19 SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Lunes, 12 de agosto

“Jesús les dijo:«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».Ellos se pusieron muy tristes” (Mt 17,23)


Jesús habla claramente a los suyos. No les esconde la muerte porque no les esconde la vida. Saca a la luz el misterio hondo de todo ser humano. ¿Qué experiencias dejan en tu corazón un poso de tristeza? Míralas todas con la mirada de Jesús resucitado.

Entra, Señor, en mi corazón por sus heridas, y hazlo florecer. 

Martes, 13 de agosto

El que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí” (Mt 18, 4-5).

Jesús coloca a un niño en medio. Es su signo frente a toda ambición humana. El pequeño mira a su alrededor con los ojos de la esperanza. Es indefenso ante los grandes males del mundo: la guerra, la xenofobia, el antisemitismo. No entiende de estrategias ni cálculos, pero sabe vivir intensamente el amor. 

¿Cómo entiendes tú lo de hacerte pequeño? ¿Qué sentimientos llevas en el corazón?

Miércoles, 14 de agosto 

“Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano” (Mt 18,15)

Confrontar a los hermanos con el Evangelio es una señal de amor. La confrontación solo es fecunda si se hace desde el respeto profundo a la persona y desde el deseo de ayudar. ¿Corriges alguna vez a los que hacen el camino cristiano contigo? ¿Te dejas corregir por ellos?

Sondéame, Señor, y conoce mi corazón. Mira si mi camino se desvía. Guíame por el camino recto.

Jueves, 15 de agosto 

“El Poderoso ha hecho obras grandes por mí” (Lc 1,49)

Celebramos la coronación de la obra de Dios en María. Dios la ha introducido dentro de su vida, la ha hecho partícipe de su gloria en el cielo, glorificándola. En ella se ha cumplido ya lo que los creyentes en Jesús esperamos alcanzar: la participación en la vida de Dios, la plena comunión con él.

Gracias, Señor, por las canciones de María. Gracias por las canciones que haces brotar en mí. Gracias por las músicas que haces resonar en la humanidad. Gracias, Señor. María, Virgen del «Magnificat» ayúdanos a llevar la alegría al mundo

 Viernes, 16 de agosto

“Y serán los dos una sola carne” (Mt 19,5)

Dios creó al hombre y a la mujer, con igual dignidad. Jesús propone una relación nueva: no se trata de competir sino de colaborar, de caminar juntos. Frente al individualismo sin reglas, la comunión del hombre y la mujer es parábola para el mundo. Frente a la cultura del dinero, el éxito, el poder… en la pareja se dan las relaciones gratuitas. En el matrimonio se puede escuchar el lenguaje de Dios, que es el lenguaje del amor. 

Dame tus ojos, Señor, para ver el mundo como tú lo ves. Dame tu corazón, Señor, para amar a la gente como tú la amas.

Sábado, 17 de agosto

 Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos” (Mt 19,14).

¿Con qué tono diría Jesús estas palabras? ¿Con pena? ¿Con lástima? ¿Cómo reproche? Jesús es de todos, pero primero de los más pequeños. El Reino es para todos, pero primero para los más pequeños que siempre están sirviendo. Presta atención a la gente que rodea. Escucha las voces de los que casi no tienen voz. Haz sitio a los que casi nunca tienen sitio. Da valor a los que casi nunca lo tienen.

Perdóname, Señor, por las veces que no dejo sitio a los pequeños. Enséñame a mirar el mundo desde los pequeños.    

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