Entras en una semana clave para tu vida de cristiano/a. Está cargada del Misterio del Amor más entrañable.
Silencia tu mente para limpiarla de toda hojarasca, de toda vanidad, de toda mentira.
Ven, Espíritu Santo.
Silencia mi vida, tan llena de ruidos.
Renuévame por dentro.
Limpia mi corazón para el asombro ante el Amor.
Prepárate, leyendo y orando, despacio, el texto completo que te ofrecemos en este enlace: Una Sinopsis de los 4 Evangelios
Mateo 21,1-11; Marcos 11,1-11; Lucas 19,29-38; y Juan 12,1-11.12-19
Que el centro de tu mirada lo ocupe Jesús. Seguro que muchas veces te han fascinado su novedad y belleza, su capacidad de ternura y compasión. Ahora todo eso intentan sofocarlo por medio de amenazas y de condenas a muerte.
El miedo se apodera de los corazones. Sin embargo Jesús vence los miedos y, en El, se abren paso, imparables, el amor y la vida.
Jesús, en su amor por la humanidad, comienza la danza más fascinante de la compasión, con sus brazos abiertos en la cruz.
Ante Jesús puede quedar clara la actitud de tu corazón, habitado por trigo y cizaña, con alabanzas y vítores por la mañana y con un silencio cobarde por la tarde. Su entrega crucificada puede dejar al descubierto tu pecado más encubierto.
Más allá de toda palabrería inútil, junto a Jesús, el Amigo que cuida con tanta ternura la vida, puedes crecer en humanidad, puede continuar con ánimo y alegría su estilo de vivir a favor de la vida.
Visualiza el rostro de alguna persona conocida que está sufriendo. A Jesús le gusta vernos con aquellos que El más quiere.
¿No tengo nada que decir ante el sufrimiento de la gente?
¿Nada que decir ante tantas historias concretas de dolor
Perdona, Jesús, mis silencios cobardes, egoístas.
Déjate mirar por Jesús. Déjate mirar por los últimos de la sociedad. Deja que saquen fuera tu pecado y desvelen tu verdadero rostro.
Jesús…
Quítame la máscara que utilizo para sentirte más seguro/a,
la máscara que utilizo para creerme mejor que los demás,
la máscara de tanta hipocresía como me crece por dentro.
Atrévete a decir quién eres. Deja ahora lo que no eres; céntrate en lo que eres por pura gracia de Jesús. Di tu fe más honda, tu esperanza más apasionado, tu amor más concreto.
Por pura gracia, soy tu tu hijo/a, tu amigo/a.
Por pura gracia, llevo tu brasa encendida por dentro.
Por pura gracia, me has incorporado a tu Reino.
Por pura gracia, te creo, te espero, te amo.
Por pura gracia, descubro tu rostro en los hermanos.
Vuelve a la vida concreta de cada día. Más allá de la palabrería inútil, planta cara a los miedos que atenazan. Avanza por caminos de la ternura y de la compasión, que Jesús llevó a plenitud. Siente cerca la presencia de María.
Feliz camino de Semana Santa con Jesús
Equipo CIPE