica todo. Su gloria se manifiesta en la persona de Jesús. Los vestidos morados de la pasión se revisten del color luminoso de la resurrección. El Padre nos invita a poner los ojos en Jesús, a confiar en él. Jesús es la plenitud de la vida. ¿Permaneceremos ciegos ante Jesús?

  • ¿Dónde y cómo percibimos que Dios se manifiesta en nuestra vida?
  • ¿Nos sentimos llamados a vivir en confianza?

«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo». El Padre nos manifiesta claramente su propuesta: Este es, el amado, escuchadlo. La postura adecuada frente a Jesús es escucharlo y seguirlo. En el Espíritu escuchamos a Jesús y concentramos en él la mirada. Todo está dicho en Jesús. El único rostro que tenemos que contemplar para adentrarnos en el misterio de Dios es el de Jesús.

  • Interiorizamos estas palabras, las repetimos: Este es mi Hijo… el amado… escuchadlo. Tú eres Jesús… el amado… te escuchamos… háblanos.

Estar con él. La noche, la crisis, los miedos forman parte de nuestra naturaleza. Pero Jesús está, camina con nosotros. Hemos sido llamados para estar con él, para vivir su presencia dentro, como dos vidas que se encuentran. Estar con él en el monte y en la vida cotidiana. Cultivar la oración interior, la mirada amorosa: mira que te mira. Y de ahí nacen obras de compasión y ternura. Es hora de encarnar el Evangelio.

  • Escuchar el mensaje de Miguel Márquez a los GOT.
  • Canción: Juntos andemos, Señor.

ESCUCHA DE LA PALABRA: MARCOS 9, 2-10

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Se formó una nueve, que los cubrió y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo”.  De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

TESTIMONIO: Mi experiencia en el monte (Dionisio Tomás Sanchís).

TEXTO ILUMINADOR del papa Francisco

José no es un hombre que se resigna pasivamente. Es un protagonista valiente y fuerte. La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Solo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia (Patris Corde, 4).

SÚPLICAS: Con esta respuesta: Tu Palabra nos da vida. Padre nuestro. Bendición.

Equipo CIPE.

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